Los vecinos de algún portal cercano habían colocado tres o cuatro contenedores justo donde iba a parar el coche de la vicepresidenta. Empezaba, al fin, la última jornada del Wake Up. Nos faltaban las fuerzas, pero con ayuda de algunos fotógrafos conseguimos apartar la basura y Yolanda Díaz salió tan estupenda como le gusta.
Intentábamos escuchar el saludo que brindó a los empresarios. Por si había algún "riquinho", algún "graciñas" o algún "cariño". Pero no nos dejaron oír un par de compañeras, que gritaron: "¡Me encanta ese abrigo!". En el photocall preguntó Yolanda: "¿Me quitó el abrigo?". Al final, se lo quitó. Mientras nosotros perseguíamos a la vicepresidenta, las compañeras aprovecharon para husmear la etiqueta: "Purificación García".
Nos acercamos los de la Barra, como cada año, a saludar a Yolanda. "¿Qué tal vais?". Le dijimos que muy bien, que nos encanta este contraste, el de la hoz y el martini, pero que nos dé una entrevista, que llevamos años y no se deja. No hubo manera de preguntar apenas. Nos besó, eso sí, pero no nos respondió.
Yolanda es tan amable que cuesta recriminarle la no respuesta. Cuando tratas de enfadarte, te acaba entrando la risa. Sí, pudimos, por lo menos, preguntarle por la imagen del amor. La foto en la que aparece agarrando por el cuello a Aitor Esteban. Aitor, que es vasco, del norte, como nosotros, no da crédito porque en Euskadi no se besan así ni los matrimonios.
A Yolanda –nos contó ella– le gusta el PNV porque son gente seria. Y ha hecho muchas cosas con los jeltzales que no nos puede revelar. La acompañamos hasta el escenario y nos sumergimos en la decepción. Porque invitado que no habla antes de subir, invitado que apenas habla. Pero Yolanda lo hizo al revés, igual que creó un partido llamado Sumar para restar. Roció el tablado de exclusivas ante la mirada del Ibex.
Les explicó a los empresarios que va a intentar que el Gobierno compre parte de Naturgy para evitar que la dominen los emiratís. Qué debate tan divertido para el Ibex, que muchas veces le ha recriminado a Yolanda su querencia nacionalista. ¿Y ahora qué? –parecía decir con la mejor de sus sonrisas– ¿Preferís estatismo español o capitalismo saudí?
Luego preguntó al aire: "¿Hay aquí algún sindicalista?". No respondió nadie. Nosotros, los de la Barra, que somos el Frente Popular del Wake Up, estuvimos a punto de alzar el martini. Porque Yolanda explicó su deseo de sentar a los comités de empresa en los Consejos de Administración.
Por último, anunció reuniones con los presidentes de todas las Comunidades autónomas para implantar políticas activas encaminadas a reducir el paro entre los mayores de 52 años. Un momento, un momento... Vemos en Wikipedia que... ¡Ella tiene exactamente 52!
Nos dejó felices Yolanda por todas las noticias que dio, aunque no nos concediera la entrevista. Ella, ufana por nuestra sorpresa, dijo al bajar del escenario: "A mí me gusta abrir melones". No había más que ver la cara de los empresarios.
El Wake Up ha resultado terriblemente moderno para los de la Barra. Mucha inteligencia artificial y muchas soluciones para el futuro, pero... ¿Quién arregla los entuertos del pasado? Para nosotros, que somos viejóvenes, hasta la Ley de Memoria Democrática nos parece moderna.
Menos mal que apareció Gonzalo Capellán, el presidente de La Rioja. Tiene 52 años, aparenta cuarenta y, por su aspecto, podría ser el hijo que Feijóo no tuvo a los treinta. Venía Capellán a hablar también de futuro, pero se nos confesó en un apartado sobre lo que realmente le gusta: el pasado. Es doctor en Historia.
–Me han robado –saludó compungidamente.
–¡No fastidie! Un momento, presidente, un momento... ¡Seguridad! ¡Seguridad!
–Además, ya sé quién ha sido. Me robaron hace doscientos años. Nos robaron a mí y a todos los riojanos.
Nos contó Capellán una historia como de Dan Brown: el robo de las "glosas emilianenses", unos códices de hace tropecientos siglos. Hasta ahora, se creía que, con motivo de la desamortización del trienio liberal (S.XIX), se los habían llevado a Madrid para protegerlos. Se los llevaron –se creía– dentro de la ley.
Pero ahora un grupo de historiadores acaba de descubrir –nos explicaba Capellán– que la documentación que mencionaba ese proceso legal fue manipulada. Existen pruebas documentales para demostrarlo. Gayangos, un miembro de la Real Academia de la Historia, se llevó los códices porque le apeteció. Hoy siguen en la RAH y, además, Carmen Iglesias, su directora, no los ha querido prestar a La Rioja para una exposición.
–Presidente, los de la Barra estamos con usted. Grite bien fuerte: "¡España nos roba!".
–Tenemos que recuperar los códices.
Como si nos hubiéramos tomado cuatro copas de Ramón Bilbao, de pronto riojanos, gritamos todos al unísono: "¡Tenemos que recuperar los códices!".
No es que seamos poco fieles, pero llegaron al escenario Natalia Chueca e Inés Rey, las alcaldesas de Zaragoza y La Coruña... y se nos pasó lo de La Rioja. Contaron la vida allí, los beneficios que preparan para quienes se instalen en estas ciudades, las mejoras en el transporte, las zonas verdes. Tú a Zaragoza y yo a La Coruña. Además, ahora que al fin ha acabado el Wake Up, volvemos a tener una vida.
Menuda cara trajo José Manuel Albares, el encargado de clausurar el foro. Había que compararla con la de las alcaldesas. No se le puede negar diplomacia a este diplomático. Después de cerrar la fecha con nosotros, supo que tenía que ir a la ONU para hablar ante el Consejo de Seguridad y pedir el reconocimiento del Estado Palestino.
Para Pedro Sánchez, en este instante, lo de Palestina es una de sus batallas más importantes. Pues aun así, Albares no canceló la visita y se plantó en la Casa de América recién llegado de Nueva York, con el tiempo justo para darse una ducha.
Se le notaba colorado, con jet lag, serio. Es un ministro acostumbrado a tratar los problemas de verdad, no los que se crean artificiosamente con motivos electorales. Los famosos problemas polarizantes.
Albares, igual que Sánchez, cree que el reconocimiento de Palestina como Estado integrado en la ONU es el camino más rápido hacia la paz. En la mayoría del mundo, ya se quiere a Palestina como Estado, pero se apuesta por una velocidad más lenta en el reconocimiento.
Estados Unidos piensa que reconociéndolo ya se puede montar una todavía peor con Israel. Así que los americanos, apenas veinticuatro horas antes de que este hombre nos visitara, ejercieron su veto en el Consejo de Seguridad, como no hacían desde los años setenta. Esa sí que fue una ducha de agua fría para Albares.