A la izquierda, Carlos Westendorp, primer jefe de Sánchez y ministro con Felipe González. A la derecha, García-Margallo, el ministro más longevo del PP en Exteriores.

A la izquierda, Carlos Westendorp, primer jefe de Sánchez y ministro con Felipe González. A la derecha, García-Margallo, el ministro más longevo del PP en Exteriores.

Política CRISIS DIPLOMÁTICA

Westendorp y Margallo, exministros de Exteriores: 'Que Sánchez y Milei no mezclen gobierno y Estado'

García-Margallo es el ministro del PP con más años al frente de Exteriores. Carlos Westendorp, del Gobierno de González, fue jefe de Sánchez.

21 mayo, 2024 02:22

José Manuel García-Margallo y Carlos Westendorp reúnen dos cualidades interesantes para analizar la crisis diplomática con Argentina, más allá de su experiencia al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores. El primero ha sido el más longevo del PP en esa tarea y el segundo fue el jefe de Pedro Sánchez cuando dirigió la representación de la ONU en la pacificación de Yugoslavia.

Su análisis, como veremos, resulta en algunos puntos diametralmente opuesto –Westendorp endosa más parte de la culpa a Milei y Margallo a Sánchez–, pero conviene empezar por los parecidos: ambos se dicen "muy preocupados" y "muy sorprendidos" ante algo que definen como "increíble e inédito".

Jamás habían asistido, ni como dirigentes ni en cargos intermedios, al intercambio de insultos entre el Gobierno de España y el de cualquier otro Estado. Porque en el único precedente muy ligeramente similar –Venezuela–, sólo insultaba la otra parte.

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Margallo y Westendorp coinciden en pedir "mesura" y "voluntad de acuerdo" a Moncloa para frenar la crisis diplomática con Argentina, ya que un incremento en esta escalada de improperios "podría tener terribles consecuencias económicas y empresariales". En el "país hermano" –los dos utilizan esta expresión– vive casi medio millón de españoles.

¿La solución? Que ambas partes "distingan entre gobierno y Estado". Westendorp y Margallo refieren que la diplomacia, precisamente, pasa por colocar la relación con un Estado, "¡sobre todo si es Argentina!", por encima de quien esté al frente. Es decir: cuando Sánchez entra en guerra con Milei, está entrando en guerra con Argentina. Y al revés.

Westendorp descuelga el teléfono con la intención de no conceder una entrevista demasiado larga. Responde con esta frase que, asegura, no es una excusa: "La experiencia, en este caso, no sirve de nada porque estamos ante algo inédito. Me es difícil analizarlo y aportar algo".

A modo de introducción, señala como causa un mal "de la política de hoy". En esto también coincide con Margallo. "Estamos ante un caso de extremismo, de insulto al hombre en lugar de a la idea. Si no se pone coto a eso, seguirán ocurriendo cosas así".

El exministro del PP relata que ya no quedan más pasos intermedios antes de romper las relaciones diplomáticas. Westendorp no quiere leer hasta ahí, pero admite que no se le ocurre nada más cuando escucha al actual representante de Exteriores, José Manuel Albares, decir que "no descarta" tomar más medidas.

Llamar "a consultas a tu embajador" –dicen– no es otra cosa que "traértelo a España para demostrarle a ese país lo cabreado que estás". En realidad, se trata más de una medida de disuasión y mediática que de algo tangible. Porque, en principio, si se arregla "rápido", no tiene consecuencias.

La "ruptura de relaciones diplomáticas" –explica Margallo– sería algo así como un aislamiento total entre países. "¿Os acordáis de lo de Franco, Rusia y los satélites? ¿Lo de Cuba y Estados Unidos? Pues lo mismo. No me lo puedo imaginar, pero también me parecía impensable lo que vemos ahora", apostilla. Añade Margallo que, de no remediarse la enemistad entre Sánchez y Milei, podrían correr riesgo incluso las cumbres iberoamericanas "que tanto costó poner en marcha".

La disputa

Vamos ahora con las diferencias. Westendorp, del PSOE, critica las palabras de Óscar Puente contra Milei, igual que lo hace Margallo. Pero Westendorp, al contrario que Margallo, les resta algo de importancia. Las atribuye a un "contexto informal", en clave universitaria.

"No fue afortunado, desde luego. Pero no tiene parangón con lo que ha hecho Milei", dice Westendorp. "Insinuar que el presidente de Argentina es un drogadicto me parece un auténtico disparate que, como preveíamos, ha tenido graves consecuencias", responde Margallo.

En cuanto a las palabras de Milei contra la esposa de Sánchez, dice quien es amigo personal de los padres de Sánchez y primer mentor del presidente: "Podrían constituir incluso un delito. Son una calumnia. La ha llamado corrupta cuando ni siquiera está acusada de tal cosa". Margallo también las condena sin ambages: "Fue intolerable que el jefe de un Estado extranjero hablase así del presidente de nuestro país".

Pero Margallo sitúa la salida de pata de banco de Milei como el último capítulo de una secuencia muy amplia: "Sánchez utiliza al presidente de Argentina como contrapunto. Quiere erigirse en el líder del progresismo en iberoamérica frente a la 'extrema derecha'. Apoyó al adversario de Milei en las elecciones, en su discurso de investidura [en el de Sánchez] cargó contra el argentino. Yolanda Díaz dice que Milei alimenta el odio. La ministra de Ciencia lo acusa de no respetar la democracia. Y así sucesivamente. No mandamos ningún ministro con el Rey a la investidura de Milei. ¿Y luego nos extraña que reaccione así?".

Ambos apuntan que va a ser difícil "dar marcha atrás" en esta crisis, pero sitúan en España la responsabilidad de intentarlo. Westendorp, tomando partido: "Le corresponde al gobierno español porque es la parte más juiciosa". Margallo, porque concibe que fue España quien empezó.