PSOE y Podemos salvan los restos de la reforma fiscal a cambio del impuesto energético "descafeinado" que pide Junts
- Si no llegan a un nuevo acuerdo de todos los socios antes del 1 de enero, el Gobierno se ha comprometido a prorrogarlo durante todo 2025.
- Más información: Podemos votará 'no' a lo que queda de reforma fiscal si el PSOE y Junts no le garantizan que las energéticas pagarán más
Si algo tiene de constante el último año de Gobierno es que su estabilidad siempre oscila entre acuerdos de última hora, cambios de opinión de último minuto y la permanente amenaza de que todo salte por los aires. Este jueves era Podemos quien tenía a mano el botón nuclear, pero decidió no pulsarlo.
Tras una semana de negociaciones caóticas y comisiones interminables, el partido liderado por Ione Belarra ha aceptado salvar los restos de la reforma fiscal del Gobierno a cambio de, en un futuro, blindar el impuesto a las empresas energéticas. Así, el PSOE cede a convertirlo en permanente; en contrapartida, ella acepta descafeinarlo para que Junts —cuyos votos hacen falta— también pueda apoyar un futuro real decreto común.
Hasta este jueves, conjugar las tres posturas parecía imposible. Una de las claves de la negociación era saber qué porcentaje del impuesto se podrán desgravar las compañías. Podemos pedía duplicar el tipo impositivo, Junts deducirlo hasta el 90% y el PSOE mantenerlo al 60% para las empresas energéticas que reinvirtiesen sus beneficios en descarbonización.
Ahora, según el acuerdo firmado esta mañana, los socialistas se comprometen a organizar una comisión negociadora del bloque de investidura y, entre todos, decidir una fórmula que complazca a todos. Si no se consiguiera ese consenso antes del 31 de diciembre, el Gobierno prorrogará el impuesto actual durante un año más, una especie de "cláusula de seguridad" para evitar desmarques de última hora.
La complejidad técnica de este impuesto, dicen fuentes cercanas a la negociación, hacía imposible redactarlo en 72 horas, que es el tiempo —entre la Comisión y el Pleno— que dio el Gobierno para negociar los pormenores. Precisamente el lunes por la noche fue el ministro de Justicia, Félix Bolaños, quien tomó las riendas de la negociación por delante de Hacienda y empezó a departir directamente con Belarra, con quien siempre se ha entendido muy bien.
La reforma fiscal
Este jueves, el Gobierno ha sacado adelante con el apoyo de todos los socios un proyecto de ley que traspone una directiva europea para unificar el impuesto de sociedades a multinacionales en toda la Unión Europea. En un primer momento, Hacienda había pactado una serie de enmiendas contradictorias que intentaba crear impuestos a las sociedades inmobiliarias (socimis) y a la sanidad privada, entre otras.
Por falta de acuerdo, todas esas enmiendas decayeron, aunque siguen vivas para el Pleno de hoy y parece muy difícil que puedan ser aprobadas. Es decir, decaerá la gran mayoría de la reforma fiscal que pretendía aprobar el Gobierno para cumplir el compromiso cerrado con Bruselas y necesario para la llegada de nuevos fondos europeos.
De ella sólo quedan los restos, pero el espíritu de la reforma fiscal —y el dictamen sobre el impuesto a las multinacionales— ha salido adelante según lo pactado. Finalmente, 178 votos a favor, 171 en contra y ninguna abstención, la misma aritmética que hace justo un año revalidó la investidura de Pedro Sánchez salvo por la ausencia de José Luis Ábalos, que no se encontraba en la Cámara.
Sobre la promesa de un impuesto energético en el futuro, y la falta de "mano de izquierda" del PSOE para promoverlo, fuentes de Podemos insistían anoche: "Si no se mueven, se la comen. Parece que no saben lo que se juegan y tenemos todo a favor".
Se refieren a que para ellos habría sido fácil justificar un no en la votación de hoy, dado que Belarra siempre se ha mantenido firme en su defensa de este impuesto e, incluso, en su cruzada por hacerlo permanente. Todo lo contrario de otros como Junts y PNV, que lo rechazan; o ERC y Bildu, que renunciaron a ella.
Lo único que les deja un poco intranquilos es que todo el paquete de las energéticas no se vote a la vez que la reforma fiscal, este jueves, sino que tenga que esperar seguramente hasta el año que viene.
ERC y Bildu admiten que han tenido que ceder mucho, que el acuerdo con Junts dejará en "prácticamente nada" el impuesto a las energéticas una vez se negocie y que la propuesta del Gobierno de comprometerse a aprobar un decreto queda muy en el aire, pero anteponen la idea de salvar la directiva y no hacer caer al Gobierno.
Sobre todo, necesitaban como agua de mayo que Podemos la apoyase también, como finalmente hará. Según admiten los socios, si Podemos hubiera votado en contra todos habrían quedado en evidencia, cediendo ante los aliados más conservadores (Junts y PNV) y renunciando a una reivindicación de izquierdas.