Así era la Navidad en el Imperio español: la curiosa relación de los Tercios con el roscón
El nacimiento de Jesucristo se celebra en el solsticio de invierno, reutilizando las Saturnales de época romana. En el católico Imperio español, la Navidad era una de las fiestas más respetadas.
21 diciembre, 2023 08:20La Navidad se perfila en el calendario y por orden del rey, las fiestas, bailes y demás divertimentos públicos son clausurados mientras que las autoridades locales cierran de forma temporal los burdeles y casas de juego. El otoño está muriendo mientras los días son cada vez más cortos. Estas medidas no sorprendían a los habitantes del Imperio español que, profundamente católicos, prepararon y limpiaron sus almas de cara al Adviento con la ayuda de las autoridades.
Este periodo de cinco semanas de contención, ayunos y abstinencias saltaba por los aires a partir del 24 de diciembre. La cena de Nochebuena era una de las más exquisitas del año. La Navidad, que era una de las tres grandes fiestas celebradas en España junto a Semana Santa y el Corpus Christi, brindaba a Europa calor y alegría. Poesías, novelas cantadas y villancicos inundaban las calles de todas las ciudades y pueblos.
Las compañías teatrales no daban abasto para interpretar sus obras en una cartelera que competía con los estrenos primaverales. Entre turrones, comidas y cenas copiosas, en uno de estos estrenos navideños del año 1626 una jovencísima actriz llamada María Inés de Calderón deslumbró a Felipe IV durante su representación de la obra de Lope de Vega Amor con vistas. Más tarde se convertiría en la amante del rey y daría a luz a un insigne bastardo: don Juan José de Austria.
Comidas y cenas
En el mismo periodo, el roscón de reyes hacía sus primeras apariciones en los hogares españoles. Su origen podría ser una rosca consumida por los romanos en las Saturnales. La costumbre de enterrar un haba que coronaba como 'rey' al afortunado que la encontrase fue traída a España por los soldados de los Tercios desplegados en Flandes.
Esta no es la única anécdota marcial que ocurrió en Navidad. Con la España cristiana abarrotando las iglesias en la misa del gallo, el rebelde morisco Abén Humeya intentó conquistar el Albaicín aprovechando las festividades del año 1568, dando inicio a la brutal y sangrienta rebelión de las Alpujarras.
Lejos de los campos de batalla, el Real Alcázar de Madrid sufrió un devastador incendio en la Nochebuena del año 1734. El fuego se propagó con gran velocidad a pesar de que las iglesias madrileñas avisaron del mismo con sus campanas. Los timbres fueron confundidos con los que anunciaban la misa del gallo.
Antes de que el palacio fuera devorado por el fuego, las cenas y comidas de la corte fueron dignas de reyes. El cocinero de Felipe IV recogió en un manual de cocina publicado en 1622 que en la comida navideña se servían, sin contar postres, hasta 36 platos diferentes.
En el resto de hogares madrileños era costumbre asar un besugo en la víspera de Navidad. Su estado de conservación no era el mejor posible ya que después de ser pescado en el Cantábrico debía pasar varios días en una carreta hasta llegar a la capital. "Se cocinaba al horno con pan rallado, ajo, cebolla, perejil y las típicas rajitas de limón, necesarias para disimular el sabor y el olor", explica en Madrid, una ciudad para un Imperio (La Librería) el investigador y profesor de historia Francisco José Gómez Fernández.
El capón, un pollo castrado y engordado, también solía ser un plato codiciado en estas fechas. Los dulces más populares no se diferenciaban demasiado de los actuales. Entre mazapanes y canutillos destacaban los turrones, fabricados por los artesanos alicantinos de Jijona desde el siglo XVI.
Belenes y poetas
No solo en la mesa se daban un homenaje los españoles del Siglo de Oro. Pasados los días 24 y 25, lo normal era que los corrales de comedia anunciasen estrenos y demás representaciones. Las clases más cultivadas tenían la costumbre de celebrar numerosas fiestas privadas. En la intimidad de sus fastuosos hogares, comerciantes, burgueses y nobles de rancio abolengo —o de hidalguía dudosa— se reunían con amigos y familiares para bailar y recitar poesía. Estas veladas "se extendían a lo largo de todas las Pascuas", detalla el historiador.
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Las poesías y villancicos dedicados al nacimiento del Mesías estaban muy extendidos entre los grandes genios de la literatura española. Góngora, Quevedo y Lope de Vega ente otros poetas y escritores dedicaron innumerables versos y ríos de tinta para celebrar el humilde nacimiento de Jesús, que también adornaba los hogares. "Dejo a mi hermana Marcela un cofre con todas las figuritas que están dentro de él que se ponían en el nacimiento", reza el testamento del Fénix de los Ingenios fechado en 1669.
La costumbre suele atribuir a Carlos III la introducción del Belén en España, un error histórico habitual. Tal como subraya Gómez Fernández, "las primeras noticias sobre la proliferación de estos 'altaricos de Pascuas', en la Villa y Corte, nos llegan en el siglo XVI". Los más monumentales se escondían en iglesias, monasterios, conventos y palacios —igual que hoy—. Sin embargo, tal como indica el testamento de Lope de Vega, parece que también estaban extendidos en ámbito doméstico.
Junto al afectuoso envío de cartas llenas de felicitaciones y de cestas de Pascuas cargados de alimentos, si por algo continúa caracterizando la Navidad en España es la propensión a engalanarse y a tirar, un poco, la casa por la ventana. Ya lo decía Quevedo: "Diciembre con Navidad / todas las Pascuas refresca, / y entre el turrón y aguinaldo / cualquier dinero se abrevia".