Tomás Serrano

Política GOBIERNO

Sánchez se presta a visitar a Puigdemont para blanquear su condición de prófugo frente al Tribunal Supremo

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Pedro Sánchez se comprometió en la campaña de las generales de noviembre de 2019 a traer a Carles Puigdemont a España para que "rinda cuentas ante la Justicia española". Al final será al revés.

Ahora es el presidente del Gobierno quien se presta a visitar al expresidente catalán, incluso en el extranjero, lo que servirá para blanquear su condición de prófugo frente al Tribunal Supremo.

El magistrado instructor de la causa del procés en el Supremo, Pablo Llarena, confirmó el pasado mes de septiembre la no aplicación de la amnistía aprobada en las Cortes a Puigdemont, entre otros. Consideraba que habían cometido un delito de malversación y que este no es amnistiable.

A pesar de esta resolución, que obliga a detener a Puigdemont si pisa España, Sánchez se abrió este lunes a la idea de ir a visitarle en el extranjero.

"Hemos pasado página", dijo el presidente del Gobierno durante su comparecencia para hacer balance del año 2024, para añadir que "la amnistía se produce en el momento en el que está avalada por las Cortes".

"A efectos políticos, la amnistía ya se aplica", aseguró Sánchez. A efectos políticos, que no judiciales.

Si bien su disposición a hacerse una fotografía con Puigdemont no es nueva (ya la adelantó en diciembre del año pasado), sí lo es el matiz de que podría suceder antes de que un tribunal aplique la amnistía al líder de Junts. Hacerlo antes (aunque todavía no hay fecha concreta), obliga a que sea en el extranjero para que Puigdemont no sea detenido.

El cambio de Sánchez se produce después de que Puigdemont haya elevado el tono contra el Gobierno en las últimas semanas y haya participado en derrotas parlamentarias para el Ejecutivo, como la vivida la semana pasada cuando los diputados de Junts votaron en el Congreso junto al PP y Vox para descafeinar la reforma fiscal de Moncloa.

"Interlocutor válido"

"La foto de Sánchez en Waterloo se producirá, por supuesto, porque está pactada", aseguraban este lunes fuentes del entorno del expresidente a este diario. "Es una condición necesaria para que el presidente legitime al president, pero no suficiente", añadían.

El propio Puigdemont se quejaba recientemente en una entrevista de que ni Sánchez ni Salvador Illa, nuevo presidente de la Generalitat, le consideran un "interlocutor válido" y tanto él como su entorno aseguran que si el Gobierno no completa las distintas cesiones a las que se han comprometido con Junts, acabarán por tumbarle.

Las palabras de Sánchez son todo un guiño en un momento de complejidad y para intentar encarrilar el inicio de 2025, donde se tendrán que terminar de abordar con Junts algunas cuestiones como la cesión integral de las competencias sobre inmigración, la cuestión de confianza que piden los posconvergentes, la oficialidad del catalán en la Unión Europea o los Presupuestos Generales del Estado para 2025.

La visita de un presidente del Gobierno a un procesado en rebeldía y que se encuentra en el extranjero para no rendir cuentas, es un hecho inédito en democracia. Sin embargo, ya ha habido varios personajes del Gobierno o del PSOE que le han ido allanando el camino.

En septiembre del año pasado, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, se trasladó a Bruselas para reunirse con el expresident catalán. También lo ha hecho en múltiples ocasiones el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, que llegó a fotografiarse bajo la imagen de una urna del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.

El último en hacerlo fue el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que acudió la semana pasada a Waterloo para pedir a Puigdemont que apoye la reducción de la jornada laboral en el Congreso de los Diputados y acabó pidiendo al Gobierno de Sánchez que cumpliera con lo pactado con los posconvergentes.

"Acostumbrado a la indecencia"

Según explican fuentes del PP a EL ESPAÑOL, es una ironía que Sánchez diga que está dispuesto a ir al extranjero a reunirse con Puigdemont, porque en realidad no depende de él. "Si Puigdemont le pide que vaya a Waterloo caminando y vestido de torero, lo hará. Puigdemont disfrutará de esto, sabiendo que le arrastra a cualquier sitio de cualquier forma y con cualquier compañía", aseguran.

"El país está acostumbrado a cosas indecentes que Sánchez hace en nombre de la convivencia, pero que en realidad son en nombre de su propia supervivencia", comentan desde Génova. "Sánchez no puede decirle que no a Puigdemont. Es un símbolo de la debilidad del Gobierno y se producirá cuando Puigdemont quiera", añaden.

Sin embargo, es muy difícil que las amenazas de Puigdemont desemboquen en una moción de censura porque Junts, en principio, no se uniría al PP y Vox. Es por eso por lo que desde el PP enmarcan pactos como los de la semana pasada en un ejercicio de aprobar medidas que son buenas para los españoles, pero sin mayores consecuencias.

"Lo importante es que hemos bajado impuestos. Sin tener el BOE, hemos publicado en el BOE. Y hemos conseguido que Vox y Junts y PNV voten lo mismo. Cómo será la política fiscal del Gobierno para que estos tres partidos voten juntos. Que aten cabos en la Moncloa", advierten desde Génova.