A cerca de 200 kilómetros de Londres, en el pequeño pueblo de Cerne Abbas en Dorset, un inmenso hombre de tiza, desnudo y armado con una enorme porra, vigila el horizonte desde una loma cercana. Su origen hasta hace poco era desconocido, pero se especuló con un posible uso ritual por parte de las tribus celtas del oeste de la Britania romana.
Una investigación realizada por Martin Papworth para el National Trust demostró que el Gigante fue tallado en el período anglosajón y no, como la mayoría de la gente pensaba, en la prehistoria o en la Edad Antigua. Una nueva investigación de la Universidad de Oxford ha permitido arrojar más luz sobre el origen del Gigante de Cerne Abbas y su función.
La figura de casi 55 metros de alto representa al legendario Hércules y servía para marcar el punto de reunión de los ejércitos sajones durante la Edad Media en un periodo de hierro marcado por las invasiones e incursiones vikingas.
De semidiós a santo
Este semidiós que acabó con el invencible león de Nemea y le robó el ganado al gigante Gerión entre otras legendarias y fantásticas tareas cautivó al imaginario popular durante siglos, incluyendo a más de un megalómano emperador romano. La estrella de esta leyenda, lejos de apagarse, alcanzó un nuevo pico en la Gran Bretaña del siglo IX, una vez que Roma había pasado a los libros de historia.
Volviendo a Cerne, en el siglo X estaba bajo el control de varios funcionarios reales conocidos como ealdormen y de numerosos caballeros terratenientes, los thengs, todos ellos más o menos bajo la autoridad del rey de Wessex Alfredo el Grande. Este coloso de tiza se ubica sobre un espolón que sobresale de una pequeña cresta situada al lado de varias carreteras y caminos de la zona.
Para redondear la ubicación, cerca se encuentran varios manantiales de agua potable y se podía contar con los suministros de las fincas locales, además de encontrarse lo suficientemente cerca del territorio dominado por los vikingos. Todas estas condiciones lo convertían en un lugar idóneo para reunir a los ejércitos de los reyes y caballeros sajones, siempre bajo la atenta mirada del héroe clásico.
"Ha quedado claro que el Gigante de Cerne es sólo el más visible de todo un conjunto de características medievales tempranas en el paisaje", afirma en un comunicado Helen Gittos, profesora asociada de Historia Medieval Temprana de la Universidad de Oxford y coautora del artículo publicado por la revista Speculum de la Universidad de Chicago.
[Hallan bajo la arena del anfiteatro de Cartagena el foso oculto que usaron fieras y gladiadores]
Cien años después de reunir a los ejércitos de guerreros sajones, un grupo de monjes establecieron un monasterio a los pies de aquel amenazador Gigante y decidieron dotarlo de un nuevo significado. Así, reinterpretaron la figura que pasó de ser Hércules a san Eadwold. Esta es solo una de las muchas reinterpretaciones de la figura a lo largo de los siglos: de héroe legendario a ermitaño.
"La identidad del Gigante ya estaba abierta a la reinterpretación. Los monjes de Cerne no habrían representado desnudo a su santo patrón si lo hubieran tallado desde cero, pero estaban felices de adoptarlo como una imagen de Eadwold para sus propios fines. El Gigante ha sido amado y cuidado durante mucho tiempo y estas reidentificaciones continúan hasta el día de hoy", afirma Tom Morcom, investigador postdoctoral de la Universidad de Oslo y coautor del artículo científico.
Sea como Hércules o como Eadwold, el magnetismo del coloso es innegable ya que “a pesar de toda la aparente simplicidad de su forma, su postura, la forma de su garrote, incluso la presencia de sus costillas, están cargadas con el peso del mito”, concluyen los investigadores.