La exitosa extracción del pecio fenicio 'Mazarrón II' desvela un hallazgo único en el mundo
- El proyecto, un "hito en la arqueología española", concluye con la recuperación de materiales "inesperados", según los investigadores.
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Los trabajos de extracción del Mazarrón II, un pecio de época fenicia hundido hace unos 2.600 años frente a la playa del municipio murciano, han permitido realizar un sorprendente hallazgo: uno de los fragmentos del ancla, que tenía una singular tipología de la que tan solo se conocen otros dos ejemplos en el mundo. Todas las piezas de la embarcación ya han sido sacadas del agua tras casi dos meses inmersiones de un proyecto que ha sido calificado de "hito en la arqueología española".
El barco, tal y como estaba previsto, se ha extraído en 22 porciones, siguiendo las grietas y fracciones de proa a popa que ya presentaba la madera, y se ha hecho "un poco más rápido de lo esperado", según ha explicado a la Agencia Efe el arqueólogo que dirige el proceso, el catedrático de la Universidad de Valencia Carlos De Juan. La quilla, el eje axial del barco, fue la última en ser rescatada del fondo marino, a unos dos metros de profundidad.
El arqueólogo ha recordado que el plan fijaba sacar del mar primero las porciones más pequeñas y complejas para finalizar por las de mayor tamaño, lo que hace que el trabajo sea más lento y delicado en los primeros días y avance más deprisa a medida que pasa el tiempo. "Ha sido un trabajo delicado, pero mecánico. Lento, pero equivalente al que ya había hecho antes todo el equipo en otros escenarios de extracción de restos arqueológicos", ha apuntado.
Los trabajos arqueológicos han contado con la participación de 14 especialistas y para la extracción se han empleado unas bandejas o "cunas" sobre las que se colocaba cada una de las porciones en posición horizontal. Parte de ellas habían sido fabricadas previamente mediante sistemas de impresión 3D adaptándose a cada uno de los fragmentos del pecio y otras, las destinadas a sacar las partes de las que no se conocía la forma exacta, se elaboraron in situ dentro del mar.
El barco, datado entre 610-580 a.C., tiene unas dimensiones de unos 8,20 metros de eslora por 2,20 metros de manga y un puntal máximo de 0,90 metros. Fue localizado a unos 50 metros de la playa de La Isla, en la localidad de Puerto de Mazarrón, en 1995, durante los trabajos de investigación sobre otro pecio hundido de la misma época, el Mazarrón I, que se conservaba parcialmente, fue extraído del mar y se exhibe en la actualidad en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA).
Materiales "inesperados"
El Mazarrón II se conservaba prácticamente completo y con todo su cargamento a bordo (más de dos toneladas de mineral de plomo, un ánfora, un molino de mano y su ancla de plomo y madera, entre otros efectos). En el año 2000 se colocó una caja metálica para protegerlo, pero sus condiciones de preservación se habían visto modificadas en los últimos tiempos por la antropización del litoral. Durante el proyecto de extración, los arqueólogos también han inspeccionado los alrededores de la cubierta.
Allí, según De Juan, han aparecido "algunos materiales arqueológicos inesperados", como algunas tracas del casco que estaban desgajadas del mismo y desperdigadas, así como trozos de cabos con nudos de unión de época fenicia, "muy interesantes" para ampliar conocimientos sobre las técnicas de navegación y construcción naval de esa época. Al llevar a cabo la extracción por fragmentos, se han descubierto también "nuevas juntas de arquitectura de gran interés" que enriquecerán el conocimiento histórico y arqueológico de las técnicas usadas por los fenicios.
El hallazgo más singular ha sido el de parte del ancla de la embarcación, que seguía en el yacimiento marino al contrario de lo que se pensaba, puesto que otra parte de la misma ya había sido extraída, junto con el cargamento de plomo que transportaba, en el año 2000 y, de hecho, se expone en el ARQUA. En la campaña de observación llevada a cabo en el verano de 2023, los arqueólogos ya detectaron un elemento que consideraron que sería el cepo del ancla, y que ahora han comprobado que era una parte mucho mayor, que incluye una porción de la caña y de la cuerda que la unía al barco.
El ancla es de una tipología singular y, además de esta, solo se conservan otras dos similares procedentes de embarcaciones del Mediterráneo oriental. Está elaborada íntegramente con madera, excepto por pequeños refuerzos en la parte de al uña, y el cepo cuenta con un cajetín también de madera relleno de plomo vertido en caliente. "El sistema era una especie de engaño, ya que el ancla parecía de madera y la parte pesada quedaba oculta a la vista", ha asegurado De Juan.
Todas las piezas extraídas están ya en el laboratorio especializado del ARQUA, ArquaTec, donde tendrán que someterse ahora a un largo proceso que durará, al menos, cuatro años. Se trata de un procedimiento de conservación "muy fiable, que se conoce muy bien, porque hay muchísima experiencia, pero es muy lento", según el arqueólogo.
Las piezas se someterán durante unos seis meses a un proceso de desalación, tras el que recibirán un tratamiento con resinas especiales para rellenar las cavidades celulares de la madera que han perdido la celulosa. Después, se secará cada pieza con el método denominado "liofilización", que consiste en congelar la madera y secarla al vacío en una cámara en la que el agua pasa de estado sólido a gaseoso sin pasar por el líquido, un procedimiento que puede demorarse unas tres semanas en cada una de las porciones.