Sobre un promontorio natural que sobresale en la comarca volcánica del Campo de Calatrava, en un lugar que controla visualmente el paso que comunica la Meseta sur con la Alta Andalucía, se instaló hace unos 4.000 años un singular monumento funerario tumular que fue utilizado durante la Edad del Bronce. Ubicado a seis kilómetros del poblado fortificado en altura de La Encantada (Granátula de Calatrava, Ciudad Real), el conjunto prehistórico de Bocapucheros —de más de 30 metros de diámetro, con corredores y varias cámaras en su parte superior— se encuentra en un "estado de conservación excepcional".
No obstante, sus estructuras, que fueron desmanteladas parcialmente en la zona sur en época emiral para la instalación de una torre pentagonal, amenazaban con el colapso por la acción geológica de los agentes y el expolio sufrido en los últimos tiempos. Por ese motivo, desde 2022 se viene realizando un proyecto de investigación en un sitio arqueológico "sin igual", que aún esconde alzados originales de más de tres metros de altura en los túmulos, los mejor conservados en toda la Península Ibérica, y falsas cúpulas por aproximación de hiladas.
Los primeros resultados del estudio topográfico, antropológico-tafonómico y arqueoastronómico de Bocapucheros se han publicado en un artículo de la revista SPAL, editada por la Universidad de Sevilla. Las investigaciones están financiadas por la Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Almagro y la empresa privada E2IN2.
Tras una limpieza y desescombrado general del yacimiento, el equipo de arqueólogos y prehistoriadores liderado por Alfredo Mederos Martín (Universidad Autónoma de Madrid), José Luis Fuentes Sánchez (Universidad de Granda) y Luis Benítez de Lugo Enrich (Universidad Complutense) ha documentado y excavado tres cámaras funerarias. En todas ellas se han recuperado restos humanos de la llamada Cultura de las Motillas o Bronce de La Mancha, formada por grupos sedentarios que basaban su sustento en la agricultura y la ganadería y que construyeron asentamientos fortificados.
Aunque el estudio se encuentra en proceso y sin finalizar, ya se ha podido identificar una "cámara monumental espectacular" en la que fueron enterrados dos o tres individuos. Uno de ellos es un varón adulto joven o maduro en etapas tempranas, con una estatura de 1,67 metros y apariencia robusta, pero mala salud mental. "Su esqueleto presentaba un buen estado general, salvo algunas lesiones y remodelaciones producto del estrés ocupacional centrado sobre todo en actividad intensa y recurrente de extremidades inferiores (marcha), aunque también en brazos", detallan los investigadores.
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La mandíbula de otro sujeto se corresponde también con una persona adulta madura, probablemente femenina, con una mala salud dental en la que destaca una importante retracción alveolar (periodontitis), fuertes desgastes, un proceso infeccioso y pérdida ante mortem de los molares principales. Ambos enterramientos fueron casi contemporáneos —se han fechado entre 1884-1632 a.C.— y confirman el uso funerario de este enclave durante de la Edad del Bronce Medio, aunque su construcción puede que fuese anterior, durante el Calcolítico, como desvela el hallazgo de un plato y cuenco de cerámica con decoración del tipo Campaniforme Ciempozuelos. Además, se han identificado en las cámaras motivos de pintura rupestre esquemática.
Élite social
Bocapucheros es un cerro visible desde un amplísimo territorio del sur de la Meseta y nada más atravesar Sierra Morena desde Andalucía por el paso de Salvatierra. Además de su relación visual con otros hitos del paisaje, probablemente fue un lugar sagrado durante la Prehistoria reciente.
Pero en comparación con otros complejos tumulares de la zona, como Castillejo del Bonete, en Terrinches (Ciudad Real), donde las construcciones se orienten principalmente a los solsticios de invierno y verano, en Bocapucheros se ha constatado un ritual diferente: hacia la constelación de la Cruz del Sur, la más visible del extremo meridional de la bóveda celeste observable desde las llanuras manchegas en torno a 1500 a.C. "Apenas serían visibles durante unas pocas horas durante la noche y se levantarían un máximo de entre 10º y 15º sobre el horizonte, pero serían unos indicadores excelentes del punto cardinal sur; algo parecido a nuestra estrella polar para el norte en la actualidad", explican los investigadores.
La principal conclusión de estos trabajos es que los fallecidos de la Cultura de las Motillas no solo se inhumaban en poblados fortificados en altura, como La Encantada, o en motillas, como las del Azuer, El Acequión o El Retamar. También desarrollaron una nueva clase de lugares específicamente funerarios, que son monumentales y fueron ubicados en lugares de alta visibilidad, como Castillejo del Bonete y Bocapucheros.
"La jerarquización detectada en el ámbito funerario y ritual probablemente sea el reflejo de una sociedad desigual", valoran los expertos. "En este contexto, los monumentos funerarios tumulares orientados astronómicamente, que requirieron una importante inversión de trabajo, pudieron funcionar como lugares para legitimar el poder de miembros de la élite social. Son lugares centrales sin poblado asociado, en los que se enterraban personas procedentes de lugares diferentes, como revelan los individuos enterrados en Castillejo del Bonete en el interior de la Meseta en cuya dieta estuvo marcadamente presente la proteína marina".