Ni los críticos ni sobre todo los historiadores han acogido con entusiasmo Napoleón, la última película de Ridley Scott y su guionista David Scarpa. Más bien todo lo contrario: las altísimas expectativas que había generado el biopic del controvertido emperador francés se han convertido en una sensación generalizada de decepción, trufada además por multitud de imprecisiones históricas intencionadas que al director, según él mismo ha manifestado, no le causan ningún pudor. Desde los cañonazos a las pirámides a la omisión de la guerra de España, el filme ha sido definido por algunos expertos como "un crimen".
Uno de los temas más controvertidos ha sido la recreación de la decisiva batalla de Waterloo (18 de junio de 1815), resumida exclusivamente como una victoria inglesa dirigida con maestría por el duque de Wellington. Aunque muchos historiadores se han escandalizado al ver al mismo Napoleón encabezando una carga de caballería, hay otro error también deliberado que ha llamado menos la atención: la caracterización de Michel Ney, una de las principales figuras de las Guerras Napoleónicas y uno de los tres mariscales de los que disponía el corso en el enfrentamiento que certificó su final.
El actor que da vida a Ney, duque de Elchingen y príncipe de la Moscova, es John Hollingworth. Y el personaje histórico, que era pelirrojo y con ojos azules —se le conocía de hecho como "el rubicundo"—, con un físico distinto al resto de mariscales del ejército francés, aparece en la película como un hombre moreno con barba y un poblado mostacho. En un artículo publicado en la web del medio británico Inews, el intérprete ha confesado estar sorprendido por esa falta de precisión histórica.
"Cuando fui a mi primera prueba de maquillaje y vestuario para interpretar a Ney en la epopeya histórica de Scott, el diseñador de maquillaje italiano se acercó tímidamente y me dijo: "Le he mostrado tu foto a Ridley en su iPad y él… pues simplemente te dibujó la barba más increíble por toda la cara y dijo: 'Dale esto'", ha detallado Hollingworth. "Me reí cuando la vi, pero con tantos personajes militares en la película, Ridley quería que cada uno de nosotros fuera visualmente distinto".
Al terminar el rodaje del filme, el actor ha desvelado que uno de los descendientes de Ney se puso en contacto él porque esperaba acudir al estreno mundial de Napoleón en Londres. Hollingworth, de antemano, decidió disculparse ante las decisiones del director y su equipo: "Tuve que decirle: 'Mira, solo tengo que advertirte que el Ney que ves en la pantalla puede verse un poco diferente al que sin duda consideras sagrado en tu familia. Sabemos que tenía ojos notoriamente azules y cabello muy rojo, pero ahora tiene una barba espectacular'".
El mariscal participó en la mayoría de las grandes batallas de la época, como Jena (1806), Eylau (1807), Borodinó (1812), Leipzig (1814) y Waterloo, donde lanzó "una impresionante, pero del todo inútil, carga de caballería contra la infantería británica, que formó en cuadros y segó las líneas de los jinetes atacantes", según resume el historiador Alexander Mikaberidze en su obra Las Guerras Napoleónicas (Desperta Ferro).
Si bien Ney fue uno de los mandos que abogaron por la abdicación de Napoleón después de la campaña de 1814, tras el regreso del corso de la isla de Elba abandonó a su nuevo jefe, el rey Luis XVIII —supuestamente le había dicho: "Atraparé a Bonaparte, se lo prometo, y se lo traeré en una jaula de hierro"—, desertó al ejército de su antiguo camarada. "Solo el emperador Napoleón tiene derecho a regir nuestro hermoso país", dijo el mariscal a sus hombres. Más tarde afirmaría que el sentimiento bonapartista entre sus tropas era abrumador, y que él no podía "detener el mar con las manos".
Tras la derrota en Waterloo, Ney fue procesado por traición y ejecutado en muro trasero de los jardines de Luxemburgo de París: "Ney no ha tenido más que su merecido. Lo siento, porque era indispensable en el campo de batalla, pero también era tan temperamental y tan estúpido que solo podía tener éxito en la lucha", afirmó de forma vergonzosa Napoleón al enterarse de la noticia.