A los pocos minutos de publicarse la carta de Pedro Sánchez, el PSOE se ha volcado como si fuera un solo hombre. Miembros del Gobierno y del partido han inundado las redes sociales con mensajes de apoyo al presidente, que enarbolan una misma consigna: la ultraderecha y la derecha, tanto política como mediática, se han unido para acabar con el jefe del Ejecutivo ante la imposibilidad de hacerlo en las urnas.
Ese es el relato que promueve la dirección socialista desde este miércoles. Y ese es el mar de fondo en el que intentarán que navegue la opinión pública de aquí hasta el día 29, cuando Sánchez se ha comprometido a anunciar su decisión.
La carta también ha provocado, a partir de las 22:00 horas, una concentración de fieles a las puertas de la sede del PSOE, en Ferraz. La cita se convocó a través de las redes sociales para mostrar su respaldo a Sánchez y a su familia.
Las fuentes de Moncloa consultadas por este periódico responden con asombro: “Estamos igual que vosotros”. Distintos portavoces relatan que el presidente ha escrito la carta él mismo y que después ha consultado el texto con algunos colaboradores antes de colgarlo en sus redes sociales.
Sánchez no utiliza su cuenta de Twitter desde hace tiempo. De hecho, en la presentación de su libro reveló haber aconsejado a Óscar Puente hacer lo propio. Pese a la fuerza con la que han salido a posicionarse en las redes sociales, los dirigentes del PSOE consultados por EL ESPAÑOL se muestran muy desconcertados en privado.
Algunos ven posible que Sánchez se vaya. Otros no creen que llegue a ese extremo. Pero tanto unos como otros entonan un remedo del “no pasarán” republicano durante la Guerra Civil y apuntalan la tesis de una alianza cavernosa entre partidos de derechas y extrema derecha con medios de derecha y extrema derecha.
Sirva como muestra este tuit de Patxi López, portavoz del PSOE en el Congreso: “Ahora más que nunca, los socialistas estamos con nuestro presidente. Pedro Sánchez representa la dignidad y el coraje que se necesita frente a una derecha inmoral y dispuesta a todo. Presidente, ¡no pasarán!”.
Pilar Alegría, ministra de Educación y portavoz del Gobierno, ha dicho: "No es Pedro Sánchez ni su destrucción política y personal o la de su familia. O no sólo es eso. Es sobre todo el empeño de la derecha en invalidar un gobierno progresista legítimo porque entienden que el poder les pertenece".
Elma Sáiz, ministra de la Seguridad Social: “Lo que ha pasado hoy en este país ha sobrepasado cualquier límite, tanto de la vida pública como de la privada”. La vicepresidenta Teresa Ribera: “No todo vale en política. Tenemos un presidente de primera. Ni él ni su familia merecen esto. Pero España tampoco”.
Luis Planas, ministro de Agricultura: “Eres un gran presidente. Begoña y tú sois grandes personas”. Esther Peña, portavoz de la ejecutiva socialista: “Las mentiras duelen, pero nunca ganan. Ganará una vez más tu determinación y nobleza. Siempre en tu equipo, presidente”. Y así sucesivamente.
Existe en el Congreso y en el Senado –este miércoles en plena ebullición por las comisiones de investigación– la sensación de última batalla, de una olla que acaba de reventar. Es como si Sánchez hubiese golpeado y puesto en juego la pelota de un match ball en contra.
En los pasillos de las Cortes, unos y otros elucubran a trompicones. Siempre con una pregunta en la boca: ¿cómo va a reaccionar la sociedad? Porque de eso se trata. Sánchez se ha colocado a sí mismo en stand by para testar una reacción. Las de sus compañeros, que aquí consignamos, forman parte de lo previsible. El PSOE y el Gobierno, como estructuras verticales, han respondido rápido.
