Los últimos barcos en abandonar el puerto de Santiago de Cuba en la mañana del 3 de julio de 1898 fueron los destructores Furor y Plutón. Más pequeños y veloces pero con débil blindaje, fueron neutralizados en poco tiempo debido al intenso fuego escupido por la flota estadounidense que bloqueaba la bahía. A bordo del primero navegaba el capitán de navío Fernando Villaamil, que viendo el estado de la embarcación y las bajas entre su tripulación ordenó que todo el que supiese nadar ganara tierra. Dirigiéndose hacia la proa y observando las escenas de horror, el marino asturiano se cruzó el fogonero Tomás Manzanares, uno de los pocos hombres que seguían con vida en una cubierta plagada de cadáveres.

"¿Y tú no te marchas?", preguntó Villaamil. "No sé nadar, don Fernando", le respondió. "Entonces vale más morir a bordo que no ahogado", sentenció el marino antes de subir por una pequeña escalera y dirigirse hacia un cañón cuando estalló una granada que acabó con su vida, según relató uno de los testigos. El capitán de navío fue la víctima de mayor graduación caída en una breve batalla en la que España perdió sus últimas posesiones imperiales y que estaba abocada al desastre de antemano, como confesaría el almirante Pascual Cervera y Topete, el jefe de la escuadra: "Vamos a un sacrificio tan estéril como inútil".

Así se cierra la biografía de Fernando Villaamil Fernández-Cueto (1845-1898), un ilustre marino recordado por ser el padre del primer destructor del mundo. Tras una carrera profesional intachable, en la que destacaban los despliegues en ultramar y el período de cuatro años que pasó como profesor de la Escuela Naval Flotante en la fragata Asturias, fue comisionado en 1885 para desarrollar un nuevo tipo de barco que debía neutralizar la amenaza que suponían los torpederos para todas las marinas de guerra. Se pretendía botar un tipo de embarcación más veloz para defender a unidades superiores como los acorazados.

El contratorpedo 'Destructor'. Wikimedia Commons

Materializado el proyecto en los astilleros de James & George Thomson de Clydebank (Escocia), el buque fue entregado formalmente a la Armada española el 19 de enero de 1887 y mandado por el propio Villaamil. Su Destructor, como así fue bautizado, sería adaptado por las Marinas de otros países entre ellas la británica en los años posteriores. "Villaamil permaneció en Escocia durante la construcción, influyó con sus ideas en la concepción del buque y fue su primer comandante. Los periódicos de la época y la prensa de todo el mundo consideraron aquello un verdadero y trascendental acontecimiento en la historia de las construcciones navales", se explica en la entrada dedicada al marino asturiano en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.

El día de su botadura, el Destructor espantó todas las posibles dudas que hubiese generado: alcanzó los 22,5 nudos de velocidad y en menos de veinticuatro horas recorrió el trayecto entre la costa sur de Inglaterra y el noroeste de la Península Ibérica. Aunque los trabajos de construcción de la nave llegaron a suspenderse temporalmente, el tesón de Villaamil, respaldado por el Ministerio de Marina, hizo que el proyecto llegase a buen puerto.

Circunnavegación

Hijo de un derrochador abogado y fogoso político asturiano dado a las aventuras revolucionarias y una mujer de una ilustre familia ovetense tradicionalista, Fernando Villaamil estudió náutica en la Escuela de Náutica y Comercio de Ribadeo. Recorría a pie los 5 kilómetros que separaban su casa del puerto de Figueras, donde tomaba una lancha de pasaje para cruzar la ría del Eo hasta Ribadeo. La vuelta, casi siempre de noche, solía hacerla en compañía de varios amigos. A los 16 años ingresó en el Colegio Naval de San Fernando de la Armada, dando con ello comienzo a su carrera como marino.

Tras navegar por las costas de España, Portugal, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, se presentó en 1881 a las elecciones a diputado a Cortes por la circunscripción de Castropol por el Partido Demócrata Progresista. No salió elegido sí lo consiguió en 1896 por el partido liberal y por la circunscripción de Ferrol, derrotando Pablo Iglesias (fundador del PSOE) y se puso en Sevilla a las órdenes de Isabel II y su hija, a las que paseó por el Guadalquivir en el cañonero Eulalia.

Tras el éxito con el destructor, el Gobierno encargó a Villaamil el estudio de un proyecto de reformas para la preparación de los oficiales de Marina. Consciente de que los marinos se forjaban en la mar, propuso que hiciesen largas navegaciones en buques de vela, aun cuando este criterio pudiera chocar en alguien que acababa de concebir un buque de hierro y vapor. Por ello impulsó la compra de un clipper esbelto y airoso que se convertiría en el Nautilus. Con esta corbeta, en un año y medio, lograría un nuevo hito: dar la vuelta al mundo. En su relato sobre la expedición alertó en un puñado de líneas sobre la potente armada que estaba construyendo Estados Unidos, con la que se vería las caras cuatro años más tarde.

Con el estallido de la guerra hispano-estadounidense, Villaamil decidió formar parte de la escuadra mandada por Cervera que zarpó hacia el Caribe. Se le concedió el mando de la 1ª División de Destructores (formada por el Furor, el Terror y el Plutón) y viajó a Cuba a bordo del crucero almirante Oquendo. Sabía que se enfrentaba a un enemigo mucho más poderoso, pero decidió morir yéndose a pique con uno de sus destructores, el gran invento de su carrera.