Como cada primavera, Andalucía festeja estos días la resurrección de Cristo con las alegóricas cruces de mayo: repletas de geranios, gitanillas, abanicos, sillas de enea pintadas de colores y mantones flamencos que cuelgan en las rejas. Una miscelánea de fervor popular que, este año, también rinde culto a otro renacido: Pedro Sánchez.
La estampa del presidente del Gobierno ocupó este viernes un lugar privilegiado en el Día de la Cruz de la localidad granadina de Armilla. En la sede del partido, la alcaldesa, Dolores Cañavate, colocó el rostro de Sánchez a los pies del madero, poco después de su proceso de reflexión-pasión y posterior ascensión a los cielos desde los muros de la Moncloa, donde el pasado lunes entonó un particular "me quedo".
Junto al conjunto, se fotografió Dolores sonriente y colgó la instantánea en su cuenta de Instagram con el siguiente mensaje: "Hoy es un día muy especial. Disfrutemos de nuestra tradición y de nuestras fiestas. El tiempo acompaña. ¡Feliz Día de la Cruz!". Más tarde, encendida la mecha de la polémica, sustituyó la foto por otra en la que aparecían las siglas de su formación en el lugar de Sánchez.
Lo cierto es que el "puto amo", que dijera Óscar Puente del número uno de su formación, fue oficialmente canonizado a mayor gloria de su martirio: las insidias fabricadas por la "máquina del fango" de la "derecha a la ultraderecha" contra él y su mujer, Begoña Gómez, a la que un juez ha puesto la lupa por un posible delito de tráfico de influencias.
Desde que Sánchez escribió, de su puño y letra, la carta abierta a la ciudadanía en la que anunció que se tomaba un periodo de meditación para decidir sobre su futuro profesional ante los ataques incesantes de la oposición y sus "colaboradores necesarios" (en alusión a periodistas y jueces); el PSOE, en tromba, ha dado a la figura de su secretario general un trato mesiánico.
[Alabado sea Sánchez: el PSOE de Armilla monta un altar al presidente en su Cruz de Mayo]
Durante el encierro, los socialistas prepararon una movilización que Sánchez calificó de "masiva" (acudieron 12.000 simpatizantes) y en la que se entonaron distintas plegarias. "Quédate" fue la más repetida. María Jesús Montero, número dos del Gobierno y de Ferraz, incluso se dejó mecer por los fieles a las puertas de la sede, con las manos cruzadas en alto.
"Lo que yo espero es que este Comité Federal tenga la capacidad de trasladar el apoyo incondicional que todo el PSOE, y yo diría mucho más allá del PSOE, tiene hacia el presidente", suspiró la vicepresidenta en el acto de desagravio que se organizó hace una semana para convencer a Sánchez que siguiera en pie.
"Es el puto amo"
Horas más tarde, el domingo, durante un congreso de los socialistas en Galicia, el ministro de Transportes subió el listón de los halagos: "La influencia de España en Europa y en el mundo, es hoy incluso mayor que en los tiempos de Felipe González que fue un líder con mucho predicamento en el exterior. Pero es que Pedro Sánchez no es que tenga predicamento, es que es el puto amo".
Montero y Puente son solo algunos de los dirigentes socialistas que han arropado a Sánchez con el calor de sus palabras en estos días. A pesar de que, internamente, algunos cargos -pocos- han confesado su preocupación por la falta de cantera ante una hipotética sucesión, toda la dirigencia, en público, ha mostrado una fe ciega hacia el presidente, que ahora se muestra decidido a continuar siete años más.
En el ecuador de la campaña de Salvador Illa en Cataluña, Sánchez ha sido el protagonista indiscutible. Primero con su aparición estelar en la Feria de Abril, donde los socialistas le recibieron en una caseta al grito de "¡Pedro, Pedro, Pedro; Pedro, Pé!". Y donde el contenido de su carta a la ciudadanía, palabra por palabra, se ha terminado convirtiendo en el hilo conductor de sus dos arengas.
La actitud mostrada por el PSOE, eso sí, ha recibido numerosas críticas a cada lado del muro. Tanto algunos socios de la coalición como la oposición han acusado al jefe del Ejecutivo de diseñar una estrategia en torno a su círculo más íntimo para recobrar el aliento a escasas semanas de que se vote en Cataluña y a mes y medio de las europeas.
Este sábado, Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, en el mitin central de la campaña de su partido en Badalona, incidió en el hiperliderazgo de su rival y reprochó que los socialistas están "obligados a aplaudir a Sánchez diga lo que diga", porque "necesita que la gente considere que es el amo". Y agregó: "Aquí no hay amos, hay servidores públicos".
Cuando se supo el desenlace de la cuenta atrás de Sánchez, el jefe de la oposición, sintetizó: "La reflexión termina con una confesión que en realidad ya todos conocíamos: no acepta la discrepancia. Quiere un país a su medida y a su servicio, ciudadano a ciudadano, institución a institución. Y detrás de toda su escenificación está la pretensión de ser aún más presidente, aunque sea a costa de aún menos Democracia".
Por su parte, José María Aznar, expresidente del Gobierno, a través de una nota escrita por la fundación que preside, Faes, acusó a Sánchez de suplantar la presidencia del Gobierno por una "comedia de caudillismo lacrimógena". El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a su vez, alertó del "cesarismo" que envuelve a la figura del presidente.