El País Vasco ha votado y sus ciudadanos han elegido continuidad. El PNV gana las elecciones a EH Bildu en votos, pero empata en escaños (27). El partido de Andoni Ortuzar pierde apoyos y el de Arnaldo Otegi sube con fuerza, pero el PNV se perpetúa en la lehendakaritza e Imanol Pradales gobernará con el apoyo del PSE (12 asientos).
El PP rentabiliza poco su subida en las tres provincias con siete escaños, y cosecha sólo un escaño más que en 2020, subiendo de seis a siete. No logra su objetivo de ser decisivo ni de dejar fuera a Vox, que mantiene su asiento por Álava.
Podemos desaparece y no obtiene representación, partiendo de seis diputados. Quien hereda su espacio, aunque convertido en testimonial es Sumar, con un escaño.
Los resultados lo dejan claro: el novato Pradales salva la papeleta de un PNV envejecido, y mantendrá el poder en coalición con el PSE-EE. Lo hará, muy probablemente, con el líder socialista, Eneko Andueza, de segundo. Y en todo caso, en un nuevo Parlamento vasco que tendrá una abrumadora mayoría absoluta soberanista, de 54 sobre los 75 asientos.
Ya los primeros sondeos conocidos al cierre de las urnas daban al PNV como la formación más votada, y los datos finales lo confirmaron. Pero sobre todo, las cifras definitivas aclaran que se abre una nueva etapa política en el País Vasco, en la que la batalla será por la hegemonía nacionalista.
Pero se confirman dos continuidades. La primera, que nada cambiará (a pesar de que el nombre del lehendakari será otro); y la segunda, que se mantiene la tendencia hegemónica al alza de las opciones soberanistas.
Desplome de Podemos
Esto es así porque, como dato más importante, el PNV es el partido más votado, una vez más, con el 35,2% de las papeletas. Y lo será con una caída menor de lo previsto, de 4 puntos.
Los sondeos de las últimas semanas indicaban que la formación heredera de Batasuna adelantaría en votos (y más probablemente, en escaños) al nacionalismo tradicional.
La subida de Bildu se basa claramente en el desplome del espacio que representaba Podemos hasta ahora.
Los morados se desploman del 8,1% al 2,25% y se quedan fuera del Parlamento. Algo parecido le ocurre a Sumar, la coalición de Yolanda Díaz, logra un representante en la Cámara autonómica, con el 3,3% de los votos, pero su peso será mínimo.
Por otra parte, también se mantienen las tendencias en el sentido de que, efectivamente, la mayoría nacionalista sigue avanzando. Y la suma de los partidos constitucionalistas apenas se mueve: sube cuatro décimas (del 30,6% al 31%).
[Pradales y Andueza muestran su sintonía en la jornada de reflexión en el mercado de Portugalete]
El próximo Parlamento vasco será el más soberanista de la Democracia, pero se desmiente el anunciado tsunami. En las últimas elecciones, las de julio de 2020, PNV y EH Bildu sumaron el 67% de los sufragios. En éstas, aúnan el 67,7%; sólo 0,7 puntos más que hace cuatro años.
Asimismo, es reseñable que el PSE de Andueza no sólo mantiene apoyos, sino que logra un leve aumento que le permitiría avanzar de los 10 escaños de hace cuatro años a los 12.
Por eso se puede decir que, a pesar de lo debatido y de una última semana marcada por las declaraciones de Peio Otxandiano sobre la vinculación histórica de Bildu con ETA, nada cambiará.
La ley electoral vasca aseguraba, en todo caso, la elección del nacionalista Pradales como lehendakari. En la sesión de investidura sólo se puede votar sí o abstenerse ante el candidato.
[PNV y Bildu exhiben con Junts y ERC el frente independentista en el cierre de la campaña]
De este modo, aunque PNV y PSE no hubieran acabado sumando mayoría absoluta (cifrada en 38 escaños), Otxandiano no habría tenido opciones de sumar con el resto de grupos... salvo que el PSE o el mismo PNV traicionaran su palabra de no gobernar con los abertzales.
El PP confiaba no sólo en sacar a Vox, sino en ser necesario para la gobernabilidad. La subida de los populares en las tres provincias resulta, en todo caso, insuficiente para las expectativas de Javier de Andrés. Los populares ganan 2,4 puntos y pasan de seis a siete escaños.