El año en el que Pedro Sánchez decidió ir "a por todas" de la mano de ERC y de Bildu
El presidente revolucionó el PSOE en julio tras asumir que sin Podemos y los independentistas ni acabaría la legislatura ni repetiría en Moncloa.
24 diciembre, 2022 21:41Al contrario que lo del Tribunal Constitucional este diciembre, aquel Comité Federal del 23 de julio sí salió como Pedro Sánchez esperaba. Es decir, que nadie levantó la voz y, a pesar de que el partido ya andaba envuelto en una durísima pelea interna por el poder, ningún complot le paró los pies.
El presidente volvía a cambiar de equipo y de estrategia, pero no hubo una sola crítica. Y el posado, al cierre, mostraba sólo caras morenas y sonrientes. Claro, era pleno verano, y los supervivientes a la ira del líder -"Sánchez está enfadado, pero no sabemos con quién", había revelado EL ESPAÑOL pocos días antes- se fotografiaron, tan contentos como aliviados, al alrededor del jefe.
"¡Vamos a por todas!", había exclamado el presidente en el discurso ante los suyos. Aquel día todo cambió: julio fue el punto de inflexión. "Otra vez julio", recuerda un viejo dirigente socialista, recordando la escabechina de la crisis de Gobierno en el mismo mes de 2021.
Desde entonces, la estrategia de comunicación empezó a marcarla el gabinete directo del presidente en Moncloa, con Óscar López a la cabeza; y se coordinó directamente con la acción política, diseñada en el Ministerio de la Presidencia de Félix Bolaños. A sus servicios recurre ya Sánchez para todo: no sólo para redactar las últimas y polémicas reformas legislativas, sino para hacerle pisar tanto el acelerador... que el Tribunal Constitucional ha acabado activando el freno de emergencia este martes.
El porqué
Si alguna vez había pensado en girar al centro, el presidente entendió aquel verano que su única esperanza para repetir en el cargo era un volantazo, firme y decidido, hacia la izquierda... si eso es lo que significa copiarle a Podemos los impuestos a la banca y las energéticas, regalarle victorias a Bildu -aunque eso signifique romper pactos con los agentes sociales- y asumir de Esquerra Republicana, no sólo el discurso de "desjudicialización", sino la manera de hacerla.
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Aquel Comité Federal era necesario para hacer limpieza de quienes no estuvieran "a por todas". Porque sólo cuatro días después se celebró la llamada Mesa de diálogo con Cataluña. Y ahí se iban a comprometer el Gobierno con el Govern y el PSOE con ERC a "desjudicializar" ya el "conflicto político".
Por eso se ha derogado la sedición. Y por eso ERC escenificó que lo de la malversación era una enmienda, y no parte del acuerdo. Y por eso, abierta la puerta de los retoques a la proposición de ley, Moncloa ordenó colgar de ahí, también, la reforma de la Ley del Tribunal Constitucional y, de paso, la del Poder Judicial...
Aquel Comité Federal era necesario para afrontar semejante proyecto, en plena sangría demoscópica y con el presidente en sus valoraciones más bajas. Había que iniciar una campaña "dura y de frente" contra el PP de Alberto Núñez Feijóo:
"Es un líder del PP tutelado" por los "señores con puro", es "insolvente o tiene mala fe", es un "profeta del desastre", se limita a "insultar como hacía Pablo Casado"...
Efectivamente, desde aquella mañana de verano, ha quedado claro que en el PSOE quedaron algunos que no entienden el "a por todas" en los mismos términos: los barones se fueron desmarcando del presidente, con la vista puesta en sus elecciones del próximo mayo. Primero con rebajas de impuestos -cuando el PP aún marcaba la agenda-, y después criticando "las alianzas con Podemos y las cesiones a los independentistas de ERC y Bildu".
Desde los esperables "díscolos", Emiliano García-Page y Javier Lambán, a los sorprendentes, por sanchistas, Ximo Puig y Adrián Barbón. ¿Acaso no es eso coincidir con el PP?
