La Policía Nacional investigó a todos los vecinos de Luis Bárcenas para lograr nuevos confidentes que filtraran los movimientos de su familia mientras el extesorero estaba en prisión. Para ello, los operativos que formaron parte de la operación Kitchen realizaron una lista con todos los vecinos de la vivienda que el exsenador ocupa junto a su mujer y su hijo en el centro de Madrid.
En el listado, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, aparece el nombre de la mayoría de los vecinos del edificio donde reside la familia Bárcenas, salvo algunos inmuebles que aparecen en el documento "Sin información". Una vez más, estos documentos fueron elaborados sin sello ni firma, sin un membrete oficial de la Policía Nacional ni un número de investigación o expediente al que pertenecen. Nada que sirva para rastrear a sus autores dentro del cuerpo, algo que investiga ya por partida doble la Audiencia Nacional.
Según explican fuentes conocedoras del dispositivo, la operación kitchen (que fue bautizada así en sus notas informativas por el comisario José Manuel Villarejo) nació con la intención de lograr a varios confidentes en el entorno de Luis Bárcenas. El primero y más importante fue el conductor y persona para todo de la familia, Sergio Ríos, que tras cobrar 2.000 euros mensuales de fondos reservados ingresó en la propia policía. Pero no fue el único.
Según confirman las mismas fuentes, los agentes involucrados en el operativo -que no fue comunicado a autoridad judicial alguna- contaron con la ayuda de un preso dentro del módulo IV de Soto del Real, en el que Bárcenas pasaba entonces sus días como preso preventivo. El objetivo era conocer, gracias a sus charlas en prisión, el emplazamiento donde el extesorero del PP escondía información comprometida para el Partido Popular. Además, los agentes intentaban confirmar si Bárcenas había hecho nuevos contactos dentro de prisión que le granjearan otras vías delincuenciales o la capacidad de mover dinero sin ser detectado.
Un asterisco para el despacho de su abogado
En el edificio de Bárcenas, los agentes buscaban una nueva fuente que les alertara sobre los movimientos de su familia, además de confirmar la lealtad de su principal informador. Si Sergio Ríos omitía algún traslado o pasaba por alto cualquier detalle importante, era bueno tener una segunda fuente de información que sirviera de contraste
Además el edificio tenía otro punto de especial interés: el despacho de los abogados Miguel Bajo y Alfonso Trallero, que llevaron la defensa del extesorero del PP hasta julio de 2013, en plena investigación de la operación Kitchen. Además del piso donde se encuentra el despacho, el nombre de Miguel Bajo aparece marcado con un asterisco. Según explican fuentes conocedoras del operativo, una de las tesis pasaban por que Bárcenas hubiera dejado parte de la documentación más importante en manos de sus letrados. Monitorizar las entradas y salidas de su despacho podría aportar una idea de las manos en las que podían terminar aquellos documentos o pruebas sonoras.
Además, la casa del exsenador no fue la única controlada. Los agentes analizaron también el listado de inquilinos de un edificio de viviendas y locales comerciales ubicado en la calle Velázquez. Allí, la mujer de Bárcenas frecuentaba un local para la restauración y venta de obras de arte. Otra de las tesis con la que trabajaban entonces los participantes en el operativo era que Rosalía Iglesias guardaba allí parte de la documentación oculta en uno de los muebles que formaban parte del negocio. Algo que nunca se confirmó.