Si algo se puede decir de la estrategia legislativa de Unidas Podemos es que nunca da una batalla por perdida. Se ha visto estos meses con la ley del sólo sí es sí, con la guerra por la autodeterminación trans y se está viendo ahora con aquel viejo problema, recurrente desde hace meses en cada reunión del Consejo de Ministros, que es la Ley de Vivienda.
Con todas las fórmulas agotadas, las negociaciones en stand-by y el año electoral a la vuelta de la esquina, los morados lo apuestan todo a la "voluntad política" de sus socios de Gobierno, signifique lo que signifique. La realidad es que la ley lleva más de un año bloqueada debido, principalmente, a las reservas del socio mayoritario a intervenir el mercado, pero en Podemos van un paso más allá.
Esta semana, durante las negociaciones del plan anticrisis del Gobierno, el PSOE cedió –tras muchas reticencias– a congelar el precio de los alquileres durante seis meses, una medida que ya se adoptó durante la pandemia pero que genera discrepancias entre las filas socialistas. Ahora, Unidas Podemos la convierte en su prueba piloto particular y fía su ley estrella a que salga bien.
La vivienda ha sido históricamente el principal punto de choque dentro de la coalición. De hecho, los morados y el bloque de investidura condicionaron los dos últimos Presupuestos Generales del Estado a la ley, pero el PSOE siempre ha encontrado excusas para dilatar su aprobación.
Tras más de un año de desencuentros, cambios de opinión y volantazos de última hora se llegó a un borrador común, consensuado, para que pasase el aval parlamentario. Fue entones cuando Unidas Podemos presentó una nueva batería de cambios, nada menos que 55, y el PSOE dijo basta.
El problema en este caso no es tanto la presentación de enmiendas –tanto PSOE como UP acostumbran a enmendarse a sí mismos, como ocurre actualmente con la Ley de Bienestar Animal– sino el contenido de varias de ellas, que van en lote.
La que crispa más los nervios de los socialistas es, precisamente, la que pide regular de los precios del alquiler en las zonas de mercado tensionado para todos los propietarios. Es decir, poner un tope al alquiler para todos los arrendadores de vivienda, grandes y pequeños, en todos los territorios donde haya aumentado el precio por la falta de oferta. Para Podemos es esencial.
Ahora, el último giro a la izquierda de Sánchez con el plan anticrisis allana el camino. Congelar el alquiler le ha costado durante seis meses le ha costado sudor, lágrimas y alguna que otra concesión a Unidas Podemos pero, si la medida funciona, al PSOE se le acabarían las excusas para poner topes.
Así es como respira el grupo confederal tras aprobar el nuevo escudo social. A ojos de los morados el relato de congelar el alquiler está claro, ya que en apenas 24 horas el PSOE ha pasado del no al tal vez y del tal vez al sí pero no mucho. Hoy poy hoy incluso suena algún sí con la boca pequeña, nunca en público, que recuerda un poco a aquel viejo referéndum de los años 80.
"Vivienda, de entrada no".
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