Augusta Emerita sigue arrojando hallazgos excepcionales. Unas excavaciones en la llamada casa del anfiteatro han sacado a la luz unas magníficas termas públicas de época romana "excelentemente conservadas", según ha informado el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida. Pero es que en el interior de estos baños, en la zona del apodyterium o vestuario, los arqueólogos han descubierto otra sorpresa más: una reja de hierro de una ventana casi intacta.
Los investigadores han informado que estos barrotes formaban parte del despliegue de los muros y de la cubierta de la estructura, de ahí la presencia de otros materiales como ladrillos, tégulas y tejas. Una reja similar fue hallada durante los trabajos del arqueólogo García Sandoval, entre 1962 y 1963, en la cocina de la casa del anfiteatro. "Ambos hallazgos excepcionales, el de ayer y el de hoy, tienen un denominador común: la excavación arqueológica", han destacado desde el Consorcio.
La casa del anfiteatro, que data del siglo I d.C. se encuentra fuera de las murallas de Augusta Emerita, muy cerca del espacio utilizado para los combates de gladiadores y del teatro. El recinto incluye un tramo de los muros defensivos, otro de la conducción del acueducto de San Lázaro, una torre de decantación de agua del mismo, restos de dos viviendas de las que se conservan vestigios de sus patios, pasillos y habitaciones, algunas pavimentadas con mosaicos, y un mausoleo, donde se localizó un dintel con la representación de los dos ríos emeritenses, Guadiana (Ana) y Albarregas (Barraeca). Tras su abandono, a comienzos del siglo IV, sobre esta domus y la de la Torre del Agua se ubicó una necrópolis.
La reja de hierro que habría impedido que alguien entrase a las termas por la ventana ha sido consolidada in situ para su extracción. La pieza será ahora limpiada y restaurada para su estudio científico. Estos trabajos están dirigidos por el conservador Juan Altieri, del Museo Nacional de Arte Romano. Los baños públicos que la escondían son "de un tamaño descomunal", según Félix Palma, director del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida. La arqueóloga Ana María Bejarano ha señalado que este espacio, que conserva placas de mármol, pinturas en las paredes y todas las infraestructuras subterráneas, pudo haberse utilizado como "una especie de albergue para residentes".
No es el único hallazgo singular en la antigua capital de la provincia romana de Lusitania que se registra este verano. Hace unos días el Ayuntamiento anunció el descubrimiento en el yacimiento de la Huerta de Otero, en el lado occidental de la ciudad, de un gran mosaico de teselas de colores con una imagen central de la cabeza de Medusa, típica de los pavimentos musivos del siglo II d.C. como signo profiláctico o de protección de los habitantes de la domus. También la integran motivos florales y animales, como pavos reales o peces, geométricos.
El mosaico policromo, que cubre unos treinta metros cuadrados, habría conformado el suelo de una de las estancias principales de la casa. El sitio arqueológico se empezó a excavar en 1979 y se documentaron los restos de una domus romana y de un lienzo de la muralla de la ciudad. En 2019, tras décadas de abandono, el Consistorio, el Consorcio y el Instituto de Arqueología de Mérida se unieron en un proyecto de investigación para el estudio integral del solar y para ponerlo en valor y hacerlo visitable.