Alberto Núñez Feijóo en Barcelona.

Alberto Núñez Feijóo en Barcelona. Europa Press

Política ELECCIONES 23-J

¿Es Feijóo el Trump español? 5 ejemplos que desmienten la acusación de Sánchez

Pedro Sánchez ha calificado a la derecha española de trumpista, pero ¿resiste su acusación el más mínimo análisis?

1 junio, 2023 02:46

Como si las elecciones de este domingo no hubieran sucedido jamás, como si la identificación del PP con la extrema derecha no hubiera demostrado su fracaso una y otra vez en las urnas, Pedro Sánchez insistió ayer en el Congreso de los Diputados, frente a docenas de diputados y senadores del PSOE, en la estrategia del tremendismo. Una estrategia opuesta a la que utilizó en 2019 para llegar a la Moncloa y cuya retórica populista toma prestada el presidente de Pablo Iglesias.

Pero si algo llamó ayer miércoles poderosamente la atención es la asimilación de la derecha española, y entre ella Alberto Núñez Feijóo, con el trumpismo. En primer lugar, porque no parece que la etiqueta de 'trumpista' tenga entre la sociedad española ese valor de letra escarlata, infamante, que el presidente le atribuye. El trumpismo es un referente demasiado alejado del español medio. Demasiado americano. Demasiado ligado a circunstancias muy alejadas de la vida del español común. 

Y, en segundo lugar, porque el trumpismo no es una ideología (si así fuera, buena parte de la izquierda española sería trumpista dado que coincide con muchos planteamientos intervencionistas y aislacionistas del propio Trump), sino un modo muy concreto de hacer política. El trumpismo es una psicología. Y Feijóo es, exactamente, su némesis. 

1. El trumpismo mueve la ventana de Overton

El trumpismo se define con esa frase que el propio Donald Trump pronunció en Iowa, en 2016, poco antes de los caucus en ese estado: "Podría dispararle a alguien en la Quinta Avenida de Nueva York y no perdería ni un solo voto".

El trumpismo es la convicción de que los votantes son un rebaño cautivo y que ninguna barbaridad hará que cambien su voto. Es la seguridad de que uno puede empujar indefinidamente la raya de "lo tolerable" de forma que lo que parecía inaceptable hace sólo unos años sea primero perdonable, luego aceptable y finalmente incluso deseable.

Y esa es la definición de la estrategia política de Pedro Sánchez, no de la de Alberto Núñez Feijóo. Ejemplo de ello son los pactos con EH Bildu, Podemos y ERC; los indultos a los líderes del procés; la reforma de la malversación y de la sedición; y la ley del 'sí es sí'. Nadie ha movido más en España la ventana de Overton que Sánchez. 

2. El trumpismo es saturación mediática

El trumpismo se define también por la acumulación de golpes de efecto en una estrategia de la saturación mediática que hace imposible un debate sereno sobre ningún asunto de interés nacional o internacional. Es el continuo desvío de la atención del ciudadano hacia debates secundarios, escándalos paralelos o declaraciones aberrantes de las que resulta imposible escapar dado su potencial desestabilizador.

La capacidad de esos golpes de efecto para crispar a los ciudadanos permite pastorearlos de polémica en polémica en un bucle infinito de polarización y nuevas cortinas de humo. ¿Es Feijóo ese tipo de político o hay alguien en el escenario político español que encaje mejor en esa descripción?

3. El trumpismo es el 'no es no'

Trump dice ser un maestro del "arte de la negociación", sobre el que escribió un libro titulado, precisamente, Trump. El arte de la negociación. En realidad, el trumpismo es la antítesis del arte de la negociación, que implica la predisposición a aceptar la legitimidad de los intereses ajenos y la capacidad de ceder en los propios en aras de un beneficio mutuo sobre un terreno común. Trump es, más bien al contrario, un entusiasta defensor de los juegos de suma cero, esos en los que el ganador se lo lleva todo y el perdedor, nada.

No parece ser ese el talante que ha demostrado Feijóo como presidente de la Junta de Galicia y, posteriormente, como número uno del PP. La estrategia del PP para estas elecciones, de hecho, no consiste en responder a la estrategia electoral de Sánchez, sino a sus políticas. Probablemente la actitud menos trumpista que puede adoptarse en las circunstancias de polarización a las que parece aspirar el presidente ahora. 

4. El trumpismo no es una ideología

El trumpismo no es tanto una ideología como una forma de hacer política. Pero si lo fuera, el trumpismo estaría bastante más cerca del obrerismo primorriverista de La Falange, con su defensa de los trabajadores de 'cuello azul' de los estados industriales aplastados por la 'nueva economía', que del liberalismo clásico.

Trump tampoco es un conservador con ramalazos socialdemócratas (claramente herederos del catolicismo) como Feijóo, sino un populista antiglobalista aislacionista y enfrentado a las grandes multinacionales de su propio país. Y entre ellas, y sobre todo, las mediáticas. 

¿Y quién es el político que ha arremetido una y otra vez contra los "cenáculos madrileños" de "señores con puro", contra "la banca", contra "las eléctricas" y, ayer mismo, contra "los medios de máxima audiencia que van a desatar [presuntamente] una campaña de insultos" contra el presidente?

5. Trump es la caricatura del oponente

"Hablarán de pucherazo" dijo ayer Pedro Sánchez, anticipándose a algo que no ha ocurrido y pronosticando un apocalipsis golpista similar al de Trump tras las elecciones de 2020. "Lo harán unos, y otros dirán que hay que detenerme como responsable de ese pucherazo. Ya lo han hecho y lo van a volver a hacer. Sus maestros estadounidenses lanzaron una turba al asalto del Capitolio para denunciar un falso pucherazo".

En realidad, los precedentes más cercanos en España de ese asalto al Capitolio son el bloqueo del Parlamento autonómico catalán en 2011 a cargo de la extrema izquierda independentista catalana; el Rodea el Congreso de la izquierda en 2016 contra la investidura de Mariano Rajoy; y, por supuesto, el golpe contra la democracia de 2017 en Cataluña. Todos sus responsables son hoy socios del Gobierno en el Congreso. Alguno de ellos ha llegado incluso a alto cargo en el Gobierno de Sánchez.

En cuanto a las acusaciones de pucherazo, está en su mano, como presidente del Gobierno, la reforma de un sistema que se ha demostrado más vulnerable de lo deseable. Especialmente frente al previsible incremento del voto por correo en las elecciones del próximo 23 de julio. ¿Cuándo ha hablado Feijóo, en fin, de pucherazos o de asaltos al Congreso de los Diputados? ¿Es la caricatura que dibuja Sánchez de sí mismo obra de Feijóo o es más bien fruto de su propia imaginación?