En un lugar de la Península Ibérica, de cuyo nombre el historiador clásico Plinio el Viejo sí quiso acordarse, se esconden las ruinas de la desaparecida ciudad romana de Laminio. Pero, en realidad no dijo mucho más. Apenas unas pocas referencias sobre su ubicación dentro de la Carpetania y apuntando que el río Guadiana, "que tan pronto se desborda en lagunas o se esconde bajo el suelo", nace en sus alrededores. Otros autores clásicos, sin embargo, no se aclaran en su localización y a veces mencionan a sus habitantes como carpetanos y otras como íberos oretanos.
En cualquier caso, en algún punto de La Mancha se levantó aquella ciudad que se perdió en los polvorientos caminos de la Hispania Citerior. De hecho, era un importante nudo de comunicación entre la Alta Andalucía y la Meseta. Según el famoso Itinerario Antonino, la ignota Laminio se encuentra en la calzada que unió Caesar Augusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida) mientras que el Anónimo de Rávena, un compendio geográfico del siglo IV d.C., apunta que tenía comunicación con Complutum (Alcalá de Henares, Madrid).
Buscada por eruditos y sabios del siglo XVI, no fue hasta el siglo XIX cuando un epigrafista alemán, Emil Hübner, recopiló gran parte de las inscripciones de todo el Imperio romano. En su paso por los caminos de España, el párroco de Alhambra (Ciudad Real) le indicó la existencia de cuatro estelas de los alrededores. Una de ellas estaba dedicada al genio, deidad tutelar, de Laminio. Debatida su ubicación durante siglos, las últimas investigaciones de aquel municipium romano apuntan a que se esconde en algún lugar de La Mancha, entre Albacete y Ciudad Real.
Entre humedales y calzadas
"Entre los distintos argumentos que pueden emplearse para sostener la reducción de una ciudad antigua en un lugar determinado, los que más peso siempre tienen son los hallazgos epigráficos con mención del nombre de la ciudad buscada en un contexto arqueológico", explica Ana Isabel Díaz-Cacho Moreno, historiadora y arqueóloga por la Universidad de Granada en su artículo La Atlántida del Guadiana: Laminium, publicado en la revista de Estudios del Campo de Montiel en el que apunta tres posibles ubicaciones donde podría encontrarse el esquivo cruce de caminos.
Una de las teorías apuntaría a que se tendría que encontrar en algún lugar cercano a la localidad manchega de Daimiel, nombre que quizá derive de una corrupción de Laminio. Los principales argumentos para ubicar allí la ciudad apuntan a la cercanía de importantes yacimientos protohistóricos como las motillas de Azuer y Zuacorta, además de las famosas Tablas de Daimiel, donde el Guadiana desborda en lagunas y humedales.
Por otro lado, no se han encontrado inscripciones que hagan referencia a Laminio. Las distancias referenciadas en el itinerario Antonino serían demasiado extensas y, hasta el momento, no se han encontrado yacimientos romanos de calado en la zona, circunstancia que si ocurre en el entorno de Villarrobledo y Munera, en Albacete.
En aquellos parajes circularon varias calzadas romanas y se han identificado numerosos fragmentos de terra sigilata y monedas, además de vestigios de poblaciones íberas y de la Edad del Bronce. Pero estos asentamientos carecen de la entidad e importancia que las fuentes clásicas sugieren que tenía la ciudad junto al Guadiana. Pero hay otra característica que menciona Plinio el Viejo que quizá esconda la clave para encontrarla.
Cuchillas y barberos
En sus apenas tres menciones a Laminio se detiene brevemente para indicar su recurso estrella: "las piedras afiladeras que se humedecen con saliva humana en los talleres de las barberías. Las laminitanas de la Hispania Citerior son las mejores de este grupo", añadió en su Historia Natural. ¿Estas piedras las sacarían de las grandes canteras de este material de Alhambra (Ciudad Real)?
El pueblo se sitúa sobre un cerro testigo de arenisca y caliza de gran valor estratégico que domina La Mancha Baja, a la sombra de las ruinas de un castillo del siglo XII que combatió en numerosas campañas medievales. Ya en el siglo XVII los eruditos que investigaron la región dejaron escrito en sus relaciones topográficas enviadas a Felipe II que "cavando en el sitio de dicho lugar se han hallado en él muchas monedas antiguas de emperadores romanos y especialmente de Julio César y Trajano".
Aquel cerro estuvo habitado al menos desde la Prehistoria y en una de sus laderas se encontró una gran necrópolis excavada en los años 2000 y datada entre los siglos IV a.C. y I d.C. En ella se recuperaron restos de esculturas funerarias iberas talladas en piedra moliz: un león protegiendo a un guerrero en el que apoya sus garras y los fragmentos de la cabeza de otro animal, quizá un lobo o un oso.
Entre los siglos II y I a.C. entablaron contacto con Roma y su modo de vida, tal como atestigua la abundantísima cerámica de terra sigilata hispánica, galica e incluso de la lujosa de paredes finas encontrada en la zona.
Un circo bajo la carretera
Bajo el pueblo, que en otro tiempo fue un importante oppidum íbero, unas excavaciones de urgencia con motivo de un desvío en la carretera N-340 interpretaron una misteriosa estructura bajo la calzada. Habían encontraron un circo romano que volvió a cubrirse para no interferir en su conservación. Y si hay un circo, debería de haber existido una ciudad con foro, termas y demás batería de edificios públicos levantado por evergetas y decuriones que, en el caso de Alhambra, prosperaron con el comercio de piedras de afilar.
Al unir todas las pruebas, incluida la cercanía de la localidad a las lagunas de Ruidera, a 16,5 kilómetros, parece claro que la ciudad perdida de Laminio se encuentre bajo esta localidad que recuerda su pasado romano con una construcción que imita un templo clásico donde se exponen varias esculturas togadas.
"Además, el uso de las canteras de Alhambra hasta nuestros días, es otro factor para localizar esta ciudad romana en este punto, ya que estas canteras han tenido gran protagonismo durante mucho tiempo, y en su entorno se han localizado asentamientos romanos con restos arqueológicos como utensilios quirúrgicos de esta época que denotan la existencia de una villa en aquel lugar, posiblemente unida a las canteras", cierra Díaz-Cacho Moreno. Pese a que en la actualidad la gran mayoría de los investigadores consideren la Alhambra como Laminio, el debate sobre la ubicación de la civitas sigue abierto en el círculo académico.