Desde el siglo I al VI d.C., la frontera del Danubio medio del Imperio romano, que se extendía por las tierras de las modernas Serbia y Croacia, fue una zona de defensa, guerras e intercambio con las poblaciones que vivían al norte del limes. La región, romanizada culturalmente —entre los años 268 y 610 más de la mitad de los emperadores procedían de familias originarias de este territorio—, también fue una fuente de importante riqueza mineral y una bisagra crucial en un corredor de infraestructuras militares y de comunicaciones de 2.000 kilómetros de largo que unía el mar Negro con las montañas de la Selva Negra.
A principios del siglo VII, el dominio imperial en los Balcanes despareció coincidiendo con grandes movimientos de población, como la llegada de los pueblos eslavos. Los habitantes actuales de los países que integran la península balcánica, la región delimitada por los mares Adriático, Mediterráneo central y Egeo y por los ríos Danubio y Sava, presentan de hecho entre un 30% y un 60% de ancestralidad eslava.
Sin embargo, a pesar de la amplia influencia militar y cultural del Imperio romano en esta zona de Europa, muy cercana a la Urbs, un estudio de ADN antiguo de individuos que vivieron en la región entre el año 1 y el 1000 d.C. no ha encontrado evidencia genética de ascendencia de los grupos que habitaron la moderna Italia durante la Edad del Hierro. En cambio, los resultados de un estudio publicado este jueves en la revista Cell han desvelado una serie de migraciones registradas desde Anatolia occidental, Europa central y septentrional y la estepa póntica-kazaja.
"El ADN antiguo puede dar mucha información sobre los períodos históricos, especialmente en regiones donde las fuentes son escasas o cuando no sabemos si están sesgadas o no", explica Iñigo Olalde, genetista de poblaciones de la Universidad del País Vasco y autor principal del artículo científico. "Por ejemplo, la mayoría de las fuentes antiguas de los Balcanes están elaboradas por los romanos porque los eslavos no escribían en esa época".
Investigaciones genéticas previas habían indagado en la ascendencia de las personas que vivieron en Italia e Inglaterra durante y después de la caída de Roma, pero existen pocos datos sobre la demografía y la composición genética de los habitantes de los Balcanes durante esta época. "Esta región era una de las fronteras remotas del Imperio romano, lo que hace que sea interesante estudiarla porque es claramente un lugar donde se esperaría que la gente entrara en contacto con personas de fuera del Imperio, por lo que se pueden probar cosas como la globalización", justifica Olalde.
Para trazar la historia genética del I milenio d.C. de la población de los Balcanes los investigadores extrajeron ADN de 136 individuos excavados en una veintena de yacimientos como las necrópolis de Viminacium (Kostolac, Serbia), la capital de la Moesia Superior, la colonia romana de Iader (Zadar, Croacia), la fortaleza militar de Tilurium (Gardun, Croacia) o varios cementerios medievales. El equipo de genetistas se centró en tres periodos: la expansión y el apogeo del Imperio romano (1-250 d.C.), la época imperial tardía (alrededor de 250-550 d.C.) y el medio siglo posterior al colapso del Imperio romano de Occidente (550-1000 d.C.).
El resultado más sorprendente ha sido la no presencia de ascendencia itálica de la Edad del Hierro en las poblaciones de los Balcanes durante el apogeo imperial. Los datos muestran que en esa primera época hubo en la región una afluencia de gente de Anatolia occidental, también bajo dominio romano. Además, se han documentado evidencias de migraciones individuales a la península balcánica desde dentro y fuera del limes romano.
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Un joven de 16 años hallado en una de las necrópolis de Viminacium tenía 100% de ancestralidad de África oriental. El individuo fue enterrado con una lámpara de aceite que representaba una iconografía del águila relacionada con Júpiter, pero el análisis isotópico de sus dientes indicó que había consumido proteínas marinas durante su infancia y, por lo tanto, probablemente había crecido en un lugar distante. Fuese un esclavo, un soldado o un comerciante, su caso muestra una esporádica movilidad a larga distancia entre los siglos II y III d.C.
"Este fue el único individuo completo de África Oriental que analizamos, y además era un claro ejemplo atípico respecto a la dieta en comparación con el resto de sujetos enterrados en la misma necrópolis, lo que nos dice que este joven claramente creció fuera de las fronteras del Imperio romano", dice Carles Lalueza-Fox, director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona e investigador del Instituto de Biología Evolutiva y otro de los autores del trabajo.
La migración definitiva
Con el objetivo de proporcionar un contexto cultural e histórico a los datos genéticos, el equipo de investigadores ha colaborado con arqueólogos e historiadores locales. En cada sepultura se ha documentado el tipo de enterramiento, así como cualquier objeto documentado junto a los individuos, como monedas, joyas, cerámica, herramientas y armas. Los científicos también realizaron dataciones con radiocarbono para verificar la edad de 38 de los sujetos estudiados y análisis de isótopos para reconstruir sus dietas.
Durante el período imperial tardío, entre 250 y 550 d.C., los investigadores detectaron migrantes con ancestralidad mixta del norte de Europa y la estepa póntica-kazaja. "Descubrimos que esas dos ascendencias (centro/norte de Europa y sármata-escita) tendían a unirse, lo que sugiere que probablemente hayan sido confederaciones multiétnicas de personas en movimiento", detalla David Reich, genetista de la Universidad de Harvard y otro de los autores principales del estudio. Es decir, esta es la prueba genética de que los llamados pueblos "bárbaros" —godos, hunos, gépidos, avaros, etcétera— eran confederaciones étnicamente diversas.
Sin embargo, estos genes desaparecieron después del año 700 d.C. Poco después de la caída del Imperio romano de Occidente se registró en los Balcanes una gran afluencia de individuos de Europa del Este. A partir del siglo VIII, estas personas tenían una composición ancestral muy similar a la de los grupos actuales de la región, lo que sugiere que estas migraciones dieron lugar al último gran cambio demográfico en la zona. Según los investigadores, este análisis de ADN proporciona una idea de la magnitud de las migraciones eslavas imposible de deducir de las fuentes históricas.
"Ha habido debates sobre el impacto de estas migraciones y en qué medida la difusión de las lenguas eslavas se debió en gran medida a influencias culturales o a movimientos de población, pero nuestro estudio muestra que estas migraciones tuvieron un profundo efecto demográfico", resume Reich. "Más de la mitad de la ascendencia de la mayoría de los pueblos de los Balcanes hoy en día proviene de estas migraciones eslavas, con alrededor de un tercio de ascendencia eslava incluso en países como Grecia, donde hoy en día ya no se hablan estas lenguas".