Marta Rovira y Oriol Junqueras, celebran el archivo del 'caso Tsunami', en Cantallops (Gerona), el pasado 12 de julio.

Marta Rovira y Oriol Junqueras, celebran el archivo del 'caso Tsunami', en Cantallops (Gerona), el pasado 12 de julio. EP

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Junqueras quiere que ERC adelante su congreso, acogiéndose a que Rovira ha dado el Govern a Illa

La guerra interna amenaza con estallar este martes, fecha en la que los Estatutos marcarían el tope para celebrar el congreso extraordinario. "Sería un fraude a la militancia, el mismo Junqueras aprobó el 30 de noviembre".

11 agosto, 2024 03:26

Oriol Junqueras no quiere más tiempo de interinidad en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). El expresidente del partido está maniobrando para que se revierta el acuerdo de la Ejecutiva en la que dimitió, el pasado mes de mayo, tras la debacle en las catalanas del 12-M. "Este tiempo de dirección suplente es demasiado ya, está arruinando el partido, y no lo contemplan los Estatutos", apunta una fuente del sector junquerista

Según otras fuentes de su entorno, ya no tiene sentido la fecha acordada del 30 de noviembre, porque ésta se colocó "por la eventualidad de que se pudieran repetir las elecciones". Y ahora, una vez que la dirección interina de Marta Rovira "ha negociado entregar" la Generalitat al PSC de Salvador Illa, no quedan razones objetivas para mantener la actual situación.

La guerra soterrada en ERC no se ha calmado. Es más, se ha recrudecido en las últimas semanas, y el rovirismo acusa al expresidente del partido que aspira a recuperar el cargo de "querer engañar a la militancia" por ansias de poder.

Desde el bando de Junqueras se responde que el problema está en que ERC lleva demasiado tiempo descabezada y sin proyecto. Y que si el sector "crítico, renovador o rovirista" quiere presentar un candidato rival, ya ha tenido tiempo. "Pero se ve que no encuentran a nadie". 

De momento, el entorno de la secretaria general que ejerce el liderazgo de manera interina como le encargan los Estatutos, tras la dimisión de Junqueras ha centrado todos sus esfuerzos en negociar el pacto de investidura de Illa. Y el documento, reconoce hasta el bando de Junqueras, es "mucho más de lo que esperábamos poder alcanzar".

Por eso, los de Rovira exigen respetar los tiempos establecidos. "Estábamos a lo que estábamos, y hemos hecho un buen trabajo, que ha puesto nervioso hasta a Puigdemont... las cosas, una a una". 

En el lunes posterior al 12-M, Pere Aragonès anunció su retirada de la política, sustanciada este mismo sábado con la toma de posesión de Illa. Al día siguiente, Junqueras escribió una carta a la militancia, ofreciéndose "capaz y con fuerza" para "seguir trabajando por el país". Pero el sector crítico halló apoyo en los de Rovira para convocar una Ejecutiva el miércoles y forzarle a dimitir.

Ella prometió no postularse para repetir en la Secretaría General, y a Junqueras no le quedó más remedio que tirar la toalla. En aquella reunión, según fuentes que estaban presentes en la sala, se discutió la fecha del congreso extraordinario, que los Estatutos establecen en "dos meses" en "en caso de dimisión, incapacidad o defunción de la persona que ocupe la Presidencia".

Todavía en ERC se consideraba "un suicidio" entregar el Govern a Illa, de modo que el escenario de la vuelta a las urnas el 13 de octubre era el más plausible. "Y por eso se fijó el 30 de noviembre" como fecha del congreso, aseguran las mismas fuentes.

Efectivamente, los estatutos de Esquerra permiten esto. El artículo 54 dice que "la convocatoria del Congreso Nacional puede aplazarse, por acuerdo de la Ejecutiva Nacional, hasta un plazo máximo de seis meses cuando coincida con un proceso electoral". Pero eso ya no es así, y Junqueras quiere hacerlo valer. 

