La ciudad antigua de Gézer, ubicada en una zona estratégica sobre una de las principales elevaciones de la región de Sefelá, en el actual Israel, es uno de los yacimientos más intrigantes para reconstruir los eventos que tuvieron lugar en el Levante mediterráneo entre las edades del Bronce y del Hierro. El sitio aparece mencionado en fuentes egipcias y asirias y en textos bíblicos, y su historial de destrucciones y episodios de esplendor ha querido asociarse con importantes figuras históricas, desde faraones al rey Salomón.
Gézer era un enclave destacado de la Vía Maris, una ruta comercial que conectaba el Antiguo Egipto con Siria, Anatolia y Mesopotamia. Se trataba de un asentamiento bien conocido para los egipcios de la Dinastía XVIII. En una estructura del yacimiento relacionada con una residencia de los miembros de la élite se han descubierto un escarabajo de Amenhotep III o una placa con un sello de Tutmosis III, lo que confirma la influencia de la civilización del Nilo. Sin embargo, el faraón Merenptah, que reinó a finales del siglo XIII a.C., lanzó una campaña en el sur de Canaán como respuesta a la rebelión de las ciudades-estado de la región contra el poder faraónico. Gézer fue una de las plazas atacadas y conquistadas por la fuerza.
Pero su ocupación no se terminó ahí. Durante el periodo de la llamada Monarquía Unida de Israel y en el contexto de una guerra con el pueblo de los filisteos, entonces sus habitantes, Gézer aparece citada en el bíblico Libro de los Reyes. Según este relato, el lugar fue capturado, incendiado y presentado como regalo de bodas por el suegro del monarca Salomón, un faraón egipcio anónimo, en el siglo X a.C. Algunos investigadores han querido relacionar a este enigmático conquistador con Siamón o con Sheshonq I. La última referencia a la ciudad en la Edad del Hierro corresponde a un sitio dirigido por el monarca asirio Tiglatpileser III hacia 734 a.C.
Durante más de un siglo, los arqueólogos han excavado Gézer tratando de desentrañar sus secretos. Pero hasta el momento no se había trazado una cronología precisa para relacionar con la mayor precisión posible sus estructuras con los acontecimientos narrados en las fuentes. Un nuevo estudio publicado este miércoles en la revista PLOS ONE presenta 35 dataciones con radiocarbono de materiales orgánicos, principalmente semillas, documentadas en siete capas estratigráficas diferentes. Los resultados muestran que la ciudad estuvo ocupada de forma continua entre los siglos XIII y IX a.C., un periodo que incluye eventos destructivos, de reconstrucción y de fortificación.
El estudio de Gézer, según los investigadores, liderados por Lyndelle Webster, de la Academia Austriaca de Ciencias, proporciona una oportunidad única de reexaminar el impacto en este lugar de los complejos cambios políticos que ocurrieron en la región durante la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro. Se ha podido confirmar, por ejemplo, que la rápida destrucción que se ha registrado en uno de los edificios de la élite durante el siglo XIII, en el que murieron numerosos individuos, se registró entre 1218-1172 a.C., un abanico compatible con el reinado de Merenptah.
Otras de las hipótesis planteadas por los investigadores son que el estrato VIII, donde se evidencia una gran transformación con la aparición de una arquitectura monumental y un nuevo sistema defensivo con murallas y puertas, representa un cambio en las alianzas políticas de la ciudad, y que su destrucción está conectada con la campaña militar del faraón Sheshonq I. Sin embargo, descartan que el estrato X mantenga alguna relación con la época del rey Salomón o el soberano egipcio Siamón y el VII con el ataque liderado por el monarca arameo Hazael en la segunda mitad del siglo IX a.C.
"El desarrollo de una cronología basada en radiocarbono en Gézer, un sitio con conexiones históricas excepcionalmente ricas, ilustra el papel crucial que la datación por Carbono 14 puede y debe desempeñar en la reconstrucción de la historia individual de los yacimientos, resolviendo debates extendidos en el tiempo y probando posibles correlaciones entre los restos arqueológicos y las fuentes escritas", concluyen los investigadores.