Sánchez, tras el tradicional despacho con el Rey Felipe VI en Mallorca, este martes en Palma.

Sánchez, tras el tradicional despacho con el Rey Felipe VI en Mallorca, este martes en Palma. Europa Press

Política PREACUERDO PARA INVESTIR A ILLA

Estupor y enfado por el pacto con ERC: en el PSOE se aferran a que Sánchez e Illa lo incumplirán

Los socialistas coinciden con Junts: el concierto catalán dependerá de lo que pacten Moncloa y la Generalitat en 2025.

31 julio, 2024 02:00

"Siempre vienen de estas dos mismas personas. Respeto a que manifiesten su opinión, pero también les digo, no son compartidas por este Gobierno", dijo este martes la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, sobre las críticas vertidas por Emiliano García Page y Javier Lambán al acuerdo entre PSC y ERC que incluye un concierto económico para Cataluña.

Moncloa y la dirección del PSOE se esforzaron este martes en minimizar las críticas internas al acuerdo, pedir calma a los suyos a la espera de la consulta entre las bases de ERC y poner en marcha la nueva "operación cambio de opinión" para empezar a argumentar las bondades del "concierto" catalán.

En este último paso hay ya un protocolo muy engrasado que se utilizó con la amnistía, con las reformas del Código Penal, los acuerdos con Bildu o la cesión de las competencias de migración, entre otras muchas decisiones negadas con firmeza por Pedro Sánchez y sus ministros, y al poco tiempo aceptadas con idéntico entusiasmo a cambio de investiduras.

Esta vez, fuentes de Moncloa y el PSOE admiten las dificultades para poner el acuerdo en marcha, incluso parte del mensaje viene a ser el de que, una vez pactado, está por ver que pueda culminarse su tramitación y aplicación. Entre otras cosas, porque una vez investido Illa todo dependerá de la negociación entre el Govern del socialista y el Gobierno de Sánchez, y los independentistas ya no tendrán manera de tumbar al president de la Generalitat.

"No habrá nunca concierto en Cataluña", explican los socialistas más dispuestos a mantener su apoyo permanente a Sánchez, con un razonamiento que parece basarse en la capacidad de engaño o disimulo frente a lo pactado. Recuerdan lo que ocurrió con el acuerdo con Junts para ceder las competencias de migración a cambio de una votación, que quedó en el limbo.

Esta tesis, obviamente, no se mantiene en público, entre otras cosas, porque no pueden desvirtuar el acuerdo antes del viernes, cuando las bases de ERC votarán si lo ratifican. Y, además, hasta ese día tiene que ser visto como un gran logro soberanista sin duda alguna.

ERC ha incluido en el pacto calendarios concretos para intentar evitar que los socialistas demoren los cumplimientos, como aseguran han hecho otras veces. Su arma de presión es la estabilidad del Gobierno de Sánchez y los Presupuestos, pero Moncloa recuerda que la alternativa sigue siendo el PP y Vox, algo que horroriza a ERC. Por ello, este acuerdo puede ser garantía de aprobación de las cuentas del Estado para 2025 por la necesidad de avanzar hacia el "concierto económico solidario", según la calificación de los independentistas.

Es decir, que según esta tesis, puede ser un acicate para que ERC y Junts apoyen en invierno los Presupuestos Generales del Estado para 2025. Sólo si lo hacen puede haber concierto.

Reacciones de indignación

El acuerdo provocó indignación en las comunidades del PP y su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, se sumó en cierto modo a la tesis de la inaplicabilidad, al asegurar que Sánchez "mintió a Junts con la amnistía" y "pretende repetirlo ahora con ERC con una promesa imposible". El líder del PP y otros dirigentes de este partido hablaron de "chantaje independentista".

También ha incomodado el acuerdo entre parlamentarios integrados en Sumar y de partidos como Compromís o Chunta, porque deben votar reformas legales que suponen privilegios para Cataluña y no para la Comunidad Valenciana o Aragón.

En todo caso, pese al esfuerzo de Moncloa y Ferraz por minimizar cualquier atisbo de crítica, el anuncio del contenido del pacto sembró enfado e inquietud entre dirigentes del PSOE, especialmente, líderes regionales socialistas que han de competir con el PP en sus territorios.