Existe un precedente político ligeramente similar, aunque por un caso que nada tenía que ver. Fue puramente político y nada personal. En 1979, Felipe González dimitió como secretario general del PSOE después de que la organización rechazara la renuncia a las tesis marxistas, tal y como proponía el líder sevillano.
Acto seguido, la presión de la militancia llevó a la gestora a escogerlo de nuevo. El golpe de efecto buscado por González fue un éxito. Tres años más tarde, un Partido Socialista renovado y lejos del marxismo ganó las elecciones generales por mayoría absoluta.
Ese es el debate en los medios: ¿es sincero Sánchez? ¿Busca un golpe de efecto o realmente se está planteando dimitir? En el PSOE se niegan a abordar oficialmente ese interrogante, dan carta de veracidad a las palabras de Sánchez y no entran a analizar las informaciones sobre Begoña Gómez y esos presuntos delitos de tráfico de influencias que acaban de motivar la apertura de diligencias en un juzgado de Madrid.
En la mañana del miércoles, Sánchez decía que, "a pesar de las informaciones conocidas", sigue confiando en la justicia española. Horas después, publicaba su carta anunciando la cancelación de la agenda pública y dejando en vilo al país con una posible dimisión.
Los socialistas, con la excepción de un minúsculo grupo de críticos que no quiere opinar con nombre y apellido, no creen que existan indicios para investigar judicialmente a Begoña Gómez y lo encuadran todo en la mencionada alianza de medios de “extrema derecha” con partidos de “extrema derecha”.
En los partidos de la oposición ocurre –también como era previsible– justo lo contrario. En PP y Vox no otorgan ninguna credibilidad a la carta de Sánchez y aseguran que el presidente no se marchará bajo ningún concepto. Hablan de “tacticismo” y lo vinculan a la “actitud habitual” de Sánchez.
El resto de marcas que apoya la coalición también ha mostrado su solidaridad con Sánchez. En Podemos, por ejemplo, trazan un paralelismo entre las informaciones sobre Begoña Gómez y los ataques a la casa en Galapagar de Pablo Iglesias e Irene Montero.
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y líder de Sumar ha dicho: "Todo el apoyo a la decisión del presidente del Gobierno en un momento difícil. La ofensiva de la derecha no puede salirse con la suya. Hay que defender la democracia, el bloque progresista y la legitimidad del Gobierno de coalición que tanto ha mejorado la vida de la gente".
Gabriel Rufián se ha encargado de sellar el apoyo de Esquerra al Gobierno en la situación actual: “Quienes acosaron durante meses a Irene Montero frente a sus hijos, quienes mataron políticamente a Mónica Oltra con una mentira y quienes te convencieron de que quizá estaba bien meter a la gente en la cárcel por un referéndum ahora van a por un PSOE que muchas veces miró hacia otro lado cuando pasaba. A pesar de todo ello, hoy solo cabe apoyar y aguantar. Antes rotos que doblegados”.
Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, también ha mostrado públicamente su apoyo al presidente del Gobierno -con quien tantas veces ha discrepado-, diciendo que coincide con Sánchez en que "no todo vale en política", afirmando "empatizar con sus emociones".
Tampoco ha fallado José Luis Ábalos, aún fiel al líder del Ejecutivo pese a las investigaciones y derivadas del 'caso Koldo', que han acabado afectando a Begoña Gómez, causa original de las dudas sobre su continuidad, tal y como expresa en su carta. El ex ministro de Transportes anima a Sánchez a no rendirse, pues "solo continuando con la lucha se podrá salvar la convivencia democrática, el respeto a las personas y a las instituciones".
La exministra de Igualdad Irene Montero ha querido también mostrar su apoyo y "cariño" a Pedro Sánchez desde su perfil de X.
"Sabemos bien por lo que estás pasando y que es importante no estar solo", afirma Montero. Y concluye diciendo: "Tuvimos que pararles los pies mucho antes. La guerra judicial y mediática fue antes contra su Vicepresidente, Vicky Rosell, Isa Serra, Podemos o la Ley Solo sí es sí".