El abogado de Zougam insiste en su inocencia: "Su condena no aguanta el paso del tiempo"
Eduardo García Peña reitera que su cliente, considerado autor material de los atentados, no participó en el 11-M: "Mi convencimiento no es un acto de fe".
11 marzo, 2022 03:15Noticias relacionadas
Han pasado 18 años, pero algunas heridas del 11-M permanecen abiertas y ciertas dudas se mantienen vivas. La verdad judicial es firme desde 2008, cuando el Tribunal Supremo ratificó casi totalmente el fallo de la Audiencia Nacional.
No obstante, cerca de dos décadas después de los atentados, el abogado Eduardo García Peña, quien fuera, junto a Francisco Andújar, defensor de Jamal Zougam (Tánger, Marruecos, 1973), aún conserva la convicción de que su cliente —condenado a casi 43.000 años de cárcel como autor material de los ataques, no saldrá de prisión hasta 2044— es inocente.
Y lo cree "personal y profesionalmente". "Ojo, sólo en el caso de Zougam", recalca, tras mostrar su respeto "absoluto" a la sentencia redactada por el magistrado Javier Gómez Bermúdez.
Esta supuesta injusticia se debería, indica García Peña, "al error de los tres jueces" que componían aquella Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ante la que declaró el joven marroquí en 2007. Así lo subraya en esta entrevista con EL ESPAÑOL, en la que despliega un análisis que discurre alejado de las tesis verdadoficialistas —los hunos— y las conspiranoicas —los hotros—.
Marzo de 2022. Sigue convencido de la inocencia de Jamal Zougam...
Absolutamente convencido. No ya de que no haya pruebas de la culpabilidad de Zougam, sino también de que es inocente. Son dos cosas distintas; les separa un cierto matiz. Creo que es totalmente ajeno a los hechos y que no tiene ninguna vinculación con ellos.
Tengo esa percepción desde el análisis técnico, como abogado, como profesional del Derecho. Y la misma, de manera personal, tras haber hablado con él en infinidad de ocasiones y haberle visitado en prisión como su letrado.
Tengo el convencimiento profesional y personal de que Jamal Zougam es inocente y es ajeno a los hechos
Lo que hemos conversado —el contenido de estas charlas está bajo secreto profesional—, lo que él me transmite y lo que yo he sentido, me llevan a la convicción absoluta de que es inocente y que no tuvo nada que ver.
¿En qué basa la convicción personal y la profesional?
Sobre la profesional, es largo de contar, porque el del 11-M es un sumario complejo, cuantitativa y cualitativamente. Resumiéndolo: primero, creo que no hay ninguna prueba de cargo que acredite su culpabilidad.
La prueba en la que se apoya la sentencia para condenarle es el reconocimiento de Zougam que hacen dos testigos, dos ciudadanas rumanas que declararon haberle visto en los vagones que estallaron aquel día.
Creo que la inconsistencia de esas declaraciones y que uno de los reconocimientos se hace más de doce meses después [de los atentados] es una cosa inverosímil.
Posteriormente, interpusimos una querella contra las dos testigos por falso testimonio, pero se archivó. Demostrar el falso testimonio —demostrar que alguien ha mentido a sabiendas— es muy difícil. No pudimos proceder contra ellas por este delito, que podría haber dado lugar a un recurso de revisión, que habría permitido revocar la sentencia.
Creo que lo dicho por esas testigos no se corresponde a la verdad. Que fuese consciente o inconscientemente... (duda) La Administración de Justicia ya ha dado su palabra sobre ello. A partir de ahí, contra Zougam no hay nada más.
Jamal Zougam siempre ha manifestado que estaba durmiendo en su casa cuando se produjeron las explosiones.
No hay una sola huella suya ni en Morata de Tajuña [allí estaba la finca en la que se prepararon los explosivos] ni en Leganés [donde la célula yihadista se recluyó tras el ataque, hasta que se inmolaron en la vivienda], ninguna conversación de teléfono suya con absolutamente nadie, ningún resto biológico para cotejar...
Lo que sí hay —y a lo que el tribunal hizo caso omiso— es una coartada de Zougam ratificada por su familia. Claro, uno vive con quien vive y él vivía con su familia. Manifestó que en la mañana de las explosiones, en lugar de estar en un tren con una mochila cargada de explosivos, él estaba durmiendo con su hermana, su hermano y su madre.
¿Si las tarjetas se hubieran comprado en El Corte Inglés, el director general habría acabado sentado en el banquillo?
Y luego, Jamal Zougam muestra unas rutinas que no se corresponden con las del resto de personas a las que se atribuyeron los atentados. Después del ataque, todos se refugian en un piso franco en Leganés, que acabaría explotando, y Zougam sigue trabajando a diario en el locutorio y hace el resto de su vida normal. Lo mismo que hacía las semanas, meses y años anteriores...
