Fue uno de los aspectos más desconcertantes del último cara a cara que enfrentó, este miércoles, al presidente Pedro Sánchez y al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en el Senado.
Hasta en dos ocasiones, Sánchez se mostró ofendido y reprochó a su interlocutor que recurriera a los insultos para descalificarle: "¡Menos mal que no venía usted a insultar a la política nacional!", exclamó con pretendida ironía al dar la réplica a la última intervención de Feijóo. Y poco después insistió: "¡Qué nueve meses en la política nacional, para la persona que no iba a venir a insultar!"
O el presidente del Gobierno sobreactuó deliberadamente para hacerse el ofendido o se limitó a leer la nota que le habían escrito, sin escuchar lo que realmente había dicho Feijóo.
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El líder del PP había pronunciado un discurso duro. Acusó a Sánchez de incumplir todas sus promesas. Anunció que los cambios en el delito de malversación van a provocar una catarata de rebajas de penas a los corruptos, como ya ha ocurrido con los agresores sexuales tras la entrada en vigor de la Ley del sólo sí es sí (más de un centenar de violadores se han beneficiado ya de rebajas de penas).
Pidió a Sánchez que "deje de tomar el pelo a los ciudadanos" y deje de cuestionar la legitimidad del Tribunal Constitucional. Se puso solemne al afirmar que el presidente del Gobierno "ha pisado el acelerador de la degradación institucional" y con sus decisiones "reduce a cenizas la arquitectura democrática e institucional de España que nos ha costado 40 años fortalecer".
Preguntó a Pedro Sánchez si ya ha pactado con ERC la fecha del referéndum de independencia. Le pidió que convoque ya elecciones, para que los ciudadanos puedan elegir. Le tendió la mano para que el PSOE vuelva al "constitucionalismo". Y finalmente sentenció: "El Pedro Sánchez Pérez Castejón del año 2019 no votaría al señor Pérez Sánchez (sic) Castejón del año 2022, no lo haría". Confundir el orden de sus apellidos fue el peor gesto de descortesía de Feijóo al jefe del Ejecutivo.
Pero durante los apenas ocho minutos que duró la intervención del líder de la oposición, no dedicó ni un solo adjetivo calificativo al presidente del Gobierno.
Alberto Núñez Feijóo llegaba al Senado con una victoria entre las manos: el recurso de amparo presentado por el PP ante el Tribunal Constitucional había logrado paralizar el intento del Gobierno de modificar el sistema de elección de sus magistrados mediante dos enmiendas a la reforma del Código Penal.
Es sólo una victoria parcial, que retrasará un mes la maniobra de Moncloa: los partidos de la coalición del Gobierno habilitarán el mes de enero en las Cortes para tramitar una nueva proposición de Ley, con los mismos fines y sin pedir informes a los órganos consultivos, que esta vez no podrá ser tumbada por el TC.
Con todo, por primera vez en muchos meses los populares habían logrado quebrar la estrategia del Gobierno. Pero Feijóo evitó presumir de esta victoria en su último cara a cara con Sánchez. Prefirió apelar a los votantes socialistas que "ya no creen" a Sánchez, porque ha incumplido todas sus promesas, afirmó.
De este modo, el líder del PP dirigió una durísima andanada al presidente del Gobierno, aunque muy contenida en las formas: tanto que resulta imposible identificar los "insultos" por los que Pedro Sánchez se mostró tan herido.
Antología del insulto
La intervención del jefe de la oposición contrasta con la estrategia puesta en marcha el pasado verano desde la Moncloa, cuando todos los ministros socialistas se turnaron para dirigir un rosario de insultos a Feijóo.
"Vago", "ignorante", "incompetente", "extremista", "sectario", "mentiroso", "populista", "cínico", "insolvente", "trumpista", "negacionista" y "egoísta", son algunos de los calificativos que los ministros del PSOE dedicaron al lider del PP en apenas dos semanas. La consigna era, en aquellos momentos, pinchar el efecto Feijóo en las encuestas.
En su cara a cara de este miércoles, el presidente Pedro Sánchez sí cuestionó de forma apenas velada la legitimidad democrática del Tribunal Constitucional en al menos dos ocasiones.
"Los poderes que le acompañan a usted y a su partido, que les arropan y dirigen, poderes cada vez menos ocultos, han conseguido un hito muy importante", dijo Sánchez dirigiéndose a Feijóo: han logrado "quitar las competencias" y "enmudecer" al Congreso y el Senado, al impedir que se vote el cambio del sistema de elección de los magistrados del TC, que el PSOE había colado como una enmienda al Código Penal.
Y un poco más adelante, atribuyó esta decisión a "un Tribunal Constitucional con mayoría conservadora y mandato caducado". El presidente se sumaba así a las voces del PSOE y el Gobierno que cuestionan la legitimidad del tribunal de garantías para suspender un acuerdo de la Mesa del Congreso.
A falta de insultos de Feijóo, Pedro Sánchez caricaturizó las críticas que le ha dirigido la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso: "Ya saben que yo soy un tirano, mi única obsesión es instaurar la república bolivariana en España. Parece un chiste pero no lo es", dijo entre risas.
En esta última intervención del debate, el presidente Sánchez, con un gesto más crispado y en un tono amenazador, acusó al PP y a su líder de haber "ido demasiado lejos". Y añadió dirigiéndose a Feijóo: "Habrá ganado unas cuantas semanas, pero ha perdido el poco crédito que le quedaba".
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