Hirohito, nacido el 29 de abril de 1901, fue el vigesimoquinto emperador de Japón, y última figura divina de la nación. Tras el fallecimiento de su padre, Yoshihito, su primogénito heredó el trono japonés en 1926, bajo el título de Shōwa, hasta su propia muerte en el año 1989. Hirohito fue una figura clave debido a su papel durante la Segunda Guerra Mundial.
El emperador Hirohito, a pesar de ser bastante reservado, tuvo mucha implicancia al momento de decidir si Japón ingresaba a la II Guerra Mundial. Atenazado por el temor a perder el trono, acabó por admitir la política imperialista que impusieron los militares desde que estalló la guerra con China, así como el alineamiento con la Alemania nazi y el ataque a Estados Unidos, que hizo entrar a Japón en la Segunda Guerra Mundial. De hecho, muchos historiadores le consideran responsable del ataque sorpresa a Pearl Harbor y de las atrocidades cometidas durante su sangrienta ocupación de Asia.
Hirohito era considerado la figura central del Estado Shinto, una creencia que sostenía que el emperador japonés era de origen divino. Aunque después de la guerra se le despojó de su estatus divino y se convirtió en un símbolo ceremonial, tenía una influencia considerable en la política y la toma de decisiones del gobierno japonés.
El papel de Hirohito en el ataque a Pearl Harbor es un tema debatido y controversial. Algunos sostienen que podría haber influido en la decisión a través de su poder simbólico, mientras que otros creen que la decisión se tomó principalmente por la élite militar y política.
Aunque no hay evidencia concluyente de que Hirohito ordenara específicamente el ataque, se sabe que estaba informado sobre los planes militares y que podría haber expresado su aprobación o al menos conocimiento de ellos.
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Días después de que se llevaran a cabo los ataques aéreos a Hiroshima y Nagasaki en 1945, poniendo fin a la llGM, el emperador Hirohito presentó la rendición del Imperio japonés y enfrentó un cambio radical en su papel. Bajo la ocupación estadounidense liderada por el General Douglas MacArthur, el emperador fue destituido de su estatus divino y se convirtió en una figura puramente simbólica, renunciando a su supuesta descendencia divina y asumiendo el título de "símbolo del estado y la unidad del pueblo".
Pero eso no fue todo, este desempeñó un papel crucial en la transformación de Japón de una nación militarista y agresiva a una democracia moderna y pacífica. Su cooperación con las fuerzas de ocupación y su aceptación de la nueva Constitución de Japón contribuyeron a la reconstrucción y recuperación del país en la posguerra.
El emperador murió el 7 de enero de 1989, marcando el final de la era Shōwa y el inicio de la era Heisei, con la ascensión de su hijo, el emperador Akihito. La controversia sobre la labor de Hirohito durante la guerra y su legado continúan siendo temas de debate en Japón y en la comunidad internacional.