El Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional ha enviado a prisión provisional a Mustafá Maya Amaya, el yihadista al que la Policía Nacional detuvo hace tres días por los supuestos delitos de adoctrinamiento y enaltecimiento del terrorismo.
Amaya ya había sido condenado a ocho años de cárcel en 2018 tras ser considerado el mayor reclutador de radicales violentos de toda la Unión Europea. Logró sumar a la causa islamista a dos decenas de jóvenes. Salió de prisión hace un año.
Ahora, en un auto fechado este mismo jueves, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, el juez decreta su "prisión provisional, comunicada y sin fianza por un presunto delito de terrorismo yihadista". Así lo había solicitado la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que alertó de que existía "riesgo de fuga y de comisión de otros hechos delictivos".
La sentencia que condenó a Amaya en 2018 destacaba que formó "una de las mayores redes de captación y envío de radicales para su incorporación a organizaciones terroristas de corte yihadista, insertadas en el movimiento e ideario de la yihad global".
Mustafá Maya Amaya tiene nacionalidad española y un atípico perfil delincuencial. Nacido en Bruselas hace 59 años en el seno de una familia gitana, pronto se asentó en Melilla, donde comenzó un proceso de radicalización yihadista.
Con los años, según aquella resolución, logró conformar "una de las mayores redes de captación y envío de radicales para su incorporación a organizaciones yihadistas". Y en esa red había un elemento clave: el campo de entrenamiento que constituyó en la propia ciudad autónoma para enviar a los combatientes a zonas de conflicto.
Tras salir de prisión hace un año, Mustafá había sido visto por las calles de Melilla, en la silla de ruedas en la que se mueve desde hace casi dos décadas. La investigación de la Audiencia Nacional contra él permanece bajo secreto de sumario.