Los juicios serían más sencillos sin hemerotecas. La huella informativa que en su día dejó la realidad vivida reaparece tiempo después para oponerse a la realidad reelaborada que se escucha en las vistas judiciales. Es lo que ha ocurrido este miércoles en el juicio por el proceso soberanista catalán durante la declaración como testigo de Albert Royo, exsecretario general de Diplocat, un consorcio público-privado dedicado a "proyectar la realidad de Cataluña a nivel internacional".
La Generalitat financia Diplocat en una proporción cercana al 90%, pese a lo cual Royo intentó convencer al tribunal de que "marcaba distancias" con la Consejería de Exteriores. "¿No recibió usted a finales de septiembre 2017 una comunicación de Raül Romeva diciéndole que, a pesar de la suspensión [del referéndum independentista] por el TC, la Consejería había funcionado como un verdadero ministerio de asuntos exteriores del cual Diplocat es uno de sus brazos?", preguntó la fiscal Consuelo Madrigal. "No había ningún tipo de dependencia funcional ni de dirección. Siempre ha habido una cierta tensión entre el Gobierno y Diplocat", aseguró el testigo.
Justo en septiembre de 2017, a dos semanas del referéndum ilegal del 1-O, llegó a Cataluña un equipo de expertos internacionales encabezados por Helena Catt, directora de International Electoral Expert Research Team (IEERT), un grupo informal de investigadores y expertos electorales de Nueva Zelanda, Canadá, Gran Bretaña e Irlanda. El grupo generó gastos por valor de 114.592 euros en concepto de honorarios y otros 62.712 euros en alojamiento y viajes, según los escritos de acusación.
Los pagó Diplocat, admitió Albert Royo, pero "no eran gastos relacionados con el 1-O". De hecho, ni siquiera eran observadores electorales, "nada que ver", dijo. "Les contratamos para que hicieran de junio a octubre un proyecto académico, un análisis sobre el contexto político de Cataluña y sus relaciones con España, la petición del derecho a decidir y diagnosis de lo que pasaría esos meses en Cataluña", manifestó.
"El Gobierno catalán decía que quería organizar el referéndum y el Gobierno de España decía que no. Teníamos muchas peticiones de información sobre lo que estaba sucediendo en Cataluña. Sabíamos que la realidad iba a ser compleja. Quisimos profesionalizar el proyecto al máximo y pedimos a un grupo de expertos que lo analizara de una forma neutral y científica, que explicaran ellos qué estaba pasando en Cataluña".
- "¿Por qué dice que no era una misión de observación internacional?", le preguntó el defensor de Romeva, Andreu van den Eynde.
- "Una misión de observación electoral lo que hace es comprobar si un voto ha sido justo y transparente. Nuestro proyecto no tenía por objeto eso. Era un proyecto académico que hace un análisis de las relaciones entre Cataluña y España y no puede validar ningún voto. Ese proyecto se hizo con independencia de que al final hubiera o no un referéndum", afirmó Royo.
Los "académicos" que Royo describió en el Supremo constituyeron en su día una "misión internacional de observación electoral", según el carácter que les dio el propio Departamento de Romeva el 14 de septiembre, cuando el entonces consejero recibió a Catt y relató que estaba en Cataluña para analizar "todos los procesos para la realización del referéndum y la votación del día 1 de octubre".
La propia Helena Catt emitió el día 2 de octubre un comunicado en el que anticipaba las conclusiones -"neutrales y científicas", en calificativo de Royo- de la visita de la misión de observadores "a más de 100 colegios electorales".
"Monitoreamos y grabamos la situación desde las 5 a.m. hasta que las urnas cerraron a las 8 p.m. y se contaron los boletos", afirmó Catt.
"Vimos numerosas y repetidas violaciones de los derechos civiles y humanos", añadía la declaración, afirmando que "fue una operación de estilo militar cuidadosamente planeada. Nos asombra que oficiales armados enmascarados hayan entrado en las mesas electorales con los propósitos de impedir un proceso democrático pacífico".
"A pesar de estos problemas, y de otras dificultades que la gente experimentó al tratar de votar, quiero enfatizar que vimos un día de votaciones", aseguraba Catt, que elogiaba "el carácter pacífico de la actuación del pueblo catalán en el día de ayer" y "la fuerte voluntad de la gente que demostró que estaba decidida a dar su opinión".
"Vimos repetidamente que los que trabajaban en los colegios electorales lo hacían de buena fe y no vimos señales de intentos de manipular el voto", indicaba Catt, que avalaba la votación del 1-O al concluir que "en toda Cataluña hemos notado la persistencia en el esfuerzo por votar, incluyendo una participación significativa a pesar de los enormes obstáculos y temores. El proceso debe ser respetado".