La magistrada del Tribunal Constitucional María Luisa Balaguer ha manifestado este miércoles en Salamanca que "una parte del TC no tiene sensibilidad de género" y ello se refleja en el lenguaje de las sentencias.
Balaguer, que ha participado en un seminario organizado por el Tribunal de Cuentas sobre la igualdad de género en el sector público, ha señalado que "las mujeres queremos tener derechos, no que se nos regalen".
"Queremos ser mujeres ejecutivas, preparadas, sin necesidad de que nos digan '¡y es una mujer, tiene más mérito!'. No. No queremos más mérito, queremos el mismo mérito", ha dicho.
Según Balaguer, las mujeres no quieren recibir un trato de "conmiseración". En este punto ha aludido a la presidencia del TC, que deberá ser elegida tras la próxima renovación del Constitucional y que a ella le gustaría ocupar. "[Se dice] que estaría muy bien que una mujer fuera al Tribunal Constitucional de presidenta. En realidad, el que sea una mujer o sea un hombre no sirve para ser presidenta. Solamente que si es un hombre o una mujer tendrá que utilizar la perspectiva feminista en las sentencias", ha sostenido.
"En el Tribunal Constitucional se ha podido comprobar. En los votos particulares luce mucho algún magistrado que tiene una cierta sensibilidad de género y hace los votos particulares en conjunción conmigo. Porque hay también otra parte del tribunal que no tiene esa sensibilidad", ha afirmado en referencia al vicepresidente, Juan Antonio Xiol, único miembro del TC al que Balaguer ha 'salvado'.
La magistrada ha aludido a continuación a la sentencia dictada en relación con la primera demanda interpuesta por una persona intersexual, que alegaba haber sido discriminada en el trabajo debido a esa condición.
El lenguaje
Balaguer fue ponente de esa sentencia, que fue aprobada por unanimidad por el Pleno del TC el pasado 30 de mayo y respecto a la que ha señalado que le planteó un "problema de lenguaje" porque Serge S. "no se adscribía ni al sexo masculino ni al femenino, por lo que si yo decía el reclamante podía sentirse ofendido, y con razón. Y lo mismo si decía la reclamante".
Por ello, en esa resolución se utilizaron expresiones como la persona recurrente o quien recurre en amparo. "Dio un resultado extraordinario", ha presumido Balaguer. "Es lo que quise demostrarles a mis compañeros. Porque cada vez que hablamos del lenguaje de género, algún compañero dice 'no hace falta, si ya se entiende que cuando se dice una palabra en masculino abarca también a la mujer'".
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"¡Es que no es por eso por lo que hace falta!", ha exclamado. "Es que queremos un lenguaje que nos nombre a nosotras. Nombrarnos a nosotras es muy importante".
Tras enfatizar que las mujeres son "sujetos" y no "objetos", Balaguer ha indicado que "la necesidad de ser sujetos exige un nombre, que tiene que ser en femenino".
Ha recordado que "yo siempre he defendido el lenguaje de género, el lenguaje inclusivo. Pese a las dificultades que pueda tener y al tiempo que podamos tardar, a las mujeres nos gusta ser nombradas como mujeres, no nos gusta ser nombradas en masculino porque eso también es una pérdida de identidad. Y el lenguaje oscurece o clarifica".
A su juicio, la cuestión de lenguaje de género "tiene muchas resistencias porque hay también bastante mala intención en los lingüistas".
"No se trata de duplicar el lenguaje y estar todo el rato diciendo 'capitán o capitana' 'grumete o grumeta'. Se trata de buscar palabras que sean capaces de neutralizar el lenguaje de tal manera que no nombre ni a hombres ni a mujeres y así podamos sentirmos todos incluidos", ha explicado.
"Es muy militante para mí la necesidad de que un magistrado o una magistrada pueda poner perfectamente la sentencia para toda la sociedad y no para una parte de ella".
El seminario, celebrado en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, ha sido inaugurado por la presidenta del Tribunal de Cuentas. Enriqueta Chicano ha subrayado que "no hay campo al que se pueda hurtar el enfoque de género", una perspectiva que el órgano que preside trata de incorporar a sus informes porque "las instituciones fiscalizadoras queremos ser socialmente relevantes, que nuestros trabajos tengan impacto".
Para ello, ha dicho hay que "avanzar al paso" de lo que le preocupa a la sociedad en cuestiones como las brechas salariales u otras desigualdades de género.