La vicepresidenta Montero, durante la última sesión de control al Gobierno en el Congreso, el pasado miércoles.

La vicepresidenta Montero, durante la última sesión de control al Gobierno en el Congreso, el pasado miércoles. Eduardo Parra EP

Política CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

María Jesús Montero, la 'hooligan' de Sánchez: su ardor en el escaño, insólito en el banco azul

"Desde ahí nunca se jaleó de esa forma al presidente ni tampoco se amenazó a la oposición", señala un exministro retirado de la política a EL ESPAÑOL.

15 junio, 2024 03:11

Desde que María Jesús Montero se sienta al lado de Pedro Sánchez en el Consejo de Ministros, un soniquete ensordecedor marca la pauta en buena parte de las sesiones de control en el Congreso de los Diputados. Son sus palmadas. La vicepresidenta primera ha demostrado ser la más hooligan del presidente, al que jalea con ardor en cada pleno.

Se trata de una actitud insólita en la bancada azul, según corroboran varios diputados veteranos de distinto signo político que permanecen en activo y, también, personas que antaño ocuparon un asiento en la zona noble del Hemiciclo.

"Desde ahí nunca se jaleó de esa forma al presidente ni tampoco se amenazó a la oposición", señala un exministro retirado de la política a EL ESPAÑOL.

La hipérbole de Montero ha sido especialmente comentada esta semana por su comportamiento durante el cara a cara que mantuvieron Sánchez y Alberto Núñez Feijóo el pasado miércoles. 

Mientras el presidente se enzarzó con el jefe de la oposición en el tradicional duelo dialéctico, ella se dedicó a aderezar la alocución parlamentaria de Sánchez con distintas expresiones, en voz alta, y gestos. No era la primera vez que lo hacía, pero sí la más llamativa.

Actitud de María Jesús Montero en el Congreso de los Diputados

En primer lugar, Montero estalló en una honda carcajada cuando Sánchez, en tono jocoso, espetó a Feijóo que con la victoria del PP en los comicios del 9-J todo lo que había conseguido era prolongar su estancia en Génova. En ese momento, alzando las manos, Montero ratificó las palabras del presidente: "¡Por un tiempo, por un tiempo!".

Después se dedicó a subrayar cada frase que Sánchez dirigió a Feijóo con adverbios como "efectivamente". Incluso preparaba el camino a lo que iba a decir con expresiones como "mira, esta, mira esta"; o "¡ahí va!", que se podían escuchar nítidamente a través del micrófono del presidente.

Además, cuando los diputados de la oposición protestaron a las palabras del presidente, la vicepresidenta contraatacó con fiereza. "¿Tú qué estás diciendo?", preguntó a un miembro de la bancada popular, al que luego instó con énfasis a relajarse: "Tranquilo hombre, ¡tranquilo!". Al instante, incluso pareció musitar un improperio.

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Lo cierto es que Montero, mano derecha de Sánchez en el Gobierno y en el PSOE, hace las veces de animadora de los socialistas y de azote de la oposición. Desde que fue nombrada vicepresidenta primera, en todas las sesiones apostilla con una misma copla las intervenciones de su líder: "¡Muy bien, presidente!".

Con los miembros del grupo popular aplica mano dura y, directamente, les manda callar de manera reiterada. A veces con muecas. Otras, a puro grito. La mayoría, chistando con fuerza, llevándose el índice a la boca.  

Las palmadas 'redoblás'

Para los más experimentados en política, resulta inapropiado que una vicepresidenta "se dedique a aplaudir de esa forma estridente" en el Hemiciclo. Son como palmadas redoblás, que se dice en el argot flamenco.

En su caso, no sólo es la número dos del Gobierno, sino la titular de una de las carteras "de Estado": la de Hacienda. Una de las más temidas. 

Un ex alto cargo de Moncloa recuerda que lo habitual en el parlamentarismo ha sido que, en las bancadas "de abajo", las que ocupan el Gobierno y los principales líderes, hay "contención". A medida que se sube hacia el gallinero, la cortesía es menos obligada. María Jesús Montero ha roto definitivamente con esa tradición. 

La propia antecesora de la vicepresidenta, Nadia Calviño, era su antítesis en lo que a conducta se refiere. Más allá de los aplausos reglamentarios en el Hemiciclo, la otrora responsable de Economía nunca soslayó con aspavientos una intervención del presidente ni levantó un dedo acusador hacia la oposición. 

En ese sentido, otro de los episodios más polémicos de Montero en el Congreso fue aquel en el que, el pasado mes de marzo, lanzó insidias sobre la pareja de Feijóo haciendo alusión a una información falsa.

Lo más destacado no fue tanto la pregunta al líder del PP por unas supuestas ayudas que la Xunta de Galicia había dado a Eva Cárdenas, sino que, después, sentada en el escaño, añadió con lenguaje de signos: "Tenemos más cosas". Para el citado exministro, no tiene "precedente" que la persona que dirige la Agencia Tributaria en España intimide de esa forma a los políticos rivales. 

Montero, que llegó a Moncloa procedente de la Junta de Andalucía, destapó su genuina personalidad política a los pocos meses de hacerse cargo de Hacienda. Sucedió en una de sus primeras declaraciones, cuando una periodista le preguntó por las cuentas públicas: "Pasarse en un presupuesto es fácil, no tiene problema. Lo he dicho siempre, chiqui, son 1.200 millones, eso es poco".

A partir de ahí, la dirigente socialista fue escalando posiciones. Sánchez la nombró portavoz del primer Gobierno de coalición, un puesto que mantuvo año y medio. En el PSOE, medró a lo más alto en julio de 2022, momento en que fue nombrada vicesecretaria general, y en Moncloa es la número dos desde hace seis meses, cuando Calviño se marchó al Banco Europeo de Inversiones. 

El pasado abril, durante los cinco días en los que Pedro Sánchez se encerró en la residencia oficial del Gobierno para meditar sobre su futuro profesional, Montero se implicó de manera especial en los actos de desagravio que el PSOE dedicó al presidente. 

La vicepresidenta se convirtió en la estrella del Comité Federal de los socialistas que se celebró a las 48 horas de la carta abierta a la ciudadanía y que acabó a pie de calle. Ante los cargos orgánicos, Montero entonó un "Pedro, estamos contigo"; a las puertas de Ferraz, con la militancia, coreó de manera enérgica un "quédate", con los brazos en alto y agitando a los convocados en la concentración.