De Celis, nº 2 del Congreso: "Jueces como Peinado nos ponen muy difícil decir que no hay 'lawfare'"
- "No hay nada reprochable en la actuación de Begoña Gómez, que no ha querido ser sólo un florero"
- "No criticamos a Junts por su posición con la inmigración y sí al PP, porque el PP es un partido de Estado y Junts no"
- "El PP tiene que romper ahora sus gobiernos municipales con la ultraderecha"
- "Tellado parece más un camorrista que un boxeador noble".
Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (Sevilla, 1970) es vicepresidente primero del Congreso y miembro de la Ejecutiva federal del PSOE.
Hace justo diez años tuvo un papel destacado en la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría General de los socialistas, tras las primarias frente a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.
Había trabajado en el partido con Sánchez y participó en las reuniones de cargos intermedios para promocionar su candidatura. Ahora recuerda la capacidad de liderazgo del presidente del Gobierno y analiza sus cinco días de retiro y su carta a la ciudadanía que, según explica, le sorprendieron porque no esperaba esa inusual demostración pública de sentimientos.
Alfonso Rodríguez explica que, en su opinión, Begoña Gómez, esposa de Sánchez, no ha cometido ningún acto censurable y mucho menos delictivo. "El juez Peinado [que instruye el caso] lo pone muy difícil para no pensar que hay lawfare en España", dice.
Como destacado dirigente del PSOE andaluz, destaca lo que considera una "cacería de la derecha política, mediática y económica" contra el PSOE en el caso de los ERE, desactivado ahora por el Tribunal Constitucional, después de que la Audiencia de Sevilla y el Tribunal Supremo, siguiendo el criterio de la Fiscalía, establecieron duras condenas.
Se dice que los ciudadanos están hartos de ver crispación en el Congreso. ¿Lo percibe desde la vicepresidencia de la Cámara?
Yo creo que hay dos distorsiones que afectan más a esa percepción que lo que sucede propiamente en el Congreso. Porque prácticamente la totalidad del tiempo que se producen los debates, bien sea en el pleno o en las propias comisiones, el clima habitualmente es un clima aceptable. Un clima donde se debate, muchas veces con cierta pasión, pero creo que aceptable en términos generales.
El problema es que hay determinados temas, determinados puntos, determinados momentos muy concretos donde todo salta. Y claro, a partir de ese momento son los medios de comunicación los que enfocan a lo sucedido. Normalmente, lo que va bien no es noticia. Lo que va bien incluso a veces aburre.
Y hay una segunda distorsión que es la polarización. Creo que los partidos políticos, en primer lugar, y determinados agitadores mediáticos ayudados o ayudando a esos partidos políticos, pues requieren que exista polarización, requieren que exista este clima de enfrentamiento.
Este clima es a veces un tanto infernal, porque es una metodología que no solo sucede aquí en nuestro país, sucede en el mundo entero. Hay un libro maravilloso al respecto que es La teoría del caos, donde se estudia cómo hacer del ambiente social un ambiente infernal para que las capas sociales más debilitadas terminen yéndose a la abstención por estar absolutamente alejadas de este clima o acudiendo a posiciones extremistas, que es lo que está sucediendo desgraciadamente en muchos países.
¿Qué se puede hacer? Por ejemplo, hay debates en los que interviene la Presidencia del Congreso y otras no interviene. ¿Se puede bajar ese clima de crispación?
Se puede intentar, pero que el clima de crispación dentro del hemiciclo se atenúe o baje es responsabilidad directa de los grupos políticos y de diputados muy concretos.
Me consta que la presidenta Francina Armengol -y también lo hacía la anterior presidenta, Meritxell Batet- habla permanentemente con los portavoces de los grupos pidiéndoles esta responsabilidad. Desgraciadamente no ocurre porque creo que hoy prima más la llamada de atención que el fondo de la cuestión que se está debatiendo en cada momento.
Hay grupos políticos y podríamos ir a las actas de la sesión, que creo que permanente y constantemente prefieren la llamada de atención a través del exabrupto que debatir el fondo de la cuestión de manera apasionada, porque tampoco puede ser esto un cementerio.
A mí me gusta mucho el Parlamento inglés, donde hay mucha controversia, pero eso es una cosa la controversia y la pasión y otra cosa es el exabrupto. Hoy por hoy, al menos lo que yo he vivido, creo que gran parte de la responsabilidad recae en los grupos de la derecha, y lo tengo que decir así, sobre todo de la ultraderecha de Vox. Podemos ir al Diario de sesiones y ahí objetivamente veremos que todas, todas las rupturas del clima, siempre o casi siempre provienen del mismo sitio.
