Cómo lanzar una 'start-up' en política: tres años para parir Izquierda Española vistos desde dentro
Guillermo del Valle y Javier Maurín, los dos amigos que impulsan el nuevo partido socialdemócrata y antinacionalista, relatan los detalles de su puesta en marcha.
21 enero, 2024 02:44Un síntoma de la consolidación de un partido político es el canibalismo de sus integrantes, pero si nos atenemos a los dos últimos lanzamientos de éxito —Podemos y Ciudadanos— podemos concluir que el inicio siempre es un canto a la amistad. Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, Albert Rivera y Fernando de Páramo eran como una suerte de misioneros al servicio de una idea.
Ahora, ponemos la microcámara en Guillermo del Valle y Javier Maurín, los dos chavales —la juventud también parece un requisito— que están poniendo en marcha Izquierda Española, formación de nuevo cuño que concurrirá a las elecciones europeas del próximo junio. Tienen 34 y 36 años, respectivamente.
Existen muchas similitudes entre la creación de una start-up y la de un partido político: las dificultades burocráticas, lo complicado de encontrar financiación, la escasa posibilidad de alcanzar el objetivo, una voluntad férrea, una entrega delirante.
El camino emprendido por Izquierda Española alcanza su cénit en las reuniones navideñas telemáticas con gripes y moqueos, con las familias preguntando a ver cuándo se cena, que vaya alegría que te haya criticado tal ministro o tal presidente autonómico. "La crítica es el síntoma de que algo empieza a funcionar", decía el otro día Guillermo del Valle en una entrevista con este periódico.
Si Del Valle es quien actúa como portavoz, Javier Maurín es el hombre de las máquinas. Guillermo trabaja como abogado en un despacho. Javier es técnico comercial en una empresa pública. Ambos, apasionados de la Filosofía política. La vinculación con la Academia parece también otro requisito ineludible. Ahora es Maurín quien relata el proceso de creación, ese camino de servidumbre si utilizamos el título de Hayek.
Antes que nada, un breve eslogan a modo de contexto. Izquierda Española es, a tenor de sus ideas sobre economía y trabajo, un partido socialdemócrata clásico, laborista, pero que incluye una fuerte novedad respecto a lo que podríamos llamar "izquierda oficial": su rechazo al nacionalismo y a cualquier pacto con estos partidos.
El giro del PSOE y las fuerzas a su izquierda en ese sentido empezó hace años, en época de Zapatero, pero hoy, el acuerdo de Sánchez con Puigdemont ha fabricado la marmita perfecta donde Izquierda Española está pudiendo burbujear.
La organización todavía no tiene sede, aunque pronto la tendrá. Así que Maurín nos va contando esta historia entre cafeterías, paseos por la calle y notas de voz. Todo ello en sus horas libres. Porque esa es otra: el reto de compatibilizar el curro con la creación del partido.
"Tenemos que hablar de El Jacobino. Es el inicio del camino", arranca Maurín. Ese fue el nombre del canal de YouTube que él y su amigo Del Valle pusieron en marcha en junio de 2020, cuando comenzó la desescalada de la pandemia.
"Estábamos dando un paseo juntos. Eran esos días de desesperación, en que buscabas cualquier excusa para salir a la calle. Vimos ese espacio político huérfano de representación y nos propusimos crear contenido para llenarlo", cuenta.
Ya desde el principio, Del Valle asumió el rol de portavoz y Maurín el de escritor de papeles y estrategias. ¿Por qué El Jacobino? "En la Revolución Francesa comenzó lo que es hoy la clásica división entre izquierda y derecha. El jacobinismo representaba las políticas revolucionarias de izquierdas, que tuvieron un componente centralista".
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Porque, tal y como contó Del Valle a este diario, su partido se inclina "sin complejos" por una recentralización de ciertas competencias, como la salud o la educación. Izquierda Española concibe que "la igualdad de derechos" es mucho más fácil de conseguir con un modelo prácticamente opuesto al del Estado de las Autonomías.
En este punto, miembros de PSOE y Sumar los tachan de voxeros encubiertos, pero Del Valle contesta en esta línea: "Vox es la extrema derecha. Ellos tienen una concepción esencialista de la idea de España, nosotros no. Ellos conciben que la nación debe hablar como un solo hombre, nosotros no. Ellos son Dios, nación y familia. Nosotros somos igualdad, solidaridad y, sobre todo, laicidad".
Más que con Abascal, Izquierda Española tiene que ver con algunos desencantados de Ciudadanos, UPyD, Izquierda Unida y el PSOE. Su principal misión consiste, en parte, en evitar ser vistos como un partido de reciclados, de gente que busca otra plataforma con la que continuar en política.
Echó a andar El Jacobino: "Convocábamos un debate al mes con bastante profundidad ideológica. Siempre con la vista puesta en el Estado Social y los derechos cívicos". Visto el éxito de los vídeos, un año más tarde, en 2021, evolucionaron el canal de YouTube a think tank —un laboratorio de ideas—.
En ese lapso, se unen dos personas hoy también fundamentales en Izquierda Española: Arturo Fernández Le-Gal (ahora responsable de Comunicación; entonces trabajaba para una consultora política) y Marc Luque (el más joven de todos, graduado en Humanidades).
¿Rojipardos?
