EH Bildu ya tiene su foto. Tras más de cinco años de alianzas en el Congreso, el presidente ha dado por finiquitado el proceso de normalización de un partido que sigue sin condenar el terrorismo de ETA, pero que ha moderado su discurso para abarcar a un electorado más allá del movimiento abertzale. Ahora, la izquierda independentista vasca es la única fuerza del nuevo bloque de investidura que no pondrá condiciones a Pedro Sánchez a cambio de su apoyo.
El único pago, hasta ahora, ya se saldó este viernes a primera hora, con el presidente ofreciendo a los abertzales su primera foto conjunta tras cuatro años de alianzas, cinco desde que le brindaron la Moncloa por primera vez. A un lado, la portavoz Mertxe Aizpurua y el senador Gorka Elejabarrieta; al otro, Pedro Sánchez y el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Más tarde, ya a puerta cerrada, se sumó la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero.
La instantánea entre la número 2 de Arnaldo Otegi y el presidente del Gobierno, que se enmarca dentro de la "normalidad" de la ronda de consultas para la investidura, también tiene algo de inusual: Sánchez nunca se ha dejado fotografiar de manera oficial con nadie de Bildu. Lo más parecido a la imagen de hoy, y ya trajo cola, ocurrió el 17 de diciembre de 2019, cuando Aizpurua, Elejabarrieta y Oskar Matute mantuvieron una reunión concertada con Adriana Lastra (entonces número 2 del PSOE) y Rafael Simancas.
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El contexto ahora es bien distinto. La relación política entre las dos formaciones lleva años desbrozándose a base de pactos en el Congreso, abstenciones estratégicas —una de ellas para hacer presidente a Sánchez; y dos para darle el Gobierno de Navarra a María Chivite— y continuos guiños, tanto que desde el antiguo bloque de investidura, con sus idas y venidas, solía bromearse con que EH Bildu era "el único partido con sentido de Estado".
De nuevo, desde la formación independentista siembran sobre este relato y arguyen que no especularán con su voto en un momento como este. "Frenar a la ultraderecha es un mandato democrático", recalcan, y se muestran más dispuestos que nunca a "volver a colaborar [con] el PSOE" esta legislatura.
El problema de ETA
A pesar del cambio de tono de los abertzales, de sus pactos estratégicos en la agenda social del Estado y de los volantazos de Otegi para ampliar su base social y plantear una alternativa creíble al PNV, el problema de ETA sigue persiguiendo a la formación. Hace apenas una semana, Bildu se negó a condenar los ataques a la tumba y el monolito de Fernando Buesa, el dirigente socialista asesinado por la banda. Antes del verano, en las elecciones del 28-M, el partido incluyó en sus listas a 44 exetarras condenados, 7 de ellos con delitos de sangre a sus espaldas.
Más aún, ningún alto mando de la coalición independentista ha condenado los crímenes de la organización terrorista, pero nada de esto ha impedido consolidar una de las relaciones políticas más férreas del actual Congreso. De hecho, los abertzales son los únicos que no han puesto condiciones para garantizar esta tercera edición del Gobierno Sánchez, algo que ni siquiera Sumar ha replicado.
De momento, la gran piedra en el zapato de acercar al último preso de ETA a Euskadi ya se cumplió en marzo; otras más pequeñas, como hacerse con la presidencia de la Federación de Municipios de Navarra gracias al PSOE, llegaron la semana pasada. En un futuro inmediato, la formación abertzale tiene puesto el punto de mira en derogar las leyes que limitan los beneficios a sus presos y en que sean los juzgados penitenciarios vascos (no la Audiencia Nacional) los que analicen los casos de estos reclusos. Todavía no hay nada firmado, pero la intención se ha dejado clara en varias ocasiones.
La cuestión detrás de todo esto es que el doble rasero de no condenar la violencia ni enfrentarse al PSOE sigue granjeando éxitos en las urnas. El pasado julio ya superaron al PNV y, lo que es todavía más importante, el año que viene hay elecciones en Euskadi. Queda pendiente, si ganan, que consigan desbancarles del Gobierno también con ayuda de los socialistas.
De momento, nadie lo contempla.