Sánchez observa a Feijóo, en uno de sus cara a cara en el Senado.

Sánchez observa a Feijóo, en uno de sus cara a cara en el Senado.

Política 23-J

Las claves de Sánchez para el cara a cara: controlar su teórica superioridad y no "machacar" a Feijóo

El líder del PSOE ha admitido que fue un error llamar "indecente" a Rajoy en el cara a cara de las generales de 2015.

9 julio, 2023 03:22

“¿Es insolvencia o es mala fe?”, repetía Pedro Sánchez desde la tribuna del Senado dirigiéndose a Alberto Núñez Feijóo. Era el 6 de septiembre de 2022 y el presidente del Gobierno había cogido al vuelo la petición retórica del líder del PP para debatir cara a cara con el presidente del Gobierno en el Senado.

Sánchez hizo una réplica extraordinariamente dura a Feijóo, repitiendo decenas de veces el lema de “¿es insolvencia o es mala fe?” y añadiendo un análisis pormenorizado de posibles incongruencias o contradicciones del candidato del PP y hasta haciendo de líder pretérito de la oposición en Galicia para cuestionar su gestión como presidente de la Xunta.

Abusó incluso de su oponente utilizando el privilegio que tienen los presidentes del Gobierno de poder estar en la tribuna por tiempo indefinido, mientras que la oposición tiene tasada la duración de las réplicas. Sánchez lo llevó al límite ese día, haciendo evidente la desproporción.

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El equipo de Moncloa, que capitanea ahora Óscar López como jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, hizo saber su satisfacción porque Sánchez había “destrozado” a Feijóo y había puesto en evidencia las limitaciones oratorias del líder del PP. Así lo contaban los fontaneros de Presidencia con evidente satisfacción en los pasillos de la Cámara Alta.

De hecho, aceptaron el debate en el Senado justo en el momento en el que ponían en marcha una estrategia que incluía como una de las líneas principales atacar y desgastar a Feijóo.

A los ministros se les hizo saber con insistencia que debían incluir en todas sus entrevistas e intervenciones públicas críticas al líder del PP. De esos días hay entrevistas de ministros en los que metían con calzador frases duras sobre Feijóo para cumplir la consigna de Moncloa.

En julio, Sánchez nombró a Pilar Alegría portavoz del PSOE con el encargo expreso de endurecer sus críticas al líder del PP y en septiembre designó portavoz del Grupo Socialista en el Congreso a Patxi López también con la consigna de ir a tope contra Feijóo.

En cada argumentario distribuido cada día desde Moncloa a ministros y dirigentes del PSOE había lugar para la descalificación del líder del PP.

Moncloa cree que eso sirvió para desgastar a Feijóo y para agrupar el voto del PSOE en un momento en el que, tras la mayoría absoluta del PP en Andalucía, los votantes se le escapaban a chorros al Partido Socialista.

Algo más de nueve meses después de aquel primer debate en el Senado no ha bajado el tono de esas críticas, pero hay dirigentes del PSOE, barones regionales y ministros que empiezan a admitir en privado que esa estrategia ha sido un error.

Victimizar al adversario

Sobre todo porque la polarización fomentada desde el Gobierno perjudica al Gobierno y sólo funciona desde la oposición, porque victimiza al adversario, porque pasa de la victoria en un debate al abuso, y también porque es contradictoria con la estrategia utilizada ahora de mostrarse como perseguido por los medios, por la oposición y por casi por todos.

Este lunes a las 22:00 horas Sánchez y Feijóo se enfrentarán en Atresmedia en el único cara a cara de la campaña electoral. Moncloa quiso que hubiera otros cinco más, dando por hecho que el presidente del Gobierno es mucho mejor en los debates y, por eso, está en condiciones de vencer claramente a su oponente.

Así es a priori, pero fuentes del PSOE advierten estos días sobre dos riesgos coincidentes entre sí para ese cara a cara: el exceso de confianza y el exceso de ganas de “machacar” a Feijóo.

El primero ya fue estudiado en 1993 cuando José María Aznar ganó contra todo pronóstico a Felipe González en el primer debate de la historia democrática que tuvo lugar en Antena 3. Y el segundo tiene que ver con el exceso de agresividad o de abuso que ya ocurrió en el Senado el pasado mes de septiembre.

Esa agresividad está en el tono y hasta en el lenguaje corporal. En el tono, porque Sánchez ya rompió su cara a cara con Mariano Rajoy en 2015 cuando le dijo “usted no es decente”. Los suyos aplaudieron a Sánchez, el socialista logró el titular y probablemente el triunfo del debate, pero el PSOE perdió las elecciones y poco después, en abril de 2016, el ahora presidente del Gobierno admitió en una entrevista en la Cope que se equivocó al utilizar esa frase contra Rajoy.

Este lunes puede correr también ese riesgo si no controla su teórica superioridad.

Y la agresividad está en el lenguaje corporal. Por ejemplo, hace unos días cuando Sánchez avanzaba el cuerpo hacia Pablo Motos en su entrevista en El Hormiguero de Antena 3.

Este análisis lo hacen también en el PP y, por eso, explican que Feijóo intentará en lo posible un tono más pausado, casi institucional. Su tesis es que los ciudadanos prefieren precisamente opciones políticas “más tranquilas”, después de una legislatura de infarto y con profusión de debates crispados.