Inquietud en Moncloa con los 5 de Podemos: "Son los únicos a los que no tenemos qué ofrecerles"
El PSOE pierde toda herramienta de control sobre los morados, que pasaron "a la oposición" tras la ruptura de Belarra con Yolanda Díaz.
26 diciembre, 2023 02:49Que tu socio de coalición hasta las últimas elecciones se vea reducido a una séptima parte de lo que era —que ya era la mitad de lo que fue—, no es problema si retienes el poder. Que Podemos tenga sólo cinco diputados, no le importó al PSOE porque Pedro Sánchez sigue siendo presidente... no, al menos, hasta que el partido de Ione Belarra anunció que se iba al Grupo Mixto.
Ahora, fuentes de la cúpula socialista confiesan que Podemos es el socio más peligroso. "Son los únicos a los que no tenemos nada que ofrecer", aseguran. "Incontrolables".
Aunque de puertas afuera se comprometen con "el Gobierno progresista", lo hacen con reservas: sólo porque es "la única alternativa a otro de la ultraderecha", y siempre que puedan "condicionar sus políticas". Y el entorno de Belarra, de puertas adentro, corrobora el diagnóstico de los socialistas: "Sánchez se queda ahora en minoría".
[Podemos presentará a Montero como cabeza de lista a las elecciones europeas este sábado]
Porque los cinco escaños morados están en la oposición. "Nosotros no tenemos ningún acuerdo con el PSOE", recuerdan. Y esto es, precisamente, porque Sánchez orquestó una operación con Yolanda Díaz para "ningunear" a Podemos y la líder de Sumar, "se pasó de frenada", vetando a Irene Montero hasta en las listas y, después, dejando sin portavocías al partido.
El anuncio de la ruptura fue apenas una semana antes de la primera gran votación de la legislatura: la toma en consideración de la Ley de Amnistía en el Congreso. Llegaron a correr rumores de que ahí se estrenaría la desestabilización con la que amenaza la nueva "autonomía" de Podemos. Pero los cortó Belarra de raíz, en una conversación con Bolaños.
Una cosa es que los morados no tengan el incentivo interesado del resto de los socios para aprovecharse de que el Gobierno dure. Y otra es que sean unos malos tácticos: hoy no le conviene a Podemos que todo salte por los aires, aún queda mucho trecho de tensiones para poder armar un discurso que les reconecte con la calle.
De ahí el acto público "masivo" del pasado fin de semana, y de ahí la reivindicación de que sus cinco votos "son pocos, y permitirán menos rédito que antes, pero si el Gobierno quiere sacar adelante sus proyectos, el programa de Podemos tendrá que ser atendido".
Llegar a mediados de 2024
Toda esta complicada aritmética parlamentaria obliga al PSOE a mantener unido, siempre y a todos los integrantes del bloque de la investidura de Sánchez. Una encrucijada para la que los socialistas han tenido que realizar concesiones como la proposición de Ley de Amnistía a demanda de Junts y ERC o, más recientemente, dar con los votos de los socialistas navarros la alcaldía de Pamplona a Bildu.
Y por todo esto, el PSOE ve a Podemos como su socio más peligroso en el Gobierno de coalición. La Ejecutiva de Pedro Sánchez teme que la deriva "revanchista" que ha tomado la formación fundada por Pablo Iglesias provoque un recorte repentino de la legislatura.
Fuentes socialistas confirman a EL ESPAÑOL que temen "más a Podemos, que a Junts o Bildu", las formaciones teóricamente más tóxicas para su proyecto, cada una por muy diferentes razones.
El objetivo de Sánchez sigue siendo el de que sus acuerdos garanticen una estabilidad con el horizonte de cuatro años de mandato. Pero, ante la complejidad de las motivaciones ideológicas y tácticas de los socios, desde el Gobierno ya se marcan hitos a corto plazo y analizar en qué situación llegan a mediados de 2024.
La ruptura de Podemos con Sumar ha provocado una sensación de inestabilidad que hace que el Gobierno vaya a tener que sufrir negociando para sacar adelante cualquier ley en el Congreso.
Los cinco diputados de la formación morada reivindican su "llave" como igual de valiosa que la del PNV (tentado por el PP), la de los siete Junts (sólo motivado por la reivindicación independentista), o los de ERC (que busca también avalar las políticas de su Govern) o los seis de Bildu (que mira con deseo un acuerdo por los presos de ETA).
Pero, ¿qué motivación externa puede tener Podemos? Ya no la de salvar ministerios, como Sumar, IU, o los Comunes... ¿Entonces, cómo controlarlos?, se pregunta la dirección del PSOE.
La oferta del Ministerio
Sánchez quiso evitar que se llegara a esta situación y, durante el proceso de formación de Gobierno, pidió a la líder de Sumar que incluyera a Podemos en el Ejecutivo. El plan era ofrecer un Ministerio al partido que dirige Ione Belarra y asegurar así la unidad del bloque.
Díaz trató de vender que su portavoz económico y miembro de la dirección morada, Nacho Álvarez, fuese la cuota de Podemos. Pero no coló: "La cartera de Podemos la elige Podemos", proclamaba el entorno de la secretaria general. Y Belarra, entonces, exigió que el Ministerio de Igualdad y que la titular fuera Irene Montero, no sólo vetada por Díaz en las listas al Congreso, sino por el PSOE en la Moncloa.
Esta demanda fue rechazada de plano. Y nada ayudó después que la dirección del Grupo Parlamentario Plurinacional de Sumar no integrase a ninguno de los líderes morados, primero; que se les negara tiempo en la tribuna en todos los primeros debates de la legislatura, después; y que se repartiesen las portavocías de comisión entre todas las confluencias de Sumar... menos ellos.
Mientras comenzaban las rencillas de la vicepresidenta segunda con la primera, Nadia Calviño, el PSOE clamó contra Díaz, pero también de puertas adentro. "Ha llevado demasiado lejos su venganza, y se le ha ido de las manos".
La estabilidad perdida
Si de algo presumía Sánchez en su anterior mandato era de ser el presidente más estable con el menor apoyo parlamentario de la democracia. Y con razón, porque los avatares que hubo de superar (internos y externos) fueron inmensos. Apenas lleva un mes al frente del Gobierno de esta XV Legislatura, y su anterior socio principal, todavía imprescindible, se ha ido "a la oposición".
La beligerancia en el mensaje de los líderes de Podemos contra Sumar y el Gobierno desde entonces ha provocado temor en las filas socialistas. Ya durante los últimos meses de la anterior legislatura, la presencia de Belarra y Montero en el Consejo de Ministros creaba un clima de tensión con el resto de miembros del Ejecutivo.
"Ya eran oposición entonces", confiesa una fuente de aquel Ejecutivo, "pero estaban dentro". Es decir, eran controlables, porque guardaban su cuota de poder.
De hecho, en lo que se refiere a la estabilidad, base para cualquier acción de Gobierno en el imaginario de Sánchez, al PSOE le inquieta más la relación con Podemos que las mesas de negociación en Suiza con Junts y ERC.
Podemos quiere hacer valer su marca, ya que acusó a Yolanda Díaz del completo "borrado" de su firma. De momento, Belarra ya ha rechazado la oferta de concurrir a las próximas elecciones gallegas en coalición con Sumar e Izquierda Unida, pese a que la oferta parecía que empezaba a enmendar los errores: cada partido tendría el 33% de los candidatos.
En su nueva posición son pequeños, pero autónomos. Tienen voz, iniciativa parlamentaria para presentar proposiciones y, sobre todo, libertad de voto. Un voto, cinco votos, siempre imprescindibles.