Los días de escuchar en el telediario que un medicamento ha tenido éxito en ratones pero que no se aplicaría en humanos hasta dentro de quince años han terminado. Así lo confirman los responsables de relaciones institucionales de cuatro grandes farmacéuticas en la Mesa Redonda organizada para abordar los 'Nuevos retos de la biomedicina' en la segunda jornada del 'II Simposio del Observatorio de la Sanidad' organizado por EL ESPAÑOL e Invertia.
David Beas, Government Affairs & Market Access Director en Janssen; Federico Plaza, director de Government Affairs de Roche Farma en España; Nati Calvente, directora de Corporate Affairs en Novartis Farmacéutica; y Marta Moreno, directora de Corporate Affairs y Market Access de AstraZeneca, han sido los encargados de explicar cómo la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19 ha servido para agilizar la relación con las administraciones en materia de plazos de aprobación de medicamentos y financiación.
"De cada 1.000 nuevas moléculas, solo una llega a comercializarse, con un coste cercano a los 2.000 millones de euros", advertía al comenzar Beas para ilustrar las dificultades de la investigación biomédica. La digitalización sanitaria es una oportunidad para desarrollar nuevos fármacos con más dianas terapeuticas para beneficiar a más pacientes: "No es necesario tener muchos datos, sino tener datos de calidad".
La interconexión digital permite además avanzar en el modelo de financiación en base a la efectividad real del medicamento, explicaba Plaza. En el caso de un fármaco diseñado para mejorar la supervivencia a un cáncer, ejemplifica, si el resultado es modesto, el pago será menor, pero si está por encima de los estándares clínicos, será más alto. "El precio justo de un medicamento no es de una caja, es el de su beneficio clínico en la vida real", expresa, algo que se puede medir a día de hoy con el Big Data.
Los directivos han querido también desmontar el mito de que las farmacéuticas "negocian" el precio de los medicamentos con las administraciones: se "ponen en valor" sus resultados en ensayos, explican, pero son las autoridades quiénes lo fijan. En ese sentido, Calvente ha celebrado la negociación de modelos de acceso temprano que han permitido que lleguen nuevos fármacos a pacientes sin más opciones terapéuticas. "Hay que hacer hueco a los nuevos genéricos y biosimilares para que entre la innovación y llegue a los pacientes", manifiesta.
Moreno celebra por su parte la "valentía" de AstraZeneca por haber trabajado "de manera disruptiva" para proporcionar su vacuna "sin animo de lucro y a perpetuidad para los países más desfavorecidos, y en tiempo récord". Su antígeno, subraya, ha sido el más difundido en todo el mundo, y la farmacéutica trabaja ahora en nuevas moléculas. Uno de sus ensayos más prometedores es el de un anticuerpo monoclonal para pacientes inmunodeprimidos de alta eficacia.
La necesidad de "confianza" y "colaboración" entre entidades públicas y privadas ha sido la constante que ha dominado el debate. Un sistema sanitario "sólido" y digitalizado que permita medir biomarcadores ayudará a desarrollar la medicina personalizada, argumentaba Moreno. La "corresponsabilidad" en la financiación, explica Plaza, es otro punto clave para cambiar la mentalidad: "No es gasto público, es inversión en salud", apunta.
"Con la pandemia, trabajando juntos, hemos reducido el tiempo de aprobación de fármacos de 14 años a dos", confirma el representante de Roche. "Hemos sido capaces de desarrollar una vacuna en tiempo record pero con la colaboración de las administraciones, que han sido muy flexibles", corrobora el de Janssen. "Juntos, juntos, juntos, sector público y privado, compartiendo datos, buscando soluciones innovadoras, para obtener resultados en tiempo y forma", remachaba finalmente la de Novartis.
Beas terminaba reflexionado sobre una frase esgrimida como eslógan al comienzo de la campaña de vacunación: que ningún español iba a recibir la vacuna más tarde que ningún otro europeo. "España, a nivel de ensayos clínicos, es un líder mundial", argumenta, pero los plazos para aprobar un nuevo fármaco son todavía más largos de media que en el resto de la UE. "Hay que trabajar para ganar competitividad como país", concluye.