Hablando del Diario de sesiones, hay una cosa que habitualmente no se entiende desde fuera del Parlamento, que es cuando se pide que algo no conste en las actas oficiales.
Bueno, si cogemos el papel del Diario de sesiones podremos comprobar que sigue constando, pero con una llamada de atención, y la llamada de atención es que la presidenta ha decidido retirar esas palabras. Es una especie de tarjeta amarilla, porque lo siguiente que viene ya será, o puede ser a la par, la llamada al orden al diputado.
Por ejemplo, cuando se citan nombres concretos de jueces con descalificaciones... Y eso no lo hace la extrema derecha.
Yo creo que no se debe de permitir. En términos generales, eso no se debe de permitir.
¿Cómo es su relación con el Grupo Popular?
En términos generales, buena, muy buena. En mi relación personal con cualquier miembro de cualquier grupo, incluido Vox, trato siempre de separar lo que tiene que ver con la relación personal de la relación o el enfrentamiento político. Y eso con algunos miembros del Partido Popular se da con mucha facilidad.
Por ejemplo, mi relación con Ana Pastor es excelente. Y con algunos que ya no están con nosotros en el Congreso, también. Con Adolfo Suárez he tenido una relación muy estrecha.
¿Con el portavoz del PP, Miguel Tellado?
Con Miguel empezamos bien, pero creo que Miguel no está sabiendo entender la diferencia que existe cuando uno se sube al ring y tiene que hacer la pelea como boxeador de manera elegante y cumpliendo unas normas. Y creo que no lo hace. Pero es que además, cuando se baja del ring quiere seguir boxeando.
Eso hace muy difícil el que se pueda entablar una mínima relación. A veces parece más un camorrista que un boxeador noble. Empezamos bien en un inicio, pero todo ha ido derivando. Probablemente él piense sobre mí algo parecido, pero creo que no saber distinguir los planos y sobre todo no ser elegante en el debate político, pues también creo que le hace perder mucho.
¿Cree que el PP es ultraderecha?
Creo que el PP a veces se ve arrastrado a la ultraderecha con mucha facilidad, con espantosa facilidad. Lo estamos viendo en el debate ahora, por ejemplo, de los inmigrantes o de los menores, del acogimiento, donde desgraciadamente lo vemos absolutamente arrastrado a la ultraderecha.
Nos ha pasado con el Consejo General del Poder Judicial, que durante cinco años lo han tenido paralizado porque los movimientos más ultraconservadores dentro del Partido Popular y también Vox, les limitaba esa posibilidad.
Todo ello tiene cierta lógica, porque si hay algo inestable son los gobiernos del Partido Popular. Siempre se nos adjudica la inestabilidad al Gobierno de España, pero llevamos ya más de seis años y nos quedan otros tres por delante, con todas las dificultades. Pero lo que ya vimos en su momento de gobiernos rotos de la derecha con Ciudadanos es pura inestabilidad.
Ha hablado de la posición del PP respecto a la migración, pero Junts tiene incluso una posición más dura que la derecha. Sin embargo, ustedes no lo critican.
Porque es distinto. Y me explico: Junts no es un partido de Estado. No pretende ser un partido de Estado. No viene, como sí está el PSOE o el Partido Popular u otros partidos de ámbito nacional, a salvar a España. Entendámonos. Junts viene a lo que viene. Están en su película.
Para mí, ya pasada su película del procés, están en su película de toda la deriva independentista y, por tanto, cuando se les requiere para políticas de Estado, pues cuesta más. Pero el Partido Popular debería de ser otra cosa distinta. Y es ahí donde nosotros hacemos la llamada de atención.
El Partido Popular en teoría es un partido de Estado y debería de estar por encima de quién gobierna en cada momento. Ahora nosotros y mañana -espero que tarde muchísimo eso- puede ser que ellos. Los socialistas lo hemos entendido: cuando ha habido que hacer un pacto antiterrorista, ahí hemos estado. Cuando ha habido que renovar el Consejo General del Poder Judicial, ahí hemos estado. Y cuando ha habido que hacer pactos por la migración, ahí hemos estado también los socialistas tendiendo una mano al Gobierno del Partido Popular.
En definitiva, creo que hay determinados elementos que son elementos de país, de España y por eso no es lo mismo Junts que el Partido Popular.
