El presunto yihadista Daniel Fernández Aceña quería pasar a la acción. De sus comentarios en redes sociales así como por sus conversaciones telefónicas, la Guardia Civil detectó que este español, condenado en su día como miembro de los GAL, tenía intención de cometer un atentado suicida en alguna zona turística de Segovia, ciudad donde residía.
En el auto por el que la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela le envía a prisión, se explica cómo Fernández había mostrado ante distintas personas intención de cometer un atentado suicida en nombre de una organización terrorista yihadista. Agentes de la lucha antiterrorista infirieron que uno de los lugares por los que se hubiera interesado para realizar una acción violenta fuera uno de los numerosos sitios turísticos de la localidad segoviana.
Fernández, condenado anteriormente a 29 años de cárcel por el asesinato del ferroviario francés Jean Pierre Leiba en Hendaya en 1984, se fue radicalizando en el movimiento yihadista. Según la magistrada, esta radicalidad cada vez era más patente, "intensificándose tras los últimos atentados terroristas perpetrados por la organización terrorista DAESH en suelo europeo".
El paraíso de los mártires
Fernández quería ir al paraíso al que se dirigían los mártires. "Incluso llegó a afirmar haber estado en zona de combate". En una conversación telefónica intervenida por los agentes, el presunto yihadista comentaba que había mantenido contacto con combatientes en Siria. El exmiembro de los GAL decían en esa llamada: "Los que están haciendo allí una buena labor social son los del Estado Islámico".
Según explica Lamela, se han detectado continuas alusiones a su intención de "querer viajar a Afganistán" e incluso su intención de "inmolarse en un autobús en Segovia". La pista definitiva para que la Guardia Civil decidiera actuar y detenerle fue una conversación del pasado 11 de noviembre, en el que muestra una serie de indicios de su intención a "pasar a la acción". En esa llamaba hablaba del "desprecio" que tenía a las personas que no son de su misma confesión musulmana.
Lamela ordenó este jueves su ingreso en prisión incondicional por su radicalización yihadista. El magistrada le ha imputado un delito de terrorismo por por su reciente autoadoctrinamiento en el yihadismo que lo había llevado a "la determinación de cometer un atentado terrorista".
Según los investigadores, Fernández es considerado como muy peligroso "y no se descarta que pueda tener acceso a armas de fuego, por lo que se ha activado a la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil para la práctica de la detención del mismo".
Fernández Aceña entró en prisión cuando tenía 26 años, por este asesinato. La Audiencia Nacional le condenó, junto a Mariano Moraleda Muñoz, como miembro del comando Jaizubia de los GAL por asesinato con premeditación y alevosía, pertenencia a banda armada y tenencia ilícita de armas.
Más de 30 años después, la Guardia Civil ha determinado que se había autoadoctrinado "en el extremismo religioso de carácter yihadista, que realizaba labores de difusión de propaganda de DAESH y tenía la determinación de cometer un atentado terrorista". Había viajado, además, a zonas de conflicto en Afganistán, Siria y Palestina, donde dejó claro que estaba dispuesto a cometer atentados suicidas si tuviera ocasión.