José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, este jueves en el Palacio de Viana.

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, este jueves en el Palacio de Viana. EP

Política CRISIS CON ISRAEL

Israel percibe como un gesto "hostil" de España su adhesión a la causa por genocidio en La Haya

Jerusalén interpreta la decisión como si España acusara oficialmente a Israel de ser un Estado genocida. Y que ésta no es "simbólica e inútil en la práctica" como el reconocimiento de Palestina, sino algo irreversible.

7 junio, 2024 02:24

La decisión del Gobierno de España de adherirse a la causa contra Israel por genocidio en el Tribunal de La Haya se ha interpretado en el Ejecutivo de Benjamin Netanyahu como una muestra de agresividad absoluta.

La oficina del Ministerio de Exteriores, que lidera Israel Katz, dio orden de no reaccionar públicamente de manera oficial, pero este diario ha podido saber, en fuentes de su entorno, que éste paso dado por España es el gesto que se ha percibido como más "hostil" en Jerusalén.

José Manuel Albares convocó de urgencia a la prensa sólo una hora antes de comparecer para dar la noticia, a pesar de que sostuvo que la llevaba "valorando" y "preparando" varias semanas.

Ese dato era contradictorio con una de las argumentaciones que, sostuvo, han llevado a su Ministerio a dar este paso: "Al ver que no se han cumplido las medidas cautelares ya impuestas por el Tribunal Internacional de Justicia", explicó Albares, "decidimos apoyar el proceso".

Lo cierto es que, oficialmente, España no toma partido: ni presupone que Israel esté practicando un genocidio en Gaza, ni se adhiere a la denuncia de Sudáfrica, ni siquiera dice apoyar estas tesis o los indicios alegados por este último Gobierno en la demanda que presentó el pasado 29 de diciembre.

Pero los derechos que adquiere nuestro país al ofrecerse a "asistir" al tribunal en su investigación del caso, según la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, la obligan a asumir como posición propia la sentencia que éste dicte.

Y de momento, las tres resoluciones adoptadas -en enero, marzo y mayo- por la corte han ido todas en la misma dirección: hay "indicios" de posible genocidio, Israel debe "prevenirlo y preservar las posibles pruebas" que luego puedan usarse en su contra, y -hace dos semanas- Israel tiene que "detener de inmediato" su ofensiva en Rafah.

"Lo hacemos por la paz y en defensa del multilateralismo, del orden mundial basado en reglas", argumentaba Albares. Sin embargo, en las oficinas de Exteriores de Jerusalén los comentarios se debaten entre la beligerancia y el hastío.

Pedro Sánchez ha liderado una campaña internacional para lograr un grupo numeroso de adeptos a su iniciativa de alto el fuego inmediato, conferencia de paz e implementación de la solución de los dos Estados. Pero lo ha hecho desde posturas que Jerusalén considera "radicales", "agresivas" y "ofensivas".

Primero, reconociendo el Estado palestino "como premio a los terroristas de Hamás".

Segundo, acusando a Netanyahu y su Gobierno de practicar una "matanza indiscriminada" en Gaza "sin distinguir entre objetivos militares y civiles".

Y tercero, acusando a las Fuerzas de Defensa de Israel, su ejército, de "genocidio". Lo han hecho varios ministros, significativamente una de ellas, la titular de Defensa.

Aún se podría añadir una cuarta razón: "No corregir o reprender" públicamente a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, cuando proclamó que defendía "una Palestina libre, desde el río hasta el mar". Ese concepto forma parte de los estatutos de Hamás, como lema resumen de su misión de "destruir" el Estado de Israel y "recuperar la tierra sagrada palestina" para instaurar un régimen "nacionalista e islámico".

Queda más escalada

Todo esto, en el Gobierno israelí, ha molestado al punto de provocar una grave crisis diplomática que se ha traducido en dos llamadas a consultas a su embajadora y dos convocatorias a la de España en su país para sendas "duras reprimendas".

Pero en el entorno del Ministerio de Katz se entendía que las posiciones de Madrid eran legítimas. España se daba por perdida como "actor relevante" en la resolución del conflicto. Y se le hacía el caso justo para, a la vez, demostrar la molestia y el enfado mientras no se le echaba demasiada cuenta.

Ahora, todo ha cambiado. Porque esta decisión se interpreta en Jerusalén como que España acusa oficialmente a Israel de ser un Estado genocida. Que se suma a la demanda de Sudáfrica. Y que no es "simbólico e inútil en la práctica" como el reconocimiento de Palestina, sino algo irreversible.

La falta de reacción oficial tiene dos posibles explicaciones, según las fuentes consultadas. La primera, que por muy grave que sea la crisis diplomática con España -"que lo es"-, tampoco se reaccionó oficialmente con otros países que apoyaron la denuncia de Sudáfrica.

La segunda, que el Estado de Israel aún está preparando una "respuesta adecuada" a la "hostilidad radical" del Gobierno de España. Así lo advirtieron fuentes oficiales a este diario, hace sólo una semana. Fue tras el reconocimiento oficial de Palestina por el Ejecutivo de Sánchez y cuando ya se conocía el castigo impuesto de prohibir al consulado español en Jerusalén cualquier relación con los palestinos de Cisjordania.

El ultimátum cumplió el sábado 1 de junio. Pero Albares presumía este jueves de que esa medida no ha sido, finalmente, aplicada. "Llevamos trabajando con normalidad toda la semana", explicó. Y sugirió que lo contrario sería respondido "según el principio de reciprocidad" por su parte. Lo que anticipa que a esta crisis se le adivinan aún más escaladas.