Pero si usted dice que por la posición que mantiene el PP respecto a la migración es una posición de ultraderecha, será una posición de ultraderecha igualmente la mantenga el PP o la mantenga Junts.
En este caso concreto de la inmigración al que nos referíamos, creo que la deriva del Partido Popular hace que se vea arrastrado a posiciones a veces muy cercanas a la ultraderecha y algunas plenamente ultraderechistas. Junts es otra cosa. Insisto en que a Junts no lo debemos de considerar -yo no lo considero al menos- un partido de Estado que tenga la idea de España por encima. Y la idea de la Constitución Española por encima de todo.
¿Qué parece la ruptura del acuerdo entre PP y Vox en las comunidades autónomas?
La salida de los ultras de los gobiernos autonómicos es una gran noticia para todos: gana la gente, gana el pueblo. Ahora el PP tiene que decidir: ser un partido útil o seguir perdido en la indefinición. La prueba del nueve es el acuerdo sobre migración, aún sin resolver. ¿Apoyará el PP una solución real o seguirá atado a las políticas de Vox?
Es hora de que el PP rompa sus gobiernos municipales con la ultraderecha, expulse a los consejeros ultras que todavía quedan en sus gobiernos y derogue las contrarreformas aprobadas con ellos.
La derecha y la ultraderecha no tienen un proyecto político viable para España. Mientras ellos criticaban la coalición del Gobierno de la Nación, sus propias coaliciones se desmoronaban. En resumen, el único proyecto político útil y estable para España es el PSOE.
¿Usted cree que en España hay 'lawfare'?
Yo creo que a veces determinados jueces ponen muy difícil el que digamos que no lo hay, por ejemplo, el juez Peinado [instructor de la causa contra Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez].
A mí me cuesta mucho decir que no lo hay, pero quiero seguir diciéndolo. Quiero seguir confiando en la Justicia. Pero nos lo pone muy difícil. Estos días hemos conocido un nuevo informe de la Guardia Civil que ha dicho que no hay nada de nada por parte de Begoña. Nada de nada. Lo ha dicho también la Fiscalía dos veces también. En definitiva, a mí me gustaría pensar y sigo pensando que no, pero hay veces, como el juez Peinado, que lo pone muy difícil para que los ciudadanos no piensen que sí, que hay lawfare.
Desde su punto de vista, ya que saca el tema, en el caso de Begoña Gómez, ¿no hay ni siquiera un reproche ético a una actividad indebida por parte de la esposa del presidente del Gobierno?
Para mí no, porque lo que ha hecho es desarrollar profesionalmente sus capacidades y no ser o no querer ser, un florero como "mujer de" o "compañera de" o "esposa de". Ella ha tenido su propio desarrollo personal dentro de la legalidad. Y creo que no hay ningún reproche, ni moral, ni ético. No conozco en profundidad su trabajo, pero por todo lo que he leído, para mí no.
Ya que ha dicho que no conoce, ¿no cree que sería bueno que todos los ciudadanos, incluido usted, conociéramos el detalle de cuál ha sido su actividad?
Hombre, yo creo que la conocemos. Digo que no conozco su trabajo diario y cotidiano. Creo que otras personas serán las que tendrán que ver si su profesionalidad ha sido la correcta. Entiendo que sí, pero no lo conozco porque no la he visto trabajando cerca de mí nunca.
Lo que digo es que no hay ningún reproche y que es buena la transparencia en este caso. Estamos teniendo la oportunidad, a través de diversos medios de comunicación -desgraciadamente para la familia del presidente- y también a través de estos procesos judiciales que no llegarán a ningún sitio, para que aquel que sienta esa curiosidad la pueda ver satisfecha.
¿Le parece que en el caso de los ERE de Andalucía hubo 'lawfare'?
El caso de los ERE fue una cacería política. Sí. Fue una cacería política por parte de la derecha andaluza, también de la derecha nacional y de algunos medios de comunicación. Porque todo se basó en un informe jurídico que realizaron cuatro interventores del Estado, algo que está prohibido. Un juez debe de saber de Justicia y de leyes, por tanto, nunca puede solicitar un informe jurídico.
La jueza Alaya solicitó un informe jurídico a estos señores y señoras. Por cierto, ninguno de ellos licenciado en Derecho. Ninguno de los cuatro. Dos economistas y dos sin titulación de licenciatura universitaria. Bueno, pues todo lo que dijeron fue que en la elaboración de las leyes se puede cometer el delito y en base a ese principio que generaron estos cuatro señores y señoras, los jueces de instrucción, la Audiencia y una parte mínima de tres contra dos del Supremo corroboraron dicha instrucción.