Creo que se forzó mucho el razonamiento en la sentencia para llegar a afirmar que había un grado de certeza y convicción para encontrarle culpable. En cualquier otro caso, por cualquier otro delito —un robo de un banco, una violación, unas lesiones—, un acusado, con las mismas pruebas, no habría sido condenado.
Y el diario El Mundo publicó el resto de la información sobre estas dos testigos que cerraba el círculo...
El Mundo publicó que una de ellas fue considerada en dos ocasiones falsa víctima y que sólo 15 días después de ver fracasados sus intentos por obtener la correspondiente indemnización, transcurrido ya casi un año desde los atentados, fue cuando identificó a Zougam.
Si hubiésemos tenido —el tribunal y la defensa— esta información en el juicio... Esto es una hipótesis, pero no creo que hubiera habido una condena a Zougam, o que hubiese sido aún más complicado. Infinitamente más complicado.
Y sobre los reconocimientos visuales con los que las testigos señalan a Zougam... Pretender que alguien pueda, más de un año después, identificar a una persona a la que ha visto décimas de segundo y antes de que haya explotado ninguna bomba... No es lo mismo a que te pongan un cuchillo en el cuello y te pidan la cartera; ahí estás siendo víctima del delito mientras pones tu atención en el agresor. Yo no recuerdo la cara del camarero que me ha puesto un café esta mañana.
¿Ha variado su convicción personal en estos 15 años desde que se celebró el juicio?
Al revés. En el plano técnico-jurídico, la sentencia del 11-M —en lo que a Jamal Zougam se refiere, lo subrayo— no aguanta el paso del tiempo. Y menos con la información que tenemos ahora sobre las dos testigos. Con respecto a Zougam —ojo, hablo de su condena—, el paso del tiempo no hace sino reforzar la falta de consistencia de la sentencia y mi convicción de que es inocente.
Creo saber, tras 31 años ejerciendo de abogado, cuándo un cliente te dice la verdad y cuándo no. Que un cliente siga diciéndote que no ha hecho nada una vez todos los instrumentos procesales se han agotado y ya no hay nada más que hacer, no me lo he encontrado nunca...
Jamal sigue clamando por su inocencia. Si hubiera reconocido su culpabilidad, su situación penitenciaria sería infinitamente mejor de la que es ahora. Y no lo ha hecho. A la convicción profesional de que es inocente, se une la personal.
¿Y por qué el tribunal le considera culpable?
Pues esa es tan buena pregunta como difícil de responder... sin que, a continuación, me detengan y me imputen. La respuesta que puedo dar es que el tribunal valoró la prueba en conjunto, libremente y en conciencia, como dispone la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Si Zougam hubiera reconocido su culpabilidad, su situación penitenciaria sería infinitamente mejor de la que es ahora
¿Que por qué, a pesar de ser tan endeble la prueba, se dictó una sentencia condenatoria? Porque los tres jueces se equivocaron y cometieron un error. El tribunal se equivocó. Pensar que no hay errores en la Administración de Justicia es naif, insostenible. Otra cosa es que el sistema sea lo suficientemente garantista, que lo es, como para que lo normal sea que no haya muchos errores. Y que éstos sean la excepción.
Y yo no tengo más datos que me permitan especular acerca de por qué se equivocó que no sea considerar que fue un error humano en la valoración de la prueba.
La sentencia incide en que Zougam es el titular del locutorio donde fueron obtenidas las tarjetas que activaron los explosivos.
Si en los trenes que explotan se hubieran encontrado unas tarjetas vendidas por mí, que soy abogado, sería sospechoso. Pero que se adquiriesen en una tienda que vende tarjetas... Es un dato que no aporta nada. Zougam ni siquiera estaba en el locutorio el día que se compraron.
¿Si las tarjetas se hubieran comprado en El Corte Inglés, el director general habría acabado sentado en el banquillo?
¿Se ha planteado alguna vez que Zougam haya podido ser una cabeza de turco? Un caso Dreyfus... Cualquier posibilidad más allá del mero error judicial.
Planteamientos me he hecho muchos. Pero pruebas, datos objetivos, algo que me permita escribir un papel y presentarlo en un Juzgado, no tengo ninguna, más allá de los argumentos que puse en la querella por falso testimonio contra las dos testigos, en base a la información que publicó El Mundo.
Y así nos enteramos de que la segunda de las testigos, la que hace el reconocimiento un año después del 11-M, fue penando durante ese año para que le reconocieran la condición de víctima y se la habían denegado, porque no fue capaz de explicar mínimamente en qué vagón iba. Y fue entonces cuando levantó el banderín y comentó que podría reconocer al autor de los hechos.
¿Qué sería capaz de cambiar sus convencimientos sobre Zougam? Si hay algo que pudiese...
Mi convencimiento es racional, no es un acto de fe. Es, creo, fruto del análisis objetivo. En mi vida profesional trato de aplicar el método cartesiano. ¿Que cabe la posibilidad de que cambie mi convencimiento? Claro, por supuesto. Si aparece una prueba pasado mañana que me demuestre que estoy equivocado...