Felipe González pidió ayer "transversalidad" en la política española. "Transversalidad" para que unas "minorías" no determinen las vidas de millones de personas con posiciones no deseadas por la mayoría.
Argumentó, en ese sentido, que la democracia es "respeto a las minorías", pero siempre que se parta de la premisa de que éstas aceptan su papel. "Lo que no puede ser es que las minorías impongan a las mayorías", que es lo que, dio a entender, está sucediendo hoy en España de la mano de Sumar y de los separatistas.
Para salir de esa trampa, el expresidente del Gobierno dijo que sólo hay un camino: "Si no hay acuerdos PSOE-PP no habrá ninguna reforma importante que se pueda llevar adelante". Más allá de porque cuando haya alternancia en el poder las normas que las sustentan serán derogadas, por el hecho de que muchas requieren de "mayorías cualificadas" en el Parlamento.
Por eso regañó a PSOE y PP: "Se tienen que enterar los dos". Y también tienen que hacer sus deberes, "respetarse a sí mismos, cumplir sus obligaciones, sus programas y lo que se aprueba en sus congresos partidarios", dijo, aquí, en clara alusión a Pedro Sánchez, a quien no citó por su nombre en toda la intervención.
Para González, en definitiva, "no hay posibilidad de hacer una reforma seria" en España "si no se ponen de acuerdo los dos grandes partidos". "Pónganse de acuerdo y no nos trasladen sus problemas", remató.
[González y Guerra hablan como "PSOE de hoy" contra la amnistía: "No nos pueden chantajear"]
El expresidente del Gobierno cerraba el acto de presentación en Madrid del último libro de Alfonso Guerra, (La Rosa y las Espinas, La Esfera, 2023) y lo hizo con un discurso que algunos de los asistentes calificaron de "memorable".
Los mayores aplausos los recogió cuando dijo que los socialistas deben plantarse ante el independentismo: "No podemos dejarnos chantajear por nadie, y mucho menos por minorías". Eso sí, reconoció que hoy, tanto él como Guerra y otros dirigentes de épocas anteriores, están "cuestionados". "Van a interpretar que somos viejos, que somos de otra época", le dijo a quien fue su vicepresidente.
Sin embargo se reivindicó como defensor de los valores del PSOE de "hoy": "La paradoja que vivimos, Alfonso, es que defendemos los principios de partido", dijo. Principios aprobados en el "último congreso" y en el "programa" electoral. "Pero no nos creen por el ruido que hay", explicó.
En el patio de butacas había históricos socialistas como Sáenz de Cosculluela, Rodríguez de la Borbolla, Rosa Conde, Matilde Fernández o Rodríguez Ibarra, pero también otros muy actuales, caso de Javier Lambán y Emiliano García-Page. Y entre ellos, el recién expulsado del PSOE Nicolás Redondo. Como uno más.
González dejó una frase un tanto confusa que alguno interpretó como una bofetada a Sánchez, aunque parece claro que iba dirigida a Yolanda Díaz. "Ni puedo ni quiero en este momento responder al Gobierno, porque todavía no sé lo que va a hacer y reclama un tiempo para saber lo que van a hacer. Sí puedo responder a las preguntas fundamentales que nos plantean un fugado de la Justicia y un perdedor de elecciones".
El expresidente se refería a Sumar. Acababa de hablar del peligro de dejarse arrastrar por minorías que no ganan las elecciones. Y retomó esa crítica para decir que "no es digno trasladarse a Waterloo" y "quien lo hace no es digno de representarnos".