Por tanto, es evidente que se cometió un grave error por parte de dichos jueces que ahora el Tribunal Constitucional ha corregido convenientemente en el sentido legal de que nunca, nunca, nunca, la elaboración de una ley puede suponer un delito.
Podría entenderse de ese razonamiento que la jueza instructora, los de la Audiencia, los del Supremo y los fiscales participaron de esa supuesta cacería.
Me remito a lo que he dicho antes en relación al juez Peinado, que a veces lo ponen muy difícil para decir que no, pero voy a seguir diciendo que no.
Hubo también informes policiales en el sentido de que sí hubo delitos.
Bueno, he leído hace pocos días un artículo escrito por el jefe de la Policía Judicial de Sevilla, el inspector que instruyó junto con la jueza Alaya todo este caso, que dice exactamente lo mismo que los miembros del Tribunal Constitucional. Es cierto que a mitad de la instrucción se quitó a la Policía y se puso a otro cuerpo, a la Guardia Civil.
¿Y la Guardia Civil sí vio delito?
La Guardia Civil entró en la parte posterior a la elaboración de la ley.
Lo digo porque si dan tanta importancia al informe de la Guardia Civil en casos como el de Begoña Gómez, también la tendría que tener en el caso de los ERE.
Hombre, le doy más importancia a lo que ha dicho el Alto Tribunal que a cualquier otra sentencia o cualquier otro informe de cualquier tipo. Pero lo que digo es que ha habido controversia, al menos controversia.
Primero, informe fraguado por gente que no tiene capacidad jurídica para hacerlo, como fueron los cuatro interventores. Segundo, el hecho de que en todo el proceso judicial ha habido advertencia reiterada de que se estaba cometiendo una inconstitucionalidad.
Es evidente que no se puede hacer lo que se hizo, porque, insisto en ello, nunca la elaboración de una ley puede ser delito. Nunca.
Hace poquísimos días también hubo un pronunciamiento en el mismo sentido del Tribunal Supremo, porque tengo la suerte, y digo la suerte, de haber sido denunciado dos veces por Vox. Esta segunda por la aprobación en la Mesa del Congreso de la Ley de Amnistía. Y el Tribunal Supremo, que rechaza de plano la denuncia, dice exactamente lo mismo: que no hay acto administrativo en la elaboración de ley y, por tanto, si no hay acto administrativo en la elaboración de una ley, no puede haber un delito como la prevaricación, que se define en la relación con un acto administrativo. Son actos políticos, son actos parlamentarios.
La Fiscalía sí mantuvo que había delito.
La Fiscalía siempre mantuvo que había delitos.
Entonces también estaría en esa cacería.
No, no, yo no he dicho que los jueces estuvieran. Yo he hablado de la derecha. He hablado de la derecha andaluza. Y bueno, otros fiscales en el Tribunal Constitucional, ahora han dicho otra cosa. Sí.
En el tema este de los ERE se habla de que el PSOE andaluz va a rehabilitar a los juzgados y condenados en su momento. ¿La sentencia del Tribunal Constitucional también elimina la responsabilidad política por todo lo que ocurrió entonces?
Bueno, ya fue asumida. Las responsabilidades políticas se asumen o bien dimitiendo o bien perdiendo unas elecciones.
Pero si hubo esa responsabilidad política, ¿tiene sentido ahora esta rehabilitación de la que se habla?
Si es que, insisto, la responsabilidad política se adecúa al cargo que uno ostenta en ese momento. Me estoy refiriendo o bien presidente o bien consejeros, y eso no quiere decir que lo inhabiliten ya para el resto de sus vidas, para militar en el partido, para poder estar de nuevo en los órganos del partido que estimemos los militantes o incluso, en el futuro, por qué no, representando de nuevo al PSOE donde tengan que representarnos si así fuese.
A pesar de que aquellos hechos han provocado que el Partido Socialista haya tenido derrotas sucesivas en Andalucía.
Aquellos hechos no, la cacería política que la derecha política, mediática y económica realizó contra el PSOE, porque no había ningún precedente.
