La entrevista de Ana Rosa Quintana a Pedro Sánchez ha dejado varios momentos de tensión. El presidente del Gobierno llegaba este martes a Telecinco con una amplia sonrisa que ha ido menguando a medida que ganaban terreno las preguntas de la periodista.

La entrevista de Ana Rosa Quintana a Pedro Sánchez

Sánchez, a la defensiva, ha tenido que emplear continuamente latiguillos como "permítame elaborar mi argumento", "déjeme acabar" o "esa es su opinión". Hacía cuatro años que Ana Rosa Quintana y el actual líder del PSOE no se veían las caras en un plató. A continuación, quedan desgranados los choques más sonados entre la presentadora y el jefe del Ejecutivo.

1. Los medios

Sánchez ha insistido –como desde que empezó la precampaña– en la "orientación conservadora" de la mayoría de los medios de comunicación y en la "desproporción" que, a su juicio, existe entre estas líneas editoriales y la realidad española. El diálogo ha transcurrido así.

–Hay una absoluta desproporción en las aproximaciones y en los debates conservadores –ha empezado Sánchez.

–"Un 90%", dijo el otro día. ¿De verdad, presidente? ¿De verdad? Que la gente ve la tele, escucha la radio... ¿Un 90%?

–Y me quedo corto, me quedo corto (...) Dicen que soy un obseso del Falcon, soy un soberbio, soy un prepotente, soy un golpista y la barbaridad de que soy un filoetarra.

–Si yo le contara, presidente... [Han dicho] que yo soy racista, xenófoba, fascista...

–Pero usted tiene un plató, tiene un programa de televisión en el que puede responder.

–Y usted lo ha tenido siempre que ha querido –con estas palabras, Ana Rosa ha hecho referencia a todas las propuestas de entrevista desestimadas por Sánchez a lo largo de estos años.

Seguidamente, la periodista le ha entregado todos los editoriales que ha hecho en su programa sobre él: "Yo se lo voy a entregar a alguien de su equipo para que me diga si hay algún insulto, si hay alguna mentira".

2. Mentir o rectificar

La presentadora no ha dado un instante de tregua al presidente y, a los pocos minutos, le ha preguntado: "¿Cuántas veces puede cambiar de opinión en temas fundamentales?". Hacía referencia a los pactos del Gobierno con Bildu y Esquerra; y al nombramiento de su ministra Dolores Delgado como fiscal general. "A la gente le sorprende tanto cambio", le ha dicho.

Sánchez se ha quejado de "toda esa retahíla..." y Ana Rosa ha respondido: "Tengo más. Usted nunca jamás iba a quitar la sedición, usted nunca iba a modificar la malversación".

El rifirrafe ha seguido con los pactos con Bildu, momento en el que Sánchez ha reprochado a la presentadora que esa era "su opinión, no los hechos" a lo que ella ha respondido: "No opino, es la realidad". Y ha mencionado como ejemplos la reforma laboral o la Ley de Memoria.

3. Bildu

El presidente del Gobierno ha dicho que lo importante de los pactos es "para qué se hacen, no con quién" y ha justificado los "acuerdos puntuales" con fuerzas como Bildu porque han servido para "realizar avances sociales".

–Eso es muy de Maquiavelo, ¿el fin justifica los medios? –ha preguntado Ana Rosa.

–Depende, por ejemplo, de si es para revalorizar las pensiones conforme al IPC o si es para hacer una reforma laboral –ha respondido el presidente.

4. El sí es sí

Otro momento en el que la presentadora y su invitado se han enzarzado ha llegado con la Ley del sólo sí es sí. Ana Rosa le ha preguntado a Sánchez cómo es posible que "estemos retrocediendo en los derechos de las mujeres".

–Esa es su opinión, yo la respeto –ha dicho por enésima vez el presidente.

–Han sido asesinadas 26 mujeres en lo que llevamos de año y ya sé que han invertido 320 millones más para evitarlo, pero no está funcionando –apuntaba la presentadora a las rebajas de condenas provocadas por la ley del Gobierno.

El presidente le ha pedido a la periodista que hable con "expertos" y que él responde a esos reproches con "datos". Sánchez sigue pensando que la norma "es una buena ley que protege a las mujeres", pese a haber asumido "en primera persona" la "responsabilidad".

Ana Rosa ha visto un cabo suelto en la argumentación de Sánchez: el Gobierno "tardó demasiado tiempo" en rectificar la ley. Por esa razón no ha dudado en repreguntar a su entrevistado: "¿Por qué no antes?".

Sánchez no ha dudado: "Yo he asumido esa responsabilidad en primera persona". Ana Rosa Quintana ha intervenido diciendo que, efectivamente, "tardó 6 meses en rectificar" y "ni siquiera fue a votar" el nuevo texto de la ley.

5. El Sáhara

En cuanto a política internacional, Ana Rosa Quintana ha preguntado por el cambio de posición en el Sáhara: "¿Qué ha pasado para que el Gobierno de España, de forma unilateral, cambie la política respecto al Sáhara y Marruecos?". Y ha relacionado esa situación con el hackeo del teléfono móvil de Sánchez: "¿Tiene algo que ver con su cambio de postura?".

"Le agradezco de corazón esa pregunta", ha contestado Sánchez para acusar a algunos medios conservadores cuyo nombre no ha mencionado de vincular el cambio de postura a que su mujer "tiene una red de narcotráfico en Marruecos". Luego ha hecho gala de su pulcritud: "Hoy no tienen nada contra mí. ¿Sabe por qué? Porque soy un político limpio. No perfecto, pero sí limpio".

Ana Rosa Quintana ha vuelto a la acusación de que los medios de comunicación han publicado esa información falsa sobre su mujer.

–Supongo que usted habrá denunciado a este medio –ha incidido Ana Rosa.

Sánchez ha dado largas y no ha querido desvelar a qué medio se refería: "Hay personas muy presentes en medios de comunicación y tertulias que utilizan estos argumentos".

6. Las encuestas

Un último tema a tocar en la entrevista han sido las elecciones de este 23 de julio y las encuestas. Sánchez ha afirmado: "El monopolio del acierto y del error no existe". Ana Rosa Quintana no ha tardado en replicar: "Hombre, pero hay empresas que aciertan más que otras".

El presidente ha seguido con su discurso, exponiendo que los sondeos "no son transparentes". Ha nombrado a algunas que sí lo hacen bien –el CIS, el grupo Prisa y eldiario.es–, pero ha opinado que "otras encuestadoras te dan el plato cocinado", utilizando la metáfora de una comida cuyos ingredientes se desconocen.