La Audiencia Nacional ha absuelto al exjefe etarra Garikoitz Aspiazu Rubina, alias Txeroki, y al también miembro de la banda Asier Arzalluz del asesinato en 2001 en Getxo del juez José María Lidón, al estimar que no hay pruebas suficientes para considerarles autores de los disparos que acabaron con su vida.
La Fiscalía, que en un principio pidió 30 años para cada uno de ellos, retiró la acusación contra Arzalluz antes de que el juicio quedara visto para sentencia al entender que no había quedado acreditada su autoría.
Según la sentencia dictada este miércoles, "no hay prueba de cargo suficiente para enervar la presunción de inocencia" de ninguno de los dos, y la aplicación recta de la ley lleva a la absolución "sin verse empañada por humanos sentimientos de compañerismo (no cabe olvidar que la víctima era magistrado en activo), compasión o venganza".
El imperio de la ley, continúa la Sala, atiende los legítimos derechos de las víctimas y, necesariamente, también de los procesados "a un juicio justo, contradictorio y con plenitud de garantías" y a la presunción de inocencia.
En opinión de los magistrados, es esa justicia que atiende a las víctimas y respeta los derechos de los acusados la que ha permitido y permitirá luchar efectivamente contra la lacra del terrorismo, junto a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
La Sala cree que los informes de inteligencia de la Policía Autónoma Vasca y de la Comisaría General de Información no acreditan que Arzalluz y Txeroki fueran los autores del asesinato del magistrado de la Audiencia Provincial de Vizcaya el 7 de noviembre de 2001.
Y no considera "fiable" la identificación que la mujer y el hijo de Lidón realizaron de Txeroki como el presunto asesino años después del atentado, tras verlo en la televisión cuando era extraditado de Francia.
La Sala incluye en la sentencia las declaraciones prestadas por la viuda y el hijo antes de esa fecha en las que no pudieron identificar a los autores del asesinato, testimonios que tuvieron lugar en 2001, dos días después del asesinato; en 2002 y posteriormente en los juicios celebrados por estos hechos.
En opinión de los jueces, aunque creen que Txeroki fue uno de los autores, no se puede considerar fiable su testimonio con un reconocimiento tan tardío, de una persona públicamente conocida y sobre la que la policía sospechaba como hipótesis de trabajo.
Apunta además que se tardó seis o tres años en comunicar a la autoridad judicial que se había reconocido al etarra por imágenes de televisión, sin que esa identificación estuviera corroborada por ninguna otra prueba.
"La creencia subjetiva de las víctimas no transforma necesariamente su testimonio en creíble o fiable en orden a enervar el derecho constitucional de presunción de inocencia", insisten los magistrados.
Precisan también que esa falta de credibilidad no se basa solo en el hecho de que un testigo, absolutamente objetivo y cuyo testimonio se ha mantenido en el tiempo, dijera que los autores llevaban gafas muy pegadas y que los investigadores admitieran que esa circunstancia dificultaría la identificación.
La Fiscalía, sin embargo, había dado credibilidad a la familia y defendió que su identificación del ex líder militar de ETA por parte de la mujer y el hijo se realizó "sin ningún género de dudas" y "con todas las garantías".
Restó en este contexto importancia al baile de fechas en sus declaraciones durante el juicio, en el que la viuda dijo haber reconocido a Txeroki por su mirada en unas imágenes de televisión en 2008, mientras que el hijo aseguró haberlas visto en 2011.
"No hay duda de que el señor Lidón fue asesinado por ETA y que al menos participaron dos personas, pero no se pude acreditar que fueran mis defendidos", subrayó por su parte el abogado defensor.
Txeroki cumple condena en Francia, que accedió a entregarle temporalmente a España para ser juzgado como autor del asesinato de Lidón.
Por ese atentado ya se juzgó al etarra Urtzi Murueta, acusado de haber ordenado el seguimiento al juez y que resultó absuelto por falta de pruebas; y a Orkatz Gallastegi Sodupe, condenado a 26 años de cárcel por seguir al magistrado.