Creo que se fraguó toda una idea para derrocar al PSOE de Andalucía, costase lo que costase. Y lo que ha costado fundamentalmente es tener a gente como Manuel Chaves, hombre honrado y honesto; como Griñán, hombre honrado y honesto; como Magdalena Álvarez, mujer honrada y honesta; como Paco Vallejo, hombre honrado y honesto; como Carmen Martínez Aguayo, mujer honrada y honesta; como Jesús Rodríguez Román, hombre honrado y honesto; como Miguel Ángel Serrano, hombre honrado y honesto; como Gaspar Zarrías, hombre honrado y honesto; o como Antonio Fernández, hombre honrado y honesto; un año y medio de las vidas de algunos de ellos en la cárcel. Eso es lo que tenemos que rehabilitar.
¿Le hacen daño al PSOE fuera de Cataluña pactos como el de la Justicia o ahora el de la financiación singular?
Daño no es la palabra. Creo que fuera de Cataluña, en determinadas zonas, la explicación tiene que ser más prolija que probablemente en Cataluña, que todo lo entienden de manera más fácil. Y esa es la labor que tenemos que hacer los socialistas, que somos de otras partes de España. Diaria y constantemente.
Cuando aprobamos, por ejemplo, la subida del salario mínimo interprofesional, afecta más a favor a determinadas zonas de España que a Cataluña. O cuando aplicamos políticas sociales, estamos redundando en el sentido inverso a lo que está sucediendo con el tema del procés en Cataluña.
Por ejemplo, la financiación. ¿Sería admisible una financiación cercana al concierto para Cataluña y una condonación de la deuda?
Siempre dijimos que la condonación de la deuda iba a ser para todas las comunidades autónomas. Y cuando veamos expresamente lo que ahora se está hablando, nos daremos cuenta de que será bueno para Cataluña y será bueno para toda España. Porque hay quien quiere, a veces sin querer y otras queriendo, ver a Cataluña ya fuera de España cuando se habla de estas cosas.
Cuando estamos hablando de este tipo de mejoras para una parte del territorio, estamos hablando, en definitiva, para la mejora de toda España. O sea, que haya un territorio que pueda prosperar, como Andalucía o como Extremadura o como Cataluña, pues es prosperidad para toda España.
Pero le vuelvo a insistir, a nosotros los socialistas, es cierto que nos requiere un mayor esfuerzo en el sur de España, y cuando hablo del sur no me refiero a Andalucía, me refiero a esa línea imaginaria que va desde Ourense hasta Murcia, donde la renta per cápita es menor. Si hiciéramos un mapa, veríamos esas dos realidades de España. Y tenemos que hacer un mayor esfuerzo para que esas dos partes se vayan igualando económica y socialmente.
¿A qué atribuye los sucesivos malos resultados electorales del PSOE andaluz?
En las últimas europeas, el PSOE andaluz sacó un porcentaje que, en comparación con otras zonas de España o con el propio resultado que tuvimos en el ámbito nacional, está por encima. Cierto es que tenemos otra fuerza política, en este caso el Partido Popular, que aglutina una mayoría mucho más importante, mucho más sólida que la nuestra.
Por tanto, creo que son dos cosas distintas. El cómo tuvimos que afrontar las elecciones europeas, con el vendaval que el presidente tuvo que sufrir y está sufriendo en primera persona... que el PSOE de España estuviese por encima del 30% y el PSOE de Andalucía también, dice mucho de la ciudadanía y dice mucho también del partido.
Hay algo que tendremos que mejorar, dándole todo el apoyo a Juan Espadas, y es que, además de sujetar y tratar de aumentar nuestro voto, también tenemos que hacer ver a los ciudadanos que el apoyo que dan al Partido Popular va en contra de sus propios intereses.
Se está produciendo algo en Andalucía muy grave, muy sutil, pero muy grave: se está empobreciendo de tal manera todo lo que tiene que ver con la sanidad y la educación, que es algo que los ciudadanos probablemente no están percibiendo todavía, pero que van a terminar de percibir.
El otro día se reunían los rectores de las universidades andaluzas y ponían el grito en el cielo ante la privatización y el cada vez mayor número de universidades privadas en Andalucía. Pero es que eso mismo está sucediendo con la sanidad. Se está produciendo un círculo vicioso: cada vez la atención primaria es peor, y la de especialistas es peor, y cada vez más gente, ante esa desesperación, está acudiendo a seguros privados, y por tanto la balanza se está desnivelando hacia ese sector.
Ahora mismo lo tapa todo el buenismo del presidente de la Junta de Andalucía, el buenismo de Moreno Bonilla. Nuestra labor es hacerle ver a los andaluces el riesgo tan enorme que tienen si seguimos por este camino.
¿Está en cuestión el liderazgo de Juan Espadas?
