La industria farmacéutica europea —y, por ende, la española— necesita menos burocracia, más ayudas públicas y una mayor concienciación del beneficio que produce la innovación. “Europa tendrá que pensar si queremos ser un museo o un continente dinámico que apueste por la innovación”. Son palabras de Luis Mora, director general de PharmaMar, la empresa farmacéutica española fundada en 1986 y dedicada a la fabricación y comercialización de fármacos derivados de recursos marinos para el tratamiento de diversos tipos de cáncer o el alzhéimer.
Mora ha participado en el V Simposio del Observatorio de la Sanidad, organizado por EL ESPAÑOL e Invertia y que tendrá lugar durante toda esta semana en Universidad Camilo José Cela de Madrid. El director general de PharmaMar ha destacado algunas de las palancas de cambio que impulsarán aún más el desarrollo de la farmacéutica española en los próximos años ya que, según ha asegurado, “lo que no se investiga hoy, no va a curar mañana”.
“Somos la compañía que más invierte en investigación por empleado. Por lo tanto, las palancas del futuro son la cartera de compuestos que somos capaces de empujar, desde los inicios de la investigación y el desarrollo al mercado”, ha asegurado Mora. Aparte de los fármacos más conocidos de la compañía —Yondelis, Zepzelca, Aplidin—, el directivo ha asegurado que existen otros tres compuestos “muy interesantes” en diferentes fases de desarrollo clínico “que serán los que esperemos que puedan llegar a los pacientes en un futuro”.
Mora ha llamado la atención sobre el tiempo que se tarda en nuestro país para dar precio y financiación a los nuevos medicamentos. En nuestro país, la media es de alrededor de 700 días frente a Alemania, que tarda poco más de 100. “Es difícil de entender que ocurra”, ha denunciado el director general.
“Se tarda una media de entre 12 y 15 años en desarrollar un fármaco, con una inversión media en el sector cifrada entre 2.000 y 2.500 millones de dólares no exentos de riesgo. Una vez has conseguido una aprobación, centralizada en este caso por la EMA, tienes unos años de exclusividad. En España, de esos ocho o diez años de exclusividad, se pierden dos. Y ya no solo para el laboratorio, sino que la innovación terapéutica que te ha aprobado la EMA no llega al paciente”, ha lamentado Mora.
“Dentro de Europa se produce además una inequidad, porque un paciente alemán puede recibir un tratamiento a los 100 días y un español a los 700 días. Cómo arreglarlo es difícil, pero con voluntad recursos y cumpliendo la ley se podría llegar al objetivo de todos, que es que sea beneficioso para ambas partes”, añadía.
Tal y como ha explicado el director general de PharmaMar, estas diferencias se dan fundamentalmente debido a las diferencias existentes en la regulación y el sistema de algunos países de nuestro entorno como Francia o Alemania. En el país galo, por ejemplo, tardan un año gracias a su sistema de uso compasivo remunerado. Es decir, tienen una bolsa de pacientes a nivel estatal, y cuando el producto reúne ciertos requisitos y ha demostrado beneficios clínicos, el paciente puede acceder a ese fármaco financiado por el sistema nacional de salud.
“En Italia se tarda un año, en Austria se tardan seis meses… En España tenemos el récord mundial por el sistema que hay. Cada país tiene autonomía fiscal en priorizar los recursos públicos donde cree que mejor pueden financiar, y el medicamento parece que no es una de las prioridades en nuestro caso”, ha afirmado Mora.
El directivo de PharmaMar ha explicado que la legislación europea que viene en camino “no parece” que vaya a favorecer la salida al mercado de los medicamentos. En este contexto, Mora ha asegurado que Europa se está quedando atrás en innovación farmacéutica. “En los años 90, de toda la innovación farmacéutica que se hacía en el mundo, el 50% era europea. Con los últimos datos, estamos por debajo del 20%”, ha lamentado. “Estamos perdiendo el tren con Estados Unidos y China por un exceso de burocracia y una falta de ayudas públicas”.
A partir del 1 de enero de 2025 se va a complicar aún más el proceso debido a que las compañías tendrán que presentar otro dossier a un nuevo organismo europeo (Health Technology Assessment) para que hagan una evaluación en paralelo a la de la EMA sobre si el producto es efectivo. “Es otra barrera, es otra burocracia… Y se perderá más tiempo seguramente”, ha aseverado Mora.
Por último, el directivo de PharmaMar ha querido destacar que Aplidin, uno de los fármacos emblema de la compañía, volverá a ser evaluado por la EMA para el mieloma múltiple. “Ganamos en los tribunales en primera instancia y estamos esperando la resolución definitiva, pero ya la Comisión Europea se ha retirado del caso y hemos ganado. Por lo tanto, el conflicto de intereses que hubo en la evaluación de Aplidin en la EMA ha quedado patente y muy grave en una institución como la Agencia Europea del Medicamento”, ha dicho Mora.
“Ahora se abre un camino nuevo, y si vamos a una reevaluación, pediremos garantías de que no haya conflictos de interés de que vaya a suceder lo mismo”, concluye.