El Congreso de los Diputados investiga de cerca el allanamiento de cuatro despachos de Podemos, reasignados ahora a Sumar, y la manipulación de sus pertenencias, que aparecieron "revueltas y desordenadas" en los pasillos del edificio. Fuentes cercanas a la presidenta de la Cámara, Francina Armengol, aclaran que ningún funcionario del hemiciclo desalojó las oficinas y sospechan que todo se trate de "un lío entre excompañeros" del grupo parlamentario.
Según revela a EL ESPAÑOL un testigo presencial de los hechos, los miembros del partido se encontraron con la escena el lunes al filo de las 19.00 horas, al entrar en la cuarta planta del hemiciclo donde hasta ahora tenían su zona de trabajo. La Policía acompañó entonces a una diputada al lugar de los hechos y tomó fotografías de los pasillos.
En ese momento se habían asaltado cuatro despachos, incluido el de Lilith Verstrynge, que renunció al escaño a finales de enero, pero no el de Ione Belarra. A la mañana siguiente, cuando fueron a ratificar la denuncia en la comisaría de la Cámara, se encontraron con que este último también había sido allanado en algún momento de la noche.
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"Nos encontramos con las claves de acceso cambiadas, no podíamos entrar", asegura una fuente presencial, "y cajas tiradas con nuestras cosas por los pasillos, revueltas y desordenadas, un portátil, documentos personales...", enumera. Otra fuente va más allá y especifica que encontraron "fichas con información sensible" sobre los diputados en las zonas de tránsito del edificio.
Nadie en el partido sabe exactamente cuándo se produjo el allanamiento, al que en los pasillos del Congreso ya se empieza a conocer como la toma del Despacho de Invierno. Los diputados morados, por su parte, se encuentran ahora en sus nuevas dependencias, en una entreplanta inferior, y compartiendo dos salas multiusos en lugar de cuatro oficinas personales.
Fuentes cercanas a la Presidencia del Congreso aclaran que los despachos allanados se asignaron al grupo parlamentario de Sumar al inicio de legislatura y que, por motivos internos, acabaron en manos de Podemos cuando todavía formaba parte de la coalición electoral. Los morados, no obstante, decidieron romper la alianza el diciembre pasado y pasar al Grupo Mixto.
Un acta de la Mesa del Congreso del pasado 30 de enero a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL confirma que ese momento fue clave para entender lo que ha pasado esta semana. El documento ve "preciso modificar el acuerdo de distribución de espacios entre los grupos parlamentarios" tras la salida de Podemos, asignando a los morados "los despachos 53 a 56 de la planta 3bis", en otro ala del edificio.
No obstante, desde Podemos argumentan que "en ningún momento" se les notificó que abandonaran las dependencias. Efectivamente, la resolución del Congreso no explicita que los morados deban ser despachados, sino sólo que se les otorgan nuevas alas multiusos para que el Grupo Mixto tenga más espacio, ya que pasó de tres a siete diputados.
En Sumar, en cambio, creen que "se sobreentiende" el cambio de unos espacios por otros y que "queda implícito" que los diputados de Podemos deberían trasladarse a una zona distinta. Palabra por palabra, el documento oficial recalca solamente que Sumar pierde despachos por tener cuatro diputados menos, nada más, por lo que los morados insisten en seguir ocupándolos.
¿Y qué dice el Congreso? Lo primero, que ningún funcionario ha entrado en los despachos, lo cual implica que la orden de desokupación no partió de Francina Armengol sino de alguien ajeno al personal de la Cámara. Lo segundo, que los diputados de Ione Belarra sí deberían mudarse, aunque el documento no lo explicite. Y lo tercero, que la Cámara Baja no quiere tener nada que ver con esto y que todo el follón "es entre Sumar y Podemos".
Los cuatro diputados de Podemos abandonaron en diciembre el Grupo Plurinacional y se pasaron en bloque al Grupo Mixto (en realidad fueron cinco pero una de ellos, Lilith Verstrynge, renunció al cargo hace dos semanas). El secretario general de Sumar, Txema Guijarro, asegura que le dio a Podemos "un tiempo prudencial" para abandonar las oficinas y que tenía a "compañeros esperando" al desalojo, el cual esperaba que se ejecutara con normalidad. No fue así.
El despacho no se toma por consenso, el despacho se toma por asalto.