Los liderazgos de todos nosotros están en cuestión siempre. Siempre nos ponemos en cuestión. Ahora tenemos una reunión el próximo 18 de julio del Comité Director de Andalucía y ahí se dirimirá. Yo creo que Juan saldrá bien de ese comité y saldrá respaldado y con un voto de confianza de los militantes.
Eso suena a los directivos de fútbol cuando hablan de los entrenadores y dicen que no los van a cesar y luego caen.
Hombre, yo no soy quien para poder cesar o no, en este caso son los militantes.
¿Tiene que seguir según usted?
Yo creo que debe seguir Juan Espadas, sí.
Se han cumplido este sábado diez años de las primarias de 2014, cuando Pedro Sánchez llegó a la Secretaría general del PSOE. Usted estuvo en ese proceso inicial. ¿En qué ha cambiado el partido desde entonces?
Pues yo creo que en términos sustanciales no ha cambiado demasiado. Creo que la cultura política que tiene el partido la tiene muy asentada. Sí hay un hecho que llegó y se ha quedado: las primarias.
Es verdad que ya existían antes. También cumplimos estos días 25 años de la llegada a la Alcaldía de Sevilla de Alfredo Sánchez Monteseirín. Él llegó, ya en aquel entonces, a través de unas primarias, unas primarias que le ganó a Pepote, a José Rodríguez de la Borbolla. Desde entonces creo que no levanta cabeza el compañero Pepote.
Es decir, las primarias existían, pero existían de manera muy puntual. Ahora ya se han asentado a todos los niveles del partido y para todo proceso interno. Ese quizá sea el cambio mayor o más sustancial en el partido.
¿Qué vio usted en Pedro Sánchez para apostar por él?
Yo conocía sus capacidades, su formación personal, su firmeza en la toma de decisiones. Y vi que en Pedro había una persona muy atractiva. No me refiero solo en lo físico, que también, sino muy atractiva desde el punto de vista de poder hacer un proceso parecido a lo que sucedió con Zapatero. O sea, de ruptura con respecto a lo anterior, pero con esa línea de continuidad lógica dentro del partido que no fuera un giro total.
¿Algo de él que le haya sorprendido años después?
Pues sobre todo la carta que publicó. No esperaba nunca algo así de Pedro, porque creo que es un tipo, es una persona que los que lo conocemos desde hace mucho tiempo sabemos que es sensible.
Por ejemplo, siempre he recordado esas primeras canciones que me mandaba de La Habitación Roja, porque nos pasábamos canciones, o bueno, cómo sufría algunos procesos personales. En definitiva, una persona sensible que anteponía la responsabilidad pública, en el sentido de decir, "oye, mi sensibilidad la tengo que padecer yo conmigo mismo".
Entonces, exponerla públicamente, fue de un gran valor. Fue algo muy distinto a lo que había sucedido hasta el momento y sobre todo, a lo que nadie, ningún otro líder político que conozcamos, haya hecho, es una declaración de amor. Y eso, cuando esto de la política es tan descarnado, es tan descreída de todo lo que hacemos... El que el hombre solo, consigo mismo, quiere hacer pública una canción de amor, como aquello de los "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", algo así, pero al contrario, es una carta de amor, y creo que es algo que a mí me sorprendió, pero gratamente.
Con sinceridad, ¿pensó esos días que Sánchez se iba?
Pensé de todo. Pensé que se iba, Pensé que se quedaba. Como todos pensamos de todo, la verdad. Yo no tenía una idea clara de lo que podría pasar y al final todos nos sentimos muy aliviados cuando supimos la decisión final.
¿Y cómo explica que no contara con nadie, que no hablara esos días con nadie y que tuviera a todo su equipo e incluso personas muy próximas a él al margen?
Pues yo entiendo que si estás haciendo algo inédito, si estás haciendo algo que, como he dicho antes, ningún líder español que conozcamos y ningún líder de cualquier otro país del mundo han hecho, nada de lo habitual es en ese momento lo normal.
Si hubiese consultado, no sé si hubiese sido mejor o peor, pero lo que sí hubiese dotado es de cierto tacticismo que no había en la idea de situar a ojos de todo el mundo lo que estaba pasando y lo que estaba sufriendo. Y estoy seguro de que lo continúa pasando y sufriendo.
Por tanto, nos solidarizamos los miles y miles que nos manifestamos aquel día en Ferraz con él. Y creo que después se ha demostrado que muchos millones de españoles también.