Los contactos entre PSOE y Junts quedaron congelados tras el pacto con ERC para investir a Illa
Tras la reunión en Suiza de mediados de julio, y en las dos últimas semanas, se ha suspendido la relación entre los de Puigdemont y los de Sánchez.
8 agosto, 2024 02:31Ya han sido siete, al menos, las reuniones celebradas en Suiza entre Carles Puigdemont y Santos Cerdán, acompañados de sus equipos negociadores. La última, a mediados del mes pasado, según relatan fuentes conocedoras a este diario.
Hay más intercambios -éstos informales- por email o mensaje telefónico. Pero en esas citas "de trabajo" se habla y se discute, ante los mediadores internacionales, sobre los últimos acontecimientos. Y se intercambian documentos esbozando soluciones a los últimos escollos de los dos temas nucleares que cimentan el precario apoyo que Junts le da al Gobierno de Pedro Sánchez: la solución al llamado "déficit fiscal" y lo del "reconocimiento nacional" de Cataluña.
Pero desde entonces, y coincidiendo con el preacuerdo del PSOE con ERC para investir este jueves a Salvador Illa, se han congelado los contactos. "No se ha vuelto a hablar", confirma otra fuente informada del asunto.
Sobre todo, porque de esas dos patas de la negociación, a Junts parecen haberle echado de la primera. El "pacto fiscal" que exigió Artur Mas, y que fue el origen de todo, se ha convertido en el cupo catalán, y lo ha conseguido Esquerra Republicana de Catalunya. Al menos, sobre el papel.
La primera reacción pública del partido del expresident aún fugado, cuando se hizo público el documento del acuerdo entre republicanos y socialistas, fue reprochar que en ese papel se repetían compromisos "ya alcanzados" en noviembre, cuando de lo que se trataba era de investir a Sánchez.
En privado, lamentaban que a ERC se le hubieran firmado cosas muy concretas. Y sin reconocerlo, confirmaban que, efectivamente, suponía "el mayor avance" en financiación para la región desde la democracia.
Pero pocos días después, se cambió el mensaje. Y Jordi Turull, secretario general, pasó a decir que "el relato del conflicto" que se refleja en el documento no es el "pactado en el Acuerdo de Bruselas". Y que Junts ya no se veía reflejado en las posiciones de Esquerra y el PSOE.
La realidad es que el partido respiraba por la herida: Puigdemont se queda sin la presidencia, seguramente vaya a prisión, y encima es la "moribunda" ERC la que capitaliza el asunto.
Siete votos clave
Aún le queda a la formación de derecha independentista el consuelo de que sin sus siete votos nada de lo pactado se hará. Porque sin Presupuestos de 2025 no hay cesión del IRPF, y sin reforma de la LOFCA no hay bilateralidad posible.
Pero eso significaría "renunciar al concierto económico que llevamos pidiendo décadas", recuerda una fuente del partido de Marta Rovira: "A ver cómo explica Puigdemont a sus votantes que es por su ataque de cuernos que Cataluña no va a tener el concierto".
Por eso, la escenificación del regreso de Puigdemont lo que busca es cambiar el paso a todos.
Si se suspende la investidura, los más duros de Junts desean que Josep Rull sea capaz de forzar la máquina y no convocarla de nuevo antes de que cumpla el plazo legal, el 26 de agosto. Así se tendrían que repetir las elecciones.
Pero eso es casi imposible: ERC y los Comunes aceptan apoyar la iniciativa, por su compromiso soberanista. Pero ambos salen ganando con el Govern de Illa y, en una nueva Diputación Permanente, obligarían al presidente del Parlament a convocar de nuevo el pleno.
Pero eso sí, entretanto, Puigdemont habrá logrado "avergonzar" a España ante el mundo, "señalar" a Sánchez por su "inacción" frente a unos jueces "que se saltan la única ley aprobada en esta legislatura española", la de amnistía, y "obligar" al PSOE a hacer algún gesto para con ellos.
Puigdemont ya ha decidido incumplir su promesa de dejar la política si no lograba "ser restituido" en la Generalitat. Seguirá haciendo política, probablemente de inicio entre rejas. Y logrará con su desafío, y el ruido de su encarcelamiento siete años después de huir, que sea el PSOE el que llame a su puerta para "reconducir" una negociación en la que haya que dar "pasos concretos" en las reuniones de Suiza.
Porque unos y otros se necesitan para sobrevivir políticamente, entienden los implicados de ambos lados de la mesa. Sánchez, para seguir en el Gobierno con los siete de Junts en el Congreso. Y Puigdemont, para que ahora le toque a Junts un éxito 'procesista' equivalente al arrancado por Esquerra.
Y de los dos que se negociaban, sólo queda uno.