Ni en sus mejores sueños la izquierda iba a tener posibilidades de gobernar ni en sus peores pesadillas Sumar iba a quedar por detrás de Podemos después de engullirles, pero ambas posibilidades ocurrieron. Yolanda Díaz tiene 31 escaños en el Congreso de los Diputados, 4 menos de los que consiguió Pablo Iglesias en 2019 y 7 menos que su mezcla con Más País y Compromís, aunque en un contexto mucho más difícil. Por lo pronto, Sumar salva los muebles y afronta la legislatura con fuerzas renovadas, pero pierde medio millón de votos por el camino.
Cuando Yolanda Díaz aceptó la misión de reconfigurar el espacio a la izquierda del PSOE y revalidar el Gobierno de coalición se concienció de dos pasos intermedios, al menos para estas elecciones: frenar la huida de votos hacia el socialismo y superar a Vox en la tercera posición. Ninguno ha ocurrido en la manera en que ella esperaba, y aun así el ambiente en el Espacio Larra fue de fiesta. Perder 7 escaños nunca sentó tan bien.
La clásica rueda de prensa de los líderes tras saber los resultados de las elecciones acabó convirtiéndose en un jolgorio colectivo, con una Díaz prácticamente afónica, escudada en primera línea por Ione Belarra y Ernest Urtasun y rodeada de un centenar de personas que no le dejaban enlazar dos frases antes de interrumpirla entre aplausos y vítores. A su espalda se encontraban, por fin compartiendo escenario, todas las formaciones que aglutinan Sumar.
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"Hoy la gente va a dormir más tranquila. La esperanza venció al miedo", rio la vicepresidenta segunda al inicio de su intervención, levantando a un Espacio Larra –su sede provisional– de Madrid que ya no volvió a sentarse. "Desde mañana me pongo a dialogar para garantizar el Gobierno en España", prometió Díaz, sabedora de que la derecha no tiene escaños suficientes para gobernar.
En su atropellada intervención, la líder de Sumar no ocultó en ningún momento su alegría por los resultados, aunque los números fríos dejen que desear (20.000 votos menos que Vox). Queda pendiente, eso sí, identificar a dónde se fueron los que faltan: los 600.000 votos que sí votaron a Unidas Podemos y Más País en 2019 y que, sospechan, se quedaron en casa como castigo al veto de Irene Montero o tiraron de voto útil, hacia el PSOE.
Al margen de las matemáticas, nada de eso parecía importar en el Espacio Larra. Un centenar vitoreaba a la vicepresidenta desde dentro y otros tantos se quedaron fuera mientras cantaban "dónde está, que no se ve, el tsunami del PP". La izquierda a la izquierda del PSOE nunca había logrado un resultado tan bajo desde antes de la formación de Podemos, pero la celebración fue tan vibrante que el cartel de Sumar en la entrada de la sede acabó por los suelos.
Sumar gana tiempo
En las últimas semanas Díaz ha vivido una campaña ciclotímica, ha visitado más plazas que ningún otro candidato y ha tenido que conjugar los espacios y guiños a una veintena de formaciones políticas que, por una vez, han puesto de su parte y acallado sus guerras internas. Todos los ojos estaban puestos en la noche de este domingo.
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La euforia del momento y las buenas perspectivas de revalidar la Moncloa son un balón de oxígeno para Díaz, que pierde escaños al mismo ritmo que gana tiempo. La vicepresidenta necesitaba más que nadie el respaldo de las urnas para evitar una rebelión interna en su coalición, un extremo que prácticamente todo el mundo daba por hecho si se perdían las elecciones. No ocurrió y, por tanto, a Podemos ahora le toca esperar.
La secretaria general de los morados, Ione Belarra, y la secretaria de Organización, Lilith Verstrynge, fueron dos de la docena de cargos seleccionados para compartir la foto victoriosa con el resto de líderes de Sumar, pero sus expresiones estaban lejos de ser triunfantes. Contenidas, sonriendo tímidamente, cubrieron el expediente durante la rueda de prensa y desaparecieron minutos después por la puerta de atrás.
Díaz ha insistido en que "el guion ha cambiado" y no podría estar más en lo cierto, tanto a nivel interno como externo. Está en condiciones de repetir como vicepresidenta, de ofertar ministros en una nueva coalición y de alargar la vida de Sumar por lo menos una legislatura, a pesar de los atropellos iniciales. También de heredar el espacio político por derecho propio, sin los dedazos de sus antiguos líderes.
Yolanda Díaz ha cumplido su papel. Es mucho más de lo que nadie esperaba.