Hace unos 2.500 años, una comunidad de tartesios instalada en la cuenca media del río Guadiana, en el actual municipio de Guareña (Badajoz), realizó un ritual singular en uno de sus edificios más impresionantes: un lujoso banquete y un enorme sacrificio de medio centenar de animales. Al finalizar la ceremonia, cubrieron la estructura con sedimentos del propio río generando un montículo artificial de unos 6 metros de altura y 90 metros de diámetro y lo abandonaron. Este edificio es el del yacimiento de Casas del Turuñuelo y sus descubrimientos están cambiando la percepción de los investigadores sobre las comunidades de los últimos momentos de Tarteso.
Este miércoles, un equipo multidisciplinar constituido por investigadores de instituciones españolas y extranjeras ha publicado en la revista PLOS ONE el estudio de los animales sacrificados y depositados en el patio del Turuñuelo, el edificio mejor conservado de la arqueología protohistórica del Mediterráneo occidental y que desde su hallazgo en 2014 no deja de dar sorpresas a la comunidad científica.
Los resultados del estudio arqueozoológico de los restos óseos de 52 animales y del análisis microestratigráfico revelan que este sacrificio masivo de animales formó parte de una serie de rituales realizados en los últimos años del edificio hasta su abandono, cuando fue sellado intencionalmente a finales del siglo V a.C., según comentan Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, investigadores del IAM-CSIC y directores de las excavaciones del yacimiento. Hasta ahora se creía que se trataba de una única hecatombe, como así llamaban los antiguos griegos a este tipo de ceremonias.
Entre los animales sacrificados se han identificado 41 caballos, seis bovinos (toros y vacas), cuatro cerdos y un perro. Fueron depositados en tres fases secuenciales en el patio del edificio, según indican los resultados obtenidos mediante evaluaciones tafonómicas, microestratigráficas y una serie de dataciones radiocarbónicas. Además, se han documentado indicios de ofrendas de vegetales quemados y objetos asociados a actividades simbólicas, como las tabas de oveja. Por otro lado, la disposición de los cadáveres de animales sugiere una intención en la exposición y escenificación de los sacrificios.
En conjunto, las pruebas ponen de manifiesto que los animales murieron en el contexto de sacrificios rituales. Los animales de la fase más antigua muestran signos de haber estado parcialmente al descubierto un tiempo, ya que los carroñeros accedieron a los cadáveres y dejaron sus marcas en los huesos. En la segunda y tercera fase, los esqueletos están completos y en conexión anatómica, lo que sugiere un entierro rápido.
"En esa última fase, junto al sacrificio de dos équidos se depositaron los restos de un banquete que incluía el consumo de carne de bovinos y porcinos", según comentan Mª Pilar Iborra y Silvia Albizuri investigadoras del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación (IVCR+i) y de Instituto de Arqueología (IUAB-SERP) de la Universidad de Barcelona, que han liderado la investigación.
El equipo multidisciplinar concluye: "Este estudio pone de relieve el papel de los sacrificios masivos de animales en las sociedades europeas de la Edad del Hierro, en concreto destaca las prácticas de sacrificio animal [el más grande documentado hasta ahora en el contexto del Mediterráneo occidental] y el comportamiento ritual tartésico en el yacimiento". Además, las autoras resaltan el protagonismo de los équidos en estos sacrificios, "hecho que evidencia la relevancia de estas especies (caballos/asnos y sus híbridos) en los sistemas económicos y en general en la cultura de las comunidades de la Edad del Hierro".
Casas del Turuñuelo es uno de los descubrimientos más impactantes de la arqueología peninsular de los últimos años. Sus excavaciones, financiadas por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Extremadura y la Fundación Palarq, se desarrollan bajo un proyecto dirigido desde el IAM-CSIC, Construyendo Tarteso, y están siendo codirigidas por Sebastián Celestino Pérez y Esther Rodríguez González. Como coautores de este nuevo estudio indican la importancia del trabajo multidisciplinar con especialistas de Humanidades y Biociencias que están generando un intercambio constante de información y de ideas, ofreciendo un enfoque transversal en el estudio de este yacimiento.