Y dirigentes de la Ejecutiva comenzaron a comentar en voz baja que, "a lo mejor, el problema es él", refiriéndose a Sánchez. ¿No es eso lo que denuncia Ciudadanos desde el principio de la legislatura?
Asumiendo los postulados de Podemos, normalizando a Esquerra y Bildu, y machacando a Feijóo desde la misma Moncloa, Sánchez -sí que es verdad- ha logrado su primer objetivo: frenar su caída irremisible en las encuestas. Aunque si la distancia con el PP de Feijóo ha bajado es porque la polarización y sus discursos divisivos han reforzado a Vox.
Los antecedentes
Para un analista crítico, el "¡a por todas!" de Sánchez había sonado más a miremos adelante y remontemos. Porque en las anteriores semanas se habían encadenado el escándalo Pegasus, el batacazo en Andalucía, las decenas de muertos en la tragedia de Melilla y la dimisión a gritos de Adriana Lastra, en medio de una batalla a muerte por el control del partido.
Pero era mucho más. Pasados los meses, la conclusión es que aquel "¡a por todas!", lejos de ser un volantazo era una vuelta al principio de la legislatura: una rectificación de la rectificación.
Lejos de los adjetivos peyorativos, si algo ha demostrado ser Sánchez es un posibilista... o como dice su autobiografía, un resistente.
Un año antes, su Gobierno se había metido en la mayor crisis diplomática con Marruecos desde la invasión del islote Perejil... y en julio, Sánchez calificaba de "asunto bien resuelto" la represión de los gendarmes marroquíes en la verja fronteriza con Nador. Porque "no se puede culpar a Marruecos ahora", admite un dirigente del PSOE.
En julio de 2021, Susana Díaz hacía las maletas tras la victoria del sanchista Juan Espadas en las primarias andaluzas... y un año después, la "dolorosísima derrota en nuestro granero de siempre", como la define un viejo colaborador del presidente, provocaba la eliminación de facto de la Ejecutiva y su sustitución por un miniequipo de notables, manejado desde Moncloa. "En el fondo, fue decir en alto algo que ya estábamos queriendo hacer", admite un ministro.
Sólo nueve meses antes, el presidente había cambiado a la agresiva Lastra por el elegante Héctor Gómez... y en julio, en aquel Comité Federal, despachó al político canario y puso a Patxi López de portavoz. Efectivamente, vuelta la agresividad, el exlehendakari ha ido "a por todas". Aunque "no da una, no se prepara los temas, y se limita a repetir consignas de Moncloa", lamenta otro miembro destacado del partido.
La crisis institucional
Pero sobre todo, aquel sábado de sol y calor madrileño en Ferraz significó el "sí a todo" a los socios independentistas. "El presidente entendió que nunca podría acabar la legislatura ni repetir en Moncloa sin Podemos ni los votos de Esquerra y Bildu".
Meses antes, la misma ministra de Hacienda admitía que lo más probable es que no hubiera Presupuestos en 2023, por ser año doblemente electoral. "Para los fondos europeos, no son absolutamente necesarios", reconocía en el patio del Congreso. Pero en aquel Comité Federal no sólo ascendió a número dos del partido, sino que recibió el encargo de amarrar los apoyos de los socios.
Hasta en Podemos se sorprendían de "lo fácil" que fue la negociación. El PSOE tragó el sapo de entregarle a Bildu la medalla de la expulsión de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra... algo ya comprometido con el PNV meses antes. Y Esquerra logró todo lo prometido en la Mesa de julio... ésa que se hizo sólo cuatro días después del Comité Federal.
¿A cambio se ha desatado una crisis institucional? ¿Ha hecho falta que el mismo Sánchez acusara a "la mayoría conservadora del TC" de urdir "un complot" con el PP y "la derecha mediática"? ¿Han llegado advertencias de Bruselas?
Sí a todo. Pero el ruido ha tapado la sedición y la malversación. El presidente ha podido acusar al PP de "enmudecer al Parlamento". Y en el relato político, la normalización de los independentistas como aliados parlamentarios ha tornado en una batalla por "salvar la democracia" con acusaciones cruzadas de "golpismo".
...y el referéndum ya está sobre la Mesa.