Nadie de Ferraz o de Moncloa les había llamado este martes por la tarde para explicarles el cambio del partido y la mayoría sí intercambió mensajes y conversaciones para compartir su desconcierto. Por sentirse ninguneados y orillados ante una decisión que les afecta directamente.

No hay más pronunciamiento público que los del aragonés Lambán y el castellanomanchego García Page, pero en privado hay inquietud. Llamativo es el silencio del otro presidente autonómico del PSOE de régimen común, el asturiano Adrián Barbón, habitualmente alineado con Sánchez.

Explican esos dirigentes que llevan varios meses siguiendo la estela de Sánchez y María Jesús Montero y negando públicamente en sus respectivas comunidades que vaya a pactarse un concierto para Cataluña. Ahora, tienen que cambiar radicalmente su discurso y defender las bondades de ese concierto, en un acuerdo que deben ratificar las bases de ERC, pero que esos dirigentes socialistas empezaron a conocer el lunes por la noche en la comparecencia de la cúpula del partido independentista.

Se preguntan, por ejemplo, la razón por la que hay que creer a Sánchez cuando reitera que no aceptará una "consulta" en Cataluña.

De hecho, consideran que la vicepresidenta primera y responsable de Hacienda, María Jesús Montero, ha quedado desautorizada, porque ella es la que más ha negado que fuera a aprobarse el concierto para Cataluña. Ahora se pacta un sistema sólo para Cataluña.

Temen, además, que la larga tramitación de las reformas legales necesarias y las dificultades técnicas para su aplicación vayan a alargar el proceso y el desgaste del partido en las comunidades.

Ponen objeciones también por la posición ideológica del PSOE, basada en la solidaridad de las regiones más ricas con las menos ricas, y hablan de avanzar "sin un plan claro, sino salvando la semana".

En este sentido, recuerdan que hace un año, tras el fracaso en las autonómicas, desde Moncloa se habló de "falta de liderazgo" en las federaciones, sin tener en cuenta cómo les afecta este tipo de decisiones.

Alguno ve difícil poner en práctica el acuerdo, lo que coincide también con la percepción de algún ministro más alineado con Sánchez. Recuerdan el pacto con Junts hace meses para ceder las competencias de migración a Cataluña a cambio de la aprobación de un decreto y del que nunca más se supo.

Gana el relato de ERC

Se ha permitido, además, que ERC imponga su relato y el Gobierno y el PSOE no pueden quitar importancia al acuerdo y rebajar lo de "concierto solidario", porque eso pondría en peligro la consulta a las bases del partido independentista.

El Gobierno cree que Junts tendrá que apoyar en el Congreso las reformas legales precisas, entre otras cosas, porque el pacto entre PSOE y Carles Puigdemont para la investidura de Sánchez decía exactamente lo mismo que han pactado ahora PSC y ERC. Eso sí, entonces los socialistas dejaron expresa constancia de su rechazo a la petición de Junts.

En concreto, el acuerdo decía que Junts "propondrá de entrada una modificación de la LOFCA que establezca una cláusula de excepción de Cataluña que reconozca la singularidad en la que se organiza el sistema institucional de la Generalitat y que facilite la cesión del 100% de todos los tributos que se pagan en Cataluña".

La versión de los más cercanos al presidente del Gobierno es que el acuerdo era necesario para lograr que haya un socialista al frente de la Generalitat. "Me parece un gran paso. Ineludible y probablemente inaplazable. No creo que nos desgaste. Habrá ruido, al principio sobre todo, pero a medio plazo será positivo", explica un ministro próximo a Sánchez.

El presidente del Gobierno ha basado toda su estrategia política en Cataluña, porque es la única forma de tener estabilidad y apoyo parlamentario y porque en las elecciones generales de hace un año fue esta comunidad la que compensó la caída en otros territorios.

Además, Sánchez no ha ocultado nunca que su objetivo es que Salvador Illa fuera president de la Generalitat, porque así puede exhibir el relato según el cual su política de diálogo y acuerdos ha debilitado al independentismo. En realidad, Illa será el tercer presidente socialista de Cataluña y tras Pasqual Maragall y José Montilla hubo un procés independentista.

El problema, según explican dirigentes regionales del PSOE, es que eso debilita enormemente al partido en las demás comunidades. Entienden que el concierto catalán les desgasta aún más que la Ley de Amnistía.