"Uno de nuestros primeros grandes actos de Madrid, en el edificio de los abogados de Atocha, coincidió con una crítica que nos lanzó Antonio Maestre. Habló de una conspiración rojiparda", relata Maurín.
Maestre es uno de los tertulianos más mediáticos de la izquierda y aquello puso a El Jacobino en el foco. Lo de "rojipardos" es el calificativo que más se lanza todavía hoy contra Izquierda Española.
¿Qué significa? Se conoce como "rojipardos" a aquellos proyectos políticos que se dicen de izquierda, pero que en realidad sirven como caballo de Troya de ideas fascistas. De ahí lo de rojos y pardos. Lo rojo aderezado con las camisas pardas de Mussolini.
Arrimando este calificativo al ascua de su sardina, en PSOE y Sumar refieren el presunto rojipardismo de Izquierda Española como la conjunción de políticas económicas de izquierdas con una radical concepción de la tradición y la cuestión nacional.
Maurín dice que eso del rojipardismo se lo toman con mucho humor. Incluso algunos miembros de Izquierda Española presumen de ello. Una vez más, el ataque del contrario como plataforma. Véase el caso de Ayuso con PSOE y Podemos o el de Sánchez con Sumar.
Otro hito en el crecimiento de El Jacobino fue la participación de Del Valle en Playz, el canal joven de RTVE, que viralizó sus formatos. "Empezamos a viajar y a realizar actos por toda España. Recuperábamos la cercanía que se echaba de menos con la pandemia y que es imprescindible en política", apunta Maurín.
Se financiaban con donaciones de diez y veinte euros. A eso se unían las aportaciones principales de los fundadores: "Hacíamos encaje de bolillos para pagar el sitio, al técnico de sonido, la empresa que grababa, los transportes...".
Comprobada la vitalidad del proyecto, siendo cada vez más los inscritos, Del Valle y Maurín fundaban una suerte de delegaciones territoriales, que ganaron peso y cuerpo y, ahora que se ha estrenado el partido, han colaborado con la redacción del programa y la presentación del tejido asociativo de cada Comunidad.
"Madrid y Cataluña son los dos núcleos más importantes, pero también Andalucía, Asturias, Valencia y Castilla y León. Otra cosa importante es que nos han enlazado con los medios de cada sitio", refiere.
Esto último resulta muy importante, ya que la estructura da la prensa escrita en España es regional, y no nacional. Es decir: los diarios más leídos en las Comunidades autónomas son los territoriales.
El partido
Todo esto ocurrió en dos años y medio. La presión de los partidarios del proyecto y la ilusión de sus impulsores desembocó en el convencimiento: "Tenemos que presentarnos a las elecciones".
Se han elegido las europeas —también lo hizo así Podemos— porque tocaban en el calendario y porque son las más sencillas para empezar. Funcionan por circunscripción única y reunir 300.000 votos en toda España es suficiente para lograr un escaño y echar a andar.
"Se descartaron muchísimos nombres. Abrimos el debate en los canales de WhatsApp y Telegram y recibimos un montón de opiniones. Después, el comité de dirección, junto a expertos en marketing, eligió Izquierda Española", revela Maurín.
Estos últimos pasos se dieron en medio de un gran "secretismo". Del Valle y Maurín temían que miembros de PSOE y Sumar se enteraran del nombre y lo registraran antes que ellos.
Llegó al fin lo más costoso y lo menos apasionante: la preparación de los estatutos, las visitas al notario, las actas fundacionales, las subsanaciones de "no sé qué documentos"... Marín lo describe como "muy farragoso". Es tan aburrido que no conviene mencionar los detalles concretos.
El 27 de diciembre llegó la notificación del registro: Izquierda Española ya era un partido político. No se buscó el momento, pero la casualidad fue un acierto. La ausencia de noticias importantes esos días permitió que los medios cubrieran más y mejor la noticia.
—¿Y ahora?
—Lo primero es terminar de construir la estructura provisional del partido. Hemos registrado la marca, pero debemos levantar una gestora que se encargue de llevar a la organización hasta su congreso fundacional.
—¿Será antes de las europeas?
—No creemos que nos dé tiempo. Pero es la prueba de que no hemos venido para intentar dar un pelotazo en las europeas y ya está. Hemos venido para quedarnos. Creemos que nuestro proyecto tiene espacio y recorrido en la política española.
—¿Y los afiliados?
—Estamos en ello. En cuanto consigamos el NIF, podremos abrir las afiliaciones. Ah, y estamos a punto de estrenar la página web.
El trabajo más avanzado es el "ideológico". La travesía de tres años realizada antes por El Jacobino les permite tener un programa electoral y un discurso depurado.
Adrián Barbón, presidente de Asturias, ha escrito: "No deja de sorprenderme leer que necesitamos un partido de izquierdas no nacionalista. Pues bien. Ya existe y cumple en mayo 145 años, el PSOE".
Pablo Echenique dice que la prueba del algodón del rojipardismo de Izquierda Española es el apoyo que le brindan los "operadores mediáticos" la derecha. Óscar Puente los llama "castigados sin postre de Ciudadanos y otros tránsfugas". Ramón Espinar los califica como "pastiche entre Alfonso Guerra, Fernando Savater y Juan Pablo II".
"Algo ha empezado a moverse", celebran Del Valle y Maurín.