El 'hallazgo' de la túnica sagrada de Alejandro Magno reabre la gran polémica arqueológica de la Antigua Grecia
- El reanálisis de un tejido encontrado en la supuesta tumba de Filipo II de Macedonia vuelve a encender el debate sobre el túmulo real de Vergina.
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El fascinante descubrimiento del gran túmulo real de Vergina, un montículo artificial situado en el sector occidental de la necrópolis de la antigua capital macedonia de Egas, ha sido considerado por algunos investigadores como el hito más importante de la arqueología clásica del siglo XX. Sin embargo, desde los primeros hallazgos en 1977 el yacimiento ha estado envuelto en una profunda polémica historiográfica en torno a qué personajes fueron allí enterrados.
La controversia gira especialmente alrededor de la Tumba II, con dos corrientes enfrentadas y estancadas. La oficial sostiene que ese enterramiento, el de época clásica mejor conservado en toda Grecia —había dos pequeños sarcófagos dorados, una lujosa corona de oro decorada con hojas de roble y bellotas o una impresionante panoplia guerrera—, pertenece al rey Filipo II, padre de Alejando Magno asesinado en el año 336 a.C., y a una de sus mujeres; mientras que la segunda teoría defiende que los restos hallados en la estancia son los de su hijo Filipo III Arrideo, el hermanastro con problemas mentales del gran conquistador, y de su esposa Adea-Eurídice.
La discusión académica ha reaparecido recientemente a raíz de un artículo publicado por Antonis Bartsiokas, profesor emérito de la Universidad Demócrito de Tracia y máximo defensor de la teoría que sitúa al rey que convirtió a Macedonia en una potencia militar y económica en el siglo IV a.C. en la Tumba I de Vergina, en la revista científica Journal of Field Archaeology. El antropólogo físico asegura reforzar esta idea con el estudio de un material textil identificado en la Tumba II o Tumba de Filipo II durante las excavaciones en los años 70: una supuesta túnica depositada en el larnax o pequeño sarcófago de oro.
Los análisis físicos, químicos y microscópicos han demostrado que se trata de un tejido de algodón teñido de púrpura que encierra una o dos capas de un material blanquecino compuesto principalmente de un mineral raro, la huntita. Según la interpretación del investigador, este fragmento de una prenda encajaría "exactamente" con la túnica sagrada (mesoleucon sarapis) que vestía Alejandro Magno y que, tras su muerte, habría heredado su hermanastro y sucesor Arrideo, que acabó asesinado. Este elemento de prestigio se habría depositado en su tumba de Vergina, junto a una formidable coraza, un casco, una espléndida diadema o una espada de hierro de grandes dimensiones.
Bartsiokas asegura que esta es una evidencia más de que la tumba II de Vergina es la de Arrideo: si el púrpura era el símbolo de la realeza en la Antigüedad, algunas fuentes indican que el algodón solo llegó a Grecia tras la conquista del Imperio persa por Alejandro Magno. Por lo tanto, según el antropólogo físico, la túnica sagrada sería posterior a la época de Filipo II y no podría haber sido depositada en su enterramiento. Estudios previos ya habían enarbolado elementos atribuibles a la influencia persa para reforzar esta creencia, como la presencia de una bóveda de cañón o un fresco que representa una escena de caza en un paraíso oriental.
Pira funeraria
Pruebas muy discutidas por la comunidad académica, como está ocurriendo con la túnica sagrada. "En mi opinión, la vía que utilizan quienes defiende que la Tumba II pertenece a Arrideo no tiene sentido porque eso implicaría pensar que Macedonia no tuvo contacto con Persia hasta la conquista de Alejandro Magno, y sí lo tuvo, y estrecho además", explica a este periódico Mario Agudo Villanueva, autor de Filipo de Macedonia (Desperta Ferro) y experto en la Antigua Grecia. Cita, por ejemplo, el caso de Artabazo II, sátrapa persa de Asia Menor que estuvo refugiado en corte de Filipo desde finales de 353 a.C. tras fracasar su revuelta contra el rey Artajerjes III.
Agudo Villanueva recuerda además que el tejido que apareció en el larnax atribuido a Filipo II no se sabe si es una túnica, un pañuelo o una mortaja: "Lo normal es que sea la mortaja utilizada en el momento del funeral que se plegó y se guardó ahí con los huesos resultantes de la incineración". A pesar de la presencia de algodón, afirma que el tejido podía haber llegado perfectamente a la corte del gran rey macedonio antes de la gesta militar de su hijo. "Que se vincule con una procedencia persa no explica nada, no es concluyente", añade.
Un punto débil en la hipótesis de Bartsiokas y los investigadores que lo apoyan, como el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, es que los restos humanos identificados en la Tumba I, expoliada en la Antigüedad, fueron inhumados y no incinerados, como era costumbre entre los reyes de Macedonia. "A mí me parece inconcebible que Alejandro Magno no hubiese seguido con la tradición funeraria del reino para enterrar a su padre", opina Agudo Villanueva.
"Seguimos como estábamos y no se puede afirmar con rotundidad que la Tumba II sea de Filipo ni de Arrideo, ni mucho menos que ese tejido sea la túnica de Alejandro Magno", sentencia el investigador. Según su punto de vista, sería más provechoso centrar los esfuerzos en estudiar los restos con los que se cubrió el túmulo: una enorme cantidad de ladrillos, restos de espadas de hierro, fragmentos de marfil y arreos de caballo con evidentes signos de cremación. Según los excavadores, esos materiales habrían formado parte de una gran pira funeraria inspirada en el ideal homérico.
"Las fuentes dicen que Alejandro Magno mandó incinerar a algunos de los implicados en el asesinato de su padre", señala Agudo Villanueva. "Lo que podría arrojar luz es que lo que apareció encima, los restos de la pira, que podrían ofrecer una datación de contener restos humanos o animales, se publicase. Lo que tenemos ahora es dar vueltas sobre lo mismo".