En la reunión de la dirección del partido republicano en la que comprometió su dimisión, el vicepresident de la Generalitat que proclamó la independencia y vivió la cárcel más de tres años por ello sólo pidió una cosa: quedarse un mes más al mando para que hubiera "una cara conocida" dando los mítines de las decisivas elecciones europeas del 9-J.

"Tras las debacles electorales, cada vez más pronunciadas, alguien tenía que hacer la campaña", recuerda un colaborador de Junqueras. "Con Aragonès hundido, president en funciones y anunciada su retirada; con Rovira en el exilio y negociando con Illa; y con un índice de popularidad de la candidata, Diana Riba tendente a cero, teníamos que darlo todo para parar la sangría".

Este martes, día clave

Y Junqueras cumplió, entregó su carta de dimisión ese mismo lunes, y fue efectiva el 13 de junio, jueves. Y se subió al coche para visitar todas las agrupaciones de Esquerra en Cataluña, preparando su regreso.

Los mismos estatutos que ahora esgrime el junquerismo lo dejan claro, en su artículo 64: los congresos extraordinarios, como éste, deben "convocarse en el plazo de dos meses a partir de la fecha en la que se haya tomado el acuerdo".

Ya no opera la salvedad de las elecciones. La ejecutiva que acordó convocar el congreso del 30 de noviembre se celebró el 15 de mayo... y aun retrasando la cuenta de dos meses al día en que Junqueras, efectivamente, dejó el cargo, el último día para celebrar el congreso extraordinario que elija a la nueva dirección de ERC cumple este martes, 13 de agosto.

Ése es el día clave en el que esta lucha podrá hacerse pública, aunque Junqueras de momento no ha querido decir nada por su propia boca. 

"Eso sería un fraude a la militancia", alega un portavoz de la actual Ejecutiva. "Lo aprobó el mismo Junqueras en la ejecutiva de su dimisión", remacha este fiel rovirista

¿Rovira candidata?

Ante la supuesta "incapacidad" de hallar un candidato alternativo a Junqueras dentro del llamado sector crítico, algunas voces están tratando de alentar a la propia Rovira para que se postule al cargo.

Ella dijo alentar la renovación total, al prometer lo que parecía un paso a un lado, renunciando a repetir como secretaria general.

Pero desde el sector junquerista le recuerdan dos cosas, con cierta malicia: la primera, que ella "no renunció a nada", porque son los estatutos los que le impiden seguir en el cargo, al haber completado ya (desde 2011) más de 12 años. Ése es el tope fijado en el artículo 73 del documento en vigor.

Y la segunda, "que sólo habló de la Secretaría General... nunca dijo que no quisiera ser la presidenta".

¿Lo ambiciona, en realidad? ¿Le ha cogido el gusto al protagonismo de las negociaciones en Suiza con el PSOE y de las fotos solemnes, como la de la firma del acuerdo de investidura con el PSC, el pasado miércoles, junto a la socialista Lluïsa Moret? Su entorno dice que no, y el junquerismo se malicia que "le ha cogido el gusto a la vida acomodada en Ginebra".

Un muñeco con la cara de Junqueras colgado en un puente de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona).

Un muñeco con la cara de Junqueras colgado en un puente de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona).

De momento, la guerra interna en los republicanos ha permanecido en un segundo plano. La negociación con el PSC y los circos de Puigdemont lo han querido así. Pero sí han ido aflorando escándalos y ataques de guerra sucia.

Por ejemplo, los carteles pagados con dinero del partido para atacar a los hermanos Maragall, aquel muñeco colgado que representaba a Junqueras, o un manifiesto exigiendo "renovación" que firmaron Rovira y Aragonès... sugiriendo que Junqueras debería renunciar a intentar su vuelta.

"Ya no hay motivo para dejar que esta gente siga mangoneando", apunta un irredento junquerista, al tiempo que advierte de que "aún pueden salir más cosas sucias".