La exótica alianza entre Felipe IV y el príncipe de Gaza para que Palestina fuese independiente
Existió entre estos dos poderes en el siglo XVII margen para el acuerdo pese a las diferencias religiosas y culturales.
10 junio, 2024 07:51Decía la propaganda de los reyes de la Casa de Austria (1516-1700) que la Monarquía Hispánica no pactaba con poderes musulmanes, sino que les hacía la guerra, como en la batalla de Lepanto (1571). Pero entonces, ¿qué hacía un tal fray Salvador de Almia viajando de Jerusalén a España en 1659 "como embajador del emir de Arabia"? ¿Quién era ese emir? ¿Y cómo se recibió en Madrid una misión así?
Como exploramos en nuestro proyecto DIPLOINMED, sí que existieron acuerdos y embajadas entre poderes musulmanes y la Casa de Austria. Como muestra el anterior ejemplo, para este propósito los reyes usaron a mediadores como los franciscanos españoles que estaban en Tierra Santa, quienes conocían ambos lugares y eran respetados y discretos.
La embajada del mencionado fray Salvador fue de hecho bien acogida en la corte de Felipe IV (1621-1665). Incluso se publicó en varias relaciones, el antecedente de los periódicos, donde se difundía una sola noticia en una hoja suelta. En cuanto al "emir" de Arabia, no existía con ese título. Pero sí podemos encontrarlo en otras fuentes mencionado también como "príncipe de Gaza". Gracias a eso se le ha podido identificar correctamente: era Husein Bajá (حسن باشا), sanjak-bey (gobernador) de Gaza entre 1644 y 1660, de la dinastía Ridwan.
Búsqueda de aliados en Palestina
Aunque Palestina se encontraba en el Imperio otomano, a lo largo del siglo XVII la débil corte de Estambul era incapaz de gobernar directamente la región. Mientras, algunas dinastías locales se habían hecho fuertes y casi monopolizaban el poder. Los Ridwan formaban el principal linaje y habían convertido Gaza en una ciudad próspera desde su palacio de Qasr al-Basha (conocido posteriormente como Fuerte Napoleón porque este se alojó allí un siglo después, en 1799).
Entonces, ¿qué interés podrían tener ese príncipe de Gaza y el rey de España en mantener relaciones amistosas? Para Husein Bajá y los Ridwan la prioridad era ganarse aliados contra los sultanes otomanos, que querían recuperar su poder directo sobre Palestina. Por ello, el gobernador de Gaza era amistoso con el cónsul francés en Jerusalén. Además, defendía a los frailes franciscanos de los Santos Lugares, quienes escribían al Papa y a Felipe IV grandes alabanzas de su protector y amigo.
Así se explica que Husein Bajá aprovechara el regreso de fray Salvador de Almia a España en 1658 para nombrarle su embajador. Le mandó con una carta en castellano para Felipe IV y un rico regalo: telas lujosas, cuchillos engastados con gemas, dos vasos de unicornio (suponemos que marfil) y cincuenta piedras bezoares (cálculos digestivos de mamíferos usados como antídotos). El gobernador necesitaba aliados frente a Estambul y los franciscanos estaban interesados en que su benefactor conservara el poder.
Y ¿qué obtenía Felipe IV de esta relación?
Superando crisis en España
El rey español también defendía la misión de los franciscanos en Tierra Santa. Además, esta embajada tenía gran valor propagandístico en un periodo de crisis dinástica y militar.
La primera crisis se debía a que el rey era un cincuentón que había estado sin heredero al trono más de diez años. Cuando en 1657 nació el príncipe Felipe Próspero se depositaron grandes esperanzas en él, pero era un niño enfermizo.
La llegada de la embajada de Gaza se aprovechó para revivir estas esperanzas. Así, las relaciones publicadas en Sevilla, Valencia y Granada afirmaban que el príncipe de Gaza era un gran astrólogo. Por ello, había "conocido por los astros la gran fortuna del Príncipe don Felipe Prospero, y dominación de nuevos reynos". En estas versiones, el misterioso emir oriental parecía un Rey Mago y el príncipe un nuevo Niño Jesús. Con ello, los vasallos españoles recibían un mensaje de esperanza en la grandeza de su futuro rey. Al final se demostró que la esperanza era irreal, ya que Felipe Próspero murió en 1661.
Además de esta crisis dinástica se vivía la militar: en esos meses Felipe IV estaba negociando con Luis XIV de Francia la Paz de los Pirineos (firmada el 7 de noviembre de 1659). Este tratado reconocía la derrota española tras décadas de guerra. Y de hecho se considera el símbolo del fin de la hegemonía europea de los Austrias.
Reacción tardía
En tal contexto, la recepción de esta embajada exótica mostraba al público que su rey seguía siendo grande e influyente. Sin embargo, aunque Felipe IV podía ver con interés propagandístico esta nueva alianza, tenía problemas más urgentes. Por ello tardó ¡más de dos años! en mandar a su propio embajador de vuelta a Palestina, el franciscano Alonso Campeño.
Al menos la Corona se apresuró a publicitar la misión (febrero de 1662) en la Gaceta Nueva, recién fundada como el primer periódico oficial de la historia española. La gaceta publicó una copia de la carta regia a Husein Bajá, considerado "Príncipe de Arabia y Bajá de Gaza". También detalló los regalos enviados, más lujosos que los recibidos: joyas de oro y coral, relojes e incluso alfanjes (sables cortos y curvos con filo en un solo lado), pese a que el papa prohibía enviar armas ofensivas a infieles.
No obstante, los peores presagios de Husein Bajá estaban por cumplirse. Campeño llegó a presentar su embajada y entregar los regalos a mediados de 1662. Sin embargo, Husein Bajá fue detenido y encarcelado por las autoridades otomanas poco después. Murió ajusticiado en Estambul en 1662-3. En apenas dos décadas se acabó de desarticular la red de la dinastía Ridwan. El gobierno otomano pudo nombrar gobernadores sin preocuparse más por los grandes linajes locales y no volvió a haber contactos directos entre Gaza y Madrid.
Lo interesante de esta situación es que existió entre estos dos poderes margen para el acuerdo pese a las diferencias religiosas y culturales. La alianza con un príncipe musulmán incluso tenía valor propagandístico en la España de 1660 porque se cumplía una condición básica: Husein Bajá reconocía la grandeza de Felipe IV. Este aparecía dominante sobre el Islam y recibía juicios astrológicos positivos que gozaban de credibilidad, pese a venir de musulmanes.
A la vez, se aprecia un mayor realismo político frente a épocas anteriores. El rey ya no prometía ayuda contra los otomanos ni alimentaba planes de cruzada. Hasta regalaba alfanjes a un gobernador musulmán. Poco más podía hacer la monarquía de Felipe IV en el Mediterráneo oriental, incapaz económica y militarmente de atender planes tan lejanos.
Rubén González Cuerva es científico titular en Historia Moderna en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS-CSIC). Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.