Pablo Casado puso la rúbrica a su trayectoria política el 23 de febrero de 2022; el jueves que viene se cumplirá un año. En una aciaga reunión con todos los barones del PP en la madrileña sede de la calle Génova, que se prolongó hasta bien entrada la madrugada, se comprometió a ceder el testigo en un Congreso Extraordinario que se celebró un mes y medio más tarde en Sevilla.
Fueron horas bajas en las que Casado hasta recuperó, temporalmente, un viejo vicio que había dejado por sus hijos: fumar. El enfrentamiento sin precedentes con la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desencadenó una serie de traiciones —incluso personales— que acabaron forzando su dimisión.
Ahora, cuando se cumple un año de la debacle, su vida es muy distinta. Empezando por su casa, ya que ha dejado atrás el ruido del centro de Madrid, donde vivía en un piso, por la tranquilidad de las afueras, donde termina de reformar una casa unifamiliar que ha adquirido. Allí el tiempo pasa a otra velocidad.
Al centro de la capital acude poco y, generalmente, a reuniones de trabajo en una oficina de la que dispone, casualmente, a cinco minutos a pie de la sede de los populares. Pasa mucho tiempo fuera de España. Sus días transcurren en aviones entre Estados Unidos, Israel o Latinoamérica, donde busca inversores para su proyecto profesional: un fondo de inversión de capital riesgo para la industria de la defensa.
También aprovecha el tiempo en el extranjero para reencontrarse con multitud de personalidades que fue conociendo durante su etapa como líder de la oposición y para participar en eventos empresariales. Es preciso recordar que su manejo del inglés es bastante fluido.
Visitas a Palencia
El otro punto al que acude con cierta frecuencia de visita es su Palencia natal, donde acaba de estar con toda su familia para enterrar a su abuela materna. Quienes le conocen más de cerca aseguran que está "feliz y recuperando el tiempo perdido" con su mujer y sus hijos. Ellos, particularmente, celebran su nueva vida alejado de los focos, los debates y los mítines.
No es que tenga poca vida social, sencillamente no quiere que nadie capture una imagen suya de este momento, porque lo que busca es el anonimato. Sabe que la vida pública ya pasó y, pese a haber recibido numerosas ofertas para escribir libros, dar conferencias o participar en programas de televisión, ha optado por quedarse en silencio.
De la gente que forma parte del Partido Popular, Casado mantiene relación estrecha con muy pocos. La última diputada con la que cenó, el pasado verano, fue Ana Beltrán, su número tres —que acaba de anunciar que padece un cáncer de mama—. Ella y Pablo Montesinos, su vicesecretario de comunicación, fueron los que le mostraron verdadera lealtad hasta el final.
No obstante, sí suele responder con amabilidad y educación a cada mensaje que le envían los distintos dirigentes del PP, ya sea por su cumpleaños o con motivo de las fiestas navideñas. Aunque, cuando alguno le plantea quedar para tomar un café, cambia la cosa. "Entonces no contesta...", lamenta un diputado. Quienes más le escriben y le llaman son los miembros de Nuevas Generaciones, donde conserva un buen puñado de seguidores.
[Pablo Montesinos: "Ha habido dentro del PP una campaña de destrucción contra Pablo Casado"]
Con su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, mantiene una relación cordial y se comunican de vez en cuando. El actual líder del PP pretende verse a solas con Casado en los próximos días. Una ocasión que aprovechará para agradecerle "lo bien que se ha portado", según desvelan fuentes de la dirección del partido.
Feijóo no ha perdido la esperanza de que algún día, quizá, se pueda normalizar la presencia de Casado en los actos de la formación. Aunque en la reciente intermunicipal que se celebró en Valencia decidió no invitarlo, "porque la imagen era con expresidentes que habían gobernado". Por eso demandó la presencia de Rajoy y Aznar, que se reencontraron en el escenario tras años de desencuentros, y no la de Casado y Hernández Mancha.
Este gesto no sentó bien al expresidente del PP, que se mostró dolido. También generó malestar entre más de un diputado nacional del partido, que critica que se le haya intentado "borrar" de la historia de la formación. Otro no duda en recordar a EL ESPAÑOL que "algunas encuestas de Casado no distaban mucho de las que hay ahora". Es decir, que no todo son sombras.
Según indican desde el entorno del expresidente popular, no tiene la menor intención de participar en ningún acto político. Aunque ya le han contactado desde distintos territorios para que participe en la campaña de las municipales y autonómicas para las elecciones del próximo 28 de mayo.
Los más leales a Casado defienden que "sí hizo algo por el PP y no fue un cero a la izquierda". "Tiene su legado, hizo mucho, reconstruyó el partido. Tras recibirlo en tercera posición en las encuestas, lo entregó a la cabeza durante los últimos 10 meses", remarcan.
En el balance, ha decidido quedarse con las mieles de un tiempo en el que exprimió su pasión por la política, donde entró de adolescente. No tardó en reconocer la magnitud del error que había cometido con Ayuso, y tampoco le resultó fácil asimilar la abrupta salida. "Cuando te dicen desde muy joven que vas a ser presidente del Gobierno de España y te vas de esa forma, imagínate el desengaño", resume una de las personas que trabajó a su lado.
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