El número dos de la trama Gürtel, Pablo Crespo, ha optado por una defensa totalmente distinta a la lleva por su entonces jefe Francisco Correa. Mientras que este último reconoció pagos en metálico y dávidas a ciertos alcaldes y sobre todo al extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, por su intermediación en la adjudicación de obras a ciertos empresarios, Crespo ha negado haber participado en cualquier actividad irregular, y tan siquiera en conocerla.
“A Bárcenas yo no le he entregado dinero en efectivo, jamás le he entregado ni un céntimo. Yo iba a buscar los talones con los que nos pagaban los servicios por campañas electorales. Pero todos los servicios prestados, son servicios documentados y facturados en su totalidad”, sostuvo durante su declaración como acusado en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por el 'caso Gürtel'.
Correa explicó en su declaración como acusado que él y el entonces gerente del PP (y después tesorero) hicieron durante años de intermediarios para que ciertos empresarios tuvieran adjudicaciones públicas tanto en la Administración Central como en administraciones autonómicas y locales. Si la operación salía exitosa, una parte se la quedaba él y otra se la daba a Bárcenas.
Niega pagos en b
Sin embargo, Crespo lo desmiente o, por lo menos, él no participaba en pagos en metálico ni a Bárcenas ni a ningún otro político. “Nunca he tenido conocimiento de cuestiones de se tipo. Nunca he tenido conocimiento de que nadie lo hiciera”, aclaró el presunto número dos de la trama en su declaración como acusado ante el tribunal, presidido por el magistrado Ángel Hurtado.
En el cuaderno de la contabilidad b de Correa, guardada por José Luis Izquierdo, aparecía un apunte que decía “Entrega a LB por P.Crespo de 30.000 euros, y que la Fiscalía Anticorrupción sostiene que es una entrega de dinero en efectivo al extesorero del PP. “Jamás he entregado 30.000 euros en efectivo a Bárcenas”, espetó Crespo, desmintiendo la investigación policial y judicial.
El número dos de Correa, y persona de máxima confianza de éste en la gestión de sus empresas, ha explicado a la Sala que efectivamente Bárcenas, como gerente del partido que fue durante años, era la “máxima autoridad administrativa del partido”. Por eso, gestionaba con él el pago de las campañas electorales del partido que organizaban las empresas de Correa. “Mi relación con Bárcenas cuando me incorporo a las empresas de Correa pasa a ser la de proveedor-cliente. Era la persona con la que tenía que pelear los precios, las fornas de pago, lo habitual en este tipo de temas”, insistió.
Sin embargo, Crespo -que se enfrenta a 85 años y medio de cárcel- ha asegurado que mantenía más relación con el antecesor de Bárcenas en la Tesorería, Álvaro Lapuerta -exonerado del juicio por su demencia sobrevenida-, con quien mantenía una estrecha relación de la ´época que Crespo fue secretario de Organización del PP gallego. “He tenido más contacto con Lapuerta porque venía mucho por Galicia en mi época en el PP. Me parecía una persona entrañable, me trataba con mucho respecto, y cada vez que venia a ver a Fraga le recogía yo en el aeropuerto y le llevaba a ver a su hija a Pontevedra”, recordó.
Niega las sociedades tapadera
A lo largo de sus tres días de interrogatorio, Crespo, que ha querido responder a todas las partes, ha negado cualquier irregularidad en el grupo Correa. Además, ha rechazado tajantemente que una de las empresas de Correa, Spinaker 2000 SL, fuera una tapadera para pagar 'mordidas' tanto a Bárcenas como a Jesús Sepúlveda, exalcalde de Pozuelo y marido entonces de la exministra de Sanidad, Ana Mato.
Según Anticorrupción, esta sociedad, creada en el año 2001 por el contable de la trama Luis de Miguel, tenía como verdaderos dueños a Correa, Bárcenas, Jesús Merino (exdiputado nacional) y Sepúlveda. Spinaker tenía participaciones en otra empresa, Rialgreen, "la cual tenía como actividad económica principal la gestión de la organización de las campañas electorales del PP", según el escrito de acusación.
El objeto de la sociedad era la canalización de los ingresos procedentes de la organización de las campañas electorales. La sociedad fue creada con fondos de Correa de procedencia ilícita y Bárcenas, Merino y Sepúlveda participaron en Spinaker “de modo opaco, al objeto de enmascarar los réditos presuntamente obtenidos por su actividad de intermediación”, sostienen las fiscales.
Pero Crespo lo niega. “El único socio de Spinaker es Correa y un creativo del grupo, Juan Luis Rois. Nunca pensé que Sepúlveda -ni Bárcenas- podría ser un socio en la sombra de la mercantil”, sostuvo el acusado a preguntas del abogado del exalcalde y exsenador.
“Vejiga de titanio”
El interrogatorio realizado por su abogado defensor, Miguel Durán, giró en torno al maltrato sufrido durante los días que estuvo detenido desde el 6 de febrero de 2009 hasta que fue enviado a prisión preventiva. El objeto de las preguntas era explicar al tribunal porqué Crespo se ha desdicho de lo que declaró entonces ante la Policía y ante el juez que ordenó su detención, Baltasar Garzón, al no encontrarse entonces en sus plenas facultades debido al trato sufrido.
Además, su abogado sostiene que se coartó su legítimo derecho de defensa. Según relató Crespo, el día de su detención se practicó el registro de su oficina sin estar presente porque a él le trasladaron a su domicilio particular para presenciar allí el registro. Después fue enviando a un calabozo, donde estuvo más de 24 horas sin poder orinar. “Menos mal que tengo la vejiga de titanio”, ironizó el acusado.
Según relató, los guardias no le hacían caso cuando pedía poder hacer sus necesidades fisiológicas. Además, estuvo sin comer pero en ese caso fue por voluntad propia porque “la comida era asquerosa”.
Al día siguiente, fue sometido a un duro interrogatorio policial. “En la sala había un agente, que con mucha violencia verbal, me dijo que no tenía porqué explicarme los hechos, y que a partir de ahora mi letrado tenia que estar callado. Mi letrado no se calló, le dijo que según la LeCrim (ley de Enjuiciamiento Criminal) me tenía que relatar los hechos. Entonces se acercó a una estantería, cogió una LeCrim, y le dijo que él también se la sabía y que la declaración se haría según sus términos. Y que si mi abogado seguía obstruyendo la declaración iría al Colegio de Abogados”, recordó.
Por esta razón, el abogado, que después fue imputado en esta misma causa, le aconsejó que no contestara y se negara a declarar. “No hice caso al letrado de no declarar porque entendía que no tenia nada que ocultar, a pesar de las expresiones de violencia verbal”, indició el acusado.
“Después de varias horas volví al calabozo. Tuvieron la bondad de dejarme orinar, la primera vez que lo hice en un día y medio. Volví al calabozo donde pasé mi segunda noche, sábado, domingo, y el lunes por la mañana nos trasladaron a los calabozos de la Audiencia Nacional”, añadió.
Así, recuerda que en todos esos días sólo comió el domingo por la mañana un paquete de galletas “envueltas de origen”. Después de declarar ante Garzón, en un interrogatorio “totalmente prospectivo”, le enviaran a la cárcel de Soto del Real. “Fue un alivio. Por fin pudimos hacer lo que hace cualquier ser humano, nuestras necesidades, ducharnos y lavarnos